Scientist from UPC are trying to reduce error margin in floods prediction systems.
Mon, 17/07/2006
BARCELONA.- En los últimos años Europa ha sido azotada por tormentas e inundaciones. Las trágicas imágenes de Alemania anegada o Rumanía arrasada por las aguas del pasado verano aún no se han olvidado. Pero el problema de las inundaciones no conoce fronteras y la Unión Europa ha impulsado el proyecto Floodsite para desarrollar una metodología conjunta entre los países miembro para perfeccionar la previsión de temporales. Dos equipos de los 36 que integran el proyecto son catalanes.
Investigadores de la Universitat Politècnica (UPC) han desarrollado un método para calcular mejor los riesgos de inundaciones en el litoral catalán. El director del Laboratorio de Ingeniería Marítima (LIM), Agustín Sánchez-Arcilla, destaca que la población de las zonas costeras y fluviales vive con «un poco más» de riesgo, un riesgo que hasta ahora no había sido cuantificado. Para definir mejor este peligro, los científicos han conseguido reducir el margen de incertidumbre (de error) del 50% al 20%, con lo que las previsiones de posibles inundaciones serán mucho más exactas.
Daniel Sempere, director del Grup de Recerca Aplicada en Hidrometeorologia, avisa de que el tema de las inundaciones, desgraciadamente, volverá a estar de moda en otoño y pone el ejemplo de Castelldefels hace cuatro años, para justificar la necesidad de un cálculo más preciso. La población sufrió unas fuertes lluvias que provocaron inundaciones ya que el agua no pudo drenarse correctamente al existir una vía de tren, una autopista y diferentes urbanizaciones en la montaña que actuaron de forma aislante. «La probabilidad de que volviera a ocurrir algo así era muy baja, harían falta unos 100 años para que se repitiera, sin embargo, a las dos semanas volvió a pasar», explica Sempere.
La gran novedad que ambos investigadores han introducido en sus estudios es el uso del radar metereológico: con la imagen de la previsión de lluvias se puede traducir la información en valores numéricos para anticipar las inundaciones. Es un sistema pionero en Europa que mejora las metodologías clásicas y que pocos países utilizan aún, señala Sempere.
De momento, sus estudios se centran en dos cuencas piloto: el delta del Ebro y el del Besós. Todos los deltas se están hundiendo al ritmo de un milímetro por año, la misma tasa a la que sube el nivel del mar por el cambio climático, alerta Sánchez-Arcilla. Aunque el nivel medio del mar se mantiene constante, los deltas disminuyen, y eso aumenta la vulnerabilidad del delta del Ebro, cuya superficie se encuentra un 30% por debajo del nivel del mar.
Los efectos de las inundaciones, ya sean por desbordamiento de ríos o por tormentas, resultan particularmente agresivos debido a la explotación de la costa y a la construcción masiva de infraestructuras «en lugares en los que no se debería haber construido», señala Sánchez-Arcilla. El litoral mediterráneo es muy apetecible desde el punto de vista urbanístico y los científicos son conscientes de que enfrentarse a la construcción, que ha sido un motor de crecimiento en los últimos años, resulta complejo. Pero estos cálculos de riesgo podrían conducir, a medio o largo plazo, a una legislación que limite el uso de la costa y los ríos. Por ejemplo, la Administración podría marcar un porcentaje de riesgo a partir del que no permitiría construir. Lo importante es «sensibilizar a la población para que haya un cambio de mentalidad», asegura Sempere. «La ingeniería del futuro no implicará decir que sí o que no a los proyectos urbanísticos, sino informar de la probabilidad de inundaciones para que cada uno asuma sus riesgos», añade el director del LIM.
El pasado martes los ministros de Medio Ambiente de la Unión Europea alcanzaron por unanimidad un acuerdo sobre la directiva de evaluación y gestión de inundaciones que, entre otras cosas, obligará a calcular los riesgos y a preparar mapas con las zonas con mayor peligro de inundarse. En Cataluña, el Institut Cartogràfic ya ha empezado a elaborar un atlas de riesgo y la Agència Catalana de l'Aigüa decidirá en los próximos días si aplica la metodología piloto de Sempere y Sánchez-Arcilla al resto del territorio. Las inundaciones suscitan preocupación a nivel global por sus destrozos, de los que tanto a nivel local como europeo tenemos sobrados ejemplos.
Investigadores de la Universitat Politècnica (UPC) han desarrollado un método para calcular mejor los riesgos de inundaciones en el litoral catalán. El director del Laboratorio de Ingeniería Marítima (LIM), Agustín Sánchez-Arcilla, destaca que la población de las zonas costeras y fluviales vive con «un poco más» de riesgo, un riesgo que hasta ahora no había sido cuantificado. Para definir mejor este peligro, los científicos han conseguido reducir el margen de incertidumbre (de error) del 50% al 20%, con lo que las previsiones de posibles inundaciones serán mucho más exactas.
Daniel Sempere, director del Grup de Recerca Aplicada en Hidrometeorologia, avisa de que el tema de las inundaciones, desgraciadamente, volverá a estar de moda en otoño y pone el ejemplo de Castelldefels hace cuatro años, para justificar la necesidad de un cálculo más preciso. La población sufrió unas fuertes lluvias que provocaron inundaciones ya que el agua no pudo drenarse correctamente al existir una vía de tren, una autopista y diferentes urbanizaciones en la montaña que actuaron de forma aislante. «La probabilidad de que volviera a ocurrir algo así era muy baja, harían falta unos 100 años para que se repitiera, sin embargo, a las dos semanas volvió a pasar», explica Sempere.
La gran novedad que ambos investigadores han introducido en sus estudios es el uso del radar metereológico: con la imagen de la previsión de lluvias se puede traducir la información en valores numéricos para anticipar las inundaciones. Es un sistema pionero en Europa que mejora las metodologías clásicas y que pocos países utilizan aún, señala Sempere.
De momento, sus estudios se centran en dos cuencas piloto: el delta del Ebro y el del Besós. Todos los deltas se están hundiendo al ritmo de un milímetro por año, la misma tasa a la que sube el nivel del mar por el cambio climático, alerta Sánchez-Arcilla. Aunque el nivel medio del mar se mantiene constante, los deltas disminuyen, y eso aumenta la vulnerabilidad del delta del Ebro, cuya superficie se encuentra un 30% por debajo del nivel del mar.
Los efectos de las inundaciones, ya sean por desbordamiento de ríos o por tormentas, resultan particularmente agresivos debido a la explotación de la costa y a la construcción masiva de infraestructuras «en lugares en los que no se debería haber construido», señala Sánchez-Arcilla. El litoral mediterráneo es muy apetecible desde el punto de vista urbanístico y los científicos son conscientes de que enfrentarse a la construcción, que ha sido un motor de crecimiento en los últimos años, resulta complejo. Pero estos cálculos de riesgo podrían conducir, a medio o largo plazo, a una legislación que limite el uso de la costa y los ríos. Por ejemplo, la Administración podría marcar un porcentaje de riesgo a partir del que no permitiría construir. Lo importante es «sensibilizar a la población para que haya un cambio de mentalidad», asegura Sempere. «La ingeniería del futuro no implicará decir que sí o que no a los proyectos urbanísticos, sino informar de la probabilidad de inundaciones para que cada uno asuma sus riesgos», añade el director del LIM.
El pasado martes los ministros de Medio Ambiente de la Unión Europea alcanzaron por unanimidad un acuerdo sobre la directiva de evaluación y gestión de inundaciones que, entre otras cosas, obligará a calcular los riesgos y a preparar mapas con las zonas con mayor peligro de inundarse. En Cataluña, el Institut Cartogràfic ya ha empezado a elaborar un atlas de riesgo y la Agència Catalana de l'Aigüa decidirá en los próximos días si aplica la metodología piloto de Sempere y Sánchez-Arcilla al resto del territorio. Las inundaciones suscitan preocupación a nivel global por sus destrozos, de los que tanto a nivel local como europeo tenemos sobrados ejemplos.