The CO2 levels increase due to the drought

Mon, 23/01/2006

La Razón

Madrid - La escasez de lluvias merma día tras día la reserva hidráulica del país y deteriora, aún más si cabe, la calidad del aire que se respira. A pesar de las precipitaciones registradas en las últimas semanas, la reserva de los embalses hidroeléctricos se encuentra sólo al 49,6 por ciento de su capacidad, según el último boletín hidrológico del Ministerio de Medio Ambiente. Es decir, que albergan un 14,1 por ciento menos de agua que la media de los últimos cinco años.
La crítica sequía que ha asolado en el año 2005 a nuestro país, sigue causando estragos en el medio ambiente. A las pérdidas millonarias que causa en la agricultura, la proliferación de incendios que conlleva y a la falta de abastecimiento de agua a la que somete a muchas de las poblaciones españolas, se une el peligroso aumento de las emisiones de dióxido de carbono (CO2) que ha provocado. Las bajas precipitaciones registradas en el pasado año hidrológico, entre el 1 de octubre de 2004 y el 30 de septiembre de 2005, han reducido la producción de energía eléctrica de origen hidráulico por lo que se ha tenido que recurrir a otro tipo de energías contaminantes. Esta situación ha provocado que aumenten en cerca de 15 millones de toneladas de dióxido de carbono las emisiones por reducción de producción hidroeléctrica, según el secretario general para la prevención de la contaminación y el cambio climático del Ministerio de Medio Ambiente, Gonzalo Aizpiri.
Efecto invernadero. El CO2 es uno de los gases principales del efecto invernadero, que produce a su vez el calentamiento global del planeta o cambio climático. Uno de los principales emisores de esta molécula es el sector eléctrico y en nuestro país, un 25 por ciento procede de energía hidráulica, energía renovable.
«Los pantanos están muy bajos, