The lack of swamps jeopardize the irrigation

Mon, 13/03/2006

ABC

La Comunidad de Regantes advierte de que la disponibilidad de agua para la campaña que comienza este lunes es un tercio de la que necesitan los cultivos

MANUEL TRILLO

ZARAGOZA. Mientras la ofensiva contra el trasvase logró parar el proyecto para llevar agua del Ebro a Levante, la falta de infraestructuras hidráulicas impiden atender las necesidades de la propia zona. Por segundo año consecutivo, los regantes del Alto Aragón se enfrentan a la «total falta de garantías» para cubrir sus demandas de agua debido a la «extrema sequía» y, sobre todo, la falta de regulación de los cauces de las que se abastecen.

Para la nueva campaña que comienza este lunes, la disponibilidad hídrica es de sólo 2.900 metros cúbicos por hectárea, lo que supone un tercio de la dotación necesaria para el correcto desarrollo de los cultivos y es únicamente un 5 por ciento superior a la que había el año anterior por estas fechas, según informan fuentes de la Comunidad General de Riegos del Alto Aragón.

Biscarrués, empantanado

El río Cinca está regulado con los embalses de Mediano y El Grado, pero «el Gállego está a falta de un embalse para frenar las avenidas», explica el coordinador de uso de las aguas de la Comunidad de Riegos, Francisco Orús. En este sentido, cuando este afluente del Ebro llega con mucha fuerza, su caudal puede alcanzar los 700 metros cúbicos por segundo y las infraestructuras hidráulicas actuales son insuficientes. En la pequeña presa de Ardisa nace el canal que suministra al embalse de la Sotonera, pero únicamente tiene capacidad para 70 metros por segundo, por lo que el resto discurre aguas abajo.

Por ello, Orús considera necesaria la construcción en el Gállego del embalse de Biscarrués, una de las obras previstas en el Pacto del Agua de 1992 y que se recogía también en el PHN aprobado por el Gobierno del PP en la anterior legislatura. Con 192 hectómetros cúbicos de capacidad, es una de las infraestructuras más demandadas en la Comunidad y, al tiempo, que más rechazo ha generado entre los ecologistas y los partidarios de la llamada «nueva cultura del agua». Además, sus detractores se oponen a la inundación de un pequeño núcleo de población que sería necesaria según el proyecto.