Aid action denounces that 13 million people in Africa are facing famine
Fri, 16/06/2006
Millones de personas en África se enfrentan a la hambruna provocada por la falta de ayuda, unida a la escasa inversión en infraestructuras, y la mala gestión de los recursos, lo que conduce a que 13 millones de africanos necesiten "desesperadamente" ayuda alimentaria, según informó hoy la ONG Ayuda en Acción.
Según un nuevo estudio del Consejo Mundial de Agua, la región de África Occidental utiliza apenas un 3,8% del total de su agua dulce, pese a contar con un gran volumen de recursos hídricos renovables no utilizados.
A pesar de la llegada de las lluvias (torrenciales en algunos casos) en el mes de abril la situación no hizo más que complicarse y provocó grandes daños en las escasas tierras todavía productivas. Estas mismas precipitaciones han dificultado, asimismo, el acceso de los camiones que distribuyen la ayuda a las comunidades.
Ayuda en Acción considera que a pesar de todos los esfuerzos, todavía son necesarios seis millones de euros para la ayuda más urgente. "La sequía es algo recurrente en la zona, y parece que todo el mundo se ha olvidado de que sigue matando de hambre a mucha gente", explicó el responsable de Cooperación de Ayuda en Acción, Agustín Collado.
Sólo en Kenia, 3,5 millones de personas dependen de la ayuda humanitaria. El trabajo de emergencia de ActionAid, organización con la que Ayuda en Acción trabaja en la zona, se ha centrado en distribuir agua y alimentos a más de 412.000 personas en 11 distritos del noreste, de la costa y del valle del Rift.
Además, ActionAid está repartiendo tanques que recogen el agua de las primeras lluvias, que ya están siendo utilizados por algunas familias. Asimismo, están distribuyendo gasolina y otros lubricantes que permiten poner en funcionamiento las máquinas perforadoras que buscan bolsas de agua en el interior de la tierra.
La organización trabaja también en la actuación a largo plazo a través de la distribución de semillas, compra de ganado y proyectos de irrigación, con la idea de que sirvan para reducir la vulnerabilidad a estas crisis en el futuro. ActionAid considera que de esta manera se asegurarán las próximas cosechas, ya que la mayoría de la población se dedica a la agricultura y a la ganadería y dependen de estas actividades para salir adelante.
La sequía ha forzado a comunidades enteras a migrar y está provocando conflictos entre las tribus en la lucha por los escasos recursos. Los maasai son uno de los grupos más pobres de Kenia y los más golpeados por la prolongada sequía. La mayoría se dedica al pastoreo y por ello se han visto enormemente afectados por la falta de lluvias.
Miles de animales han muerto y muchos se han visto forzados a vender las pieles de sus animales por menos de un euro, ya que el ganado se ha quedado sin carne y ya nadie les paga un precio razonable por él, informó Ayuda en Acción.
"Desde que todo se ha vuelto más y más seco, el ganado se ha quedado sin ninguna hierba que comer. Tiene que competir con los animales salvajes por los arbustos que quedan", aseguró el maasai, Kaila Nampaso. "Cuando todo se iba terminando, yo emigré en busca de pasto y agua. Por el camino los animales murieron. Ahora ya no tengo a dónde ir", añadió.
"Dependemos del ganado para la leche; si se muere, no tenemos nada más. Somos cuatro en mi familia. Nuestras vacas murieron y no tenemos más remedio que pedir comida. Creo que esta situación continuará hasta diciembre. Tengo esperanza. Espero que vengan algunas cosas buenas a mi vida", concluyó Nampaso.
Kisinyunye Nampaso, una maasai del mismo clan, tiene 32 años y lamenta lo duro que es para las mujeres recorrer grandes distancias hasta los centros de distribución de ayuda alimentaria y regresar luego a su casa cargando con las provisiones para su, casi siempre, numerosa familia. "La sequía afecta de peor manera a las mujeres, porque mientras los hombres emigran con el ganado, en busca de pastos, ellas deben recorrer grandes distancias para buscar agua, conseguir comida para los hijos y cuidar de ellos", dijo Nampaso.
