45% of water consumption in Andalusia comes from subterranean aquifers

Mon, 08/05/2006

El País

En épocas de sequía, como la que atraviesan amplias zonas de Andalucía en la actualidad, los ojos de los gestores del agua se vuelven hacia los acuíferos subterráneos. En el último año, la región consumió un total de 1.223 hectómetros cúbicos de agua procedente de pozos y manantiales, lo que supone un 45% de su gasto hídrico total, según el Instituto Geológico y Minero de España (IGME). Estas cifras sitúan a la comunidad andaluza por encima de la media española, que se sirve mayoritariamente (70%) de recursos de agua circulante y pantanos.
Aparte de los archipiélagos canario y balear, que se nutren casi totalmente de acuíferos, en la península, la Comunidad Valenciana es la que más recurre a los pozos, con un 56% de su consumo total, mientras que en el extremo opuesto, Madrid bebe casi exclusivamente (90%) de embalses y cursos de agua.
Estos datos han sido puestos sobre la mesa en el Congreso Internacional sobre el Agua en los Países del Mediterráneo, celebrado en Málaga, en el que los expertos en hidrogeología abogaron por considerar el agua en superficie y la subterránea como un 'recurso unitario'.
'Las aguas subterráneas deben contribuir a una mejora sustancial de los abastecimientos españoles a través de planteamientos conjuntos de utilización con las aguas superficiales', opina Juan Antonio López Geta, director de Hidrogeología y Aguas Subterráneas del IGME. López destacó la 'fácil accesibilidad' de los acuíferos y su 'buena calidad natural' e indicó que la gran capacidad de almacenamiento de los pozos 'constituye una reserva estratégica de alto interés en situaciones de emergencia'. No obstante, este experto recordó la necesidad de que se haga un 'uso sostenible' de estos recursos hídricos, que en la mayoría de los casos están siendo 'esquilmados por dos décadas de realización indiscriminada de captaciones sin criterio técnico ni control administrativo'.
Si en el conjunto de España, los acuíferos representan apenas un tercio del consumo total de agua, muchos países del resto de Europa dependen casi en exclusiva de los pozos, de acuerdo con los datos del IGME. En esta situación se encuentran Dinamarca (99%), Italia (88%), República Checa (83%) o Francia (73%).
En Andalucía, el porcentaje se reduce al 45%, lo que supone que se utilizan 1.223 hectómetros cúbicos de agua de los aproximadamente 3.800 que se calcula que contienen las cavidades hídricas en la región. La cuarta parte del territorio de Málaga está compuesta por formaciones geológicas permeables que configuran acuíferos.
Uno de los talleres más destacados del congreso, que se celebró del 24 al 28 de abril y en el que participaron 300 expertos procedentes de 40 países, tuvo que ver con el impacto del cambio climático en los acuíferos.
Aumento de la temperatura
El aumento previsto de la temperatura mundial y la consiguiente subida del nivel del mar por el derretimiento de los casquetes polares favorecerá, según los técnicos, el fenómeno de la intrusión marina en los acuíferos costeros. Sin embargo, los especialistas apuntan que las reservas subterráneas pueden ayudar a regular los recursos hídricos para la población ante las presiones originadas por el calentamiento global -largas sequías seguidas de precipitaciones irregulares- en el agua en superficie.
Para ello, los expertos buscan la manera de garantizar el suministro de agua subterránea en periodos de crisis, mediante una correcta ordenación del territorio. 'Es necesario saber en qué medida se está produciendo la influencia del cambio climático en nuestras latitudes, ya que, a la hora de planificar y gestionar el territorio, hay que tener en cuenta que existen periodos de sequía inherentes a nuestra condición climática y estamos esquilmando nuestros recursos debido al crecimiento urbano y turístico de las ciudades', destacó Francisco Carrasco, del departamento de Hidrogeología de la Universidad de Málaga.
Las técnicas y avances de recarga artificial de los acuíferos fue otro de los temas estrella del congreso malagueño. Estos procedimientos, que se pueden hacer en superficie o en profundidad, permiten aumentar y optimizar el volumen de los recursos y prevenir y corregir el deterioro de la calidad del agua.