El calentamiento global provocará una disminución de las aportaciones hídricas y un aumento de la demanda en los sistemas de regadío. Para el horizonte del año 2030, simulaciones con aumentos de temperatura de un grado y disminuciones medias de precipitaciones en un 5% ocasionarían disminuciones medias de aportaciones hídricas en régimen natural de entre un 5% y un 14%. Para el 2060, la simulación aumenta la temperatura dos grados y medio y disminuye la lluvia un 8%, lo que provocará una reducción global media de un 17% en los recursos hídricos. Esta es una de las conclusiones aportadas por los científicos que han elaborado el macroinforme sobre el impacto del cambio climático en España, que contempla que estas cifras sean superiores al 20% para los escenarios previstos a final de siglo. «En las regiones montañosas, las temperaturas más altas perturbarán el ciclo hidrológico», advierte. «Con un gran nivel de certeza» -indica el estudio-, se puede asegurar que el cambio climático hará que parte de los ecosistemas acuáticos continentales pasen de ser permanentes a estacionales, incluso algunos desaparecerán. En general, los caudales de los ríos disminuirán, lo que supondrá el aumento del número de ríos temporales y de tramos con caudales únicamente estacionales. El calentamiento subirá la temperatura del agua, por lo que las especies acuáticas tenderán a desplazarse aguas arriba. Lo más vulnerable Las zonas más vulnerables a un aumento de la temperatura son los ríos y arroyos de alta montaña (1.800-2.500 metros). Es probable que la dimensión de sus hábitats se reduzca con el cambio hasta un tamaño crítico para su supervivencia. Con el aumento térmico, los contaminantes orgánicos presentes en el agua de los embalses pasarán a la atmósfera con mayor rapidez y llegarán antes a las altitudes mayores en las que puede haber lagos, con lo cual éstos se contaminarán con mayor facilidad por deposición atmosférica.