"La sequía ha sido muy mala el último mes. La gente se muere de hambre y no hay agua. Nuestros animales también están muriendo. Mi madre tiene que andar 25 kilómetros en busca de comida. Mi padre se mueve con el ganado. Tomo una única comida al día, en el colegio, maíz y judías", afirmó Naishuro Naingisa, de nueve años de edad que asiste a la escuela de Olepariata.
Según un nuevo estudio del Consejo Mundial de Agua, la región de África Occidental utiliza apenas un 3,8% del total de su agua dulce, pese a contar con un gran volumen de recursos hídricos renovables no utilizados.
A pesar de la llegada de las lluvias (torrenciales en algunos casos) en el mes de abril la situación no hizo más que complicarse y provocó grandes daños en las escasas tierras todavía productivas. Estas mismas precipitaciones han dificultado, asimismo, el acceso de los camiones que distribuyen la ayuda a las comunidades.
Ayuda en Acción considera que a pesar de todos los esfuerzos, todavía son necesarios seis millones de euros para la ayuda más urgente. "La sequía es algo recurrente en la zona, y parece que todo el mundo se ha olvidado de que sigue matando de hambre a mucha gente", explicó el responsable de Cooperación de Ayuda en Acción, Agustín Collado.
Sólo en Kenia, 3,5 millones de personas dependen de la ayuda humanitaria. El trabajo de emergencia de ActionAid, organización con la que Ayuda en Acción trabaja en la zona, se ha centrado en distribuir agua y alimentos a más de 412.000 personas en 11 distritos del noreste, de la costa y del valle del Rift.
Además, ActionAid está repartiendo tanques que recogen el agua de las primeras lluvias, que ya están siendo utilizados por algunas familias. Asimismo, están distribuyendo gasolina y otros lubricantes que permiten poner en funcionamiento las máquinas perforadoras que buscan bolsas de agua en el interior de la tierra.
La organización trabaja también en la actuación a largo plazo a través de la distribución de semillas, compra de ganado y proyectos de irrigación, con la idea de que sirvan para reducir la vulnerabilidad a estas crisis en el futuro. ActionAid considera que de esta manera se asegurarán las próximas cosechas, ya que la mayoría de la población se dedica a la agricultura y a la ganadería y dependen de estas actividades para salir adelante.
La sequía ha forzado a comunidades enteras a migrar y está provocando conflictos entre las tribus en la lucha por los escasos recursos. Los maasai son uno de los grupos más pobres de Kenia y los más golpeados por la prolongada sequía. La mayoría se dedica al pastoreo y por ello se han visto enormemente afectados por la falta de lluvias.
Miles de animales han muerto y muchos se han visto forzados a vender las pieles de sus animales por menos de un euro, ya que el ganado se ha quedado sin carne y ya nadie les paga un precio razonable por él, informó Ayuda en Acción.
"Desde que todo se ha vuelto más y más seco, el ganado se ha quedado sin ninguna hierba que comer. Tiene que competir con los animales salvajes por los arbustos que quedan", aseguró el maasai, Kaila Nampaso. "Cuando todo se iba terminando, yo emigré en busca de pasto y agua. Por el camino los animales murieron. Ahora ya no tengo a dónde ir", añadió.
"Dependemos del ganado para la leche; si se muere, no tenemos nada más. Somos cuatro en mi familia. Nuestras vacas murieron y no tenemos más remedio que pedir comida. Creo que esta situación continuará hasta diciembre. Tengo esperanza. Espero que vengan algunas cosas buenas a mi vida", concluyó Nampaso.
Kisinyunye Nampaso, una maasai del mismo clan, tiene 32 años y lamenta lo duro que es para las mujeres recorrer grandes distancias hasta los centros de distribución de ayuda alimentaria y regresar luego a su casa cargando con las provisiones para su, casi siempre, numerosa familia. "La sequía afecta de peor manera a las mujeres, porque mientras los hombres emigran con el ganado, en busca de pastos, ellas deben recorrer grandes distancias para buscar agua, conseguir comida para los hijos y cuidar de ellos", dijo Nampaso.
"La sequía ha sido muy mala el último mes. La gente se muere de hambre y no hay agua. Nuestros animales también están muriendo. Mi madre tiene que andar 25 kilómetros en busca de comida. Mi padre se mueve con el ganado. Tomo una única comida al día, en el colegio, maíz y judías", afirmó Naishuro Naingisa, de nueve años de edad que asiste a la escuela de Olepariata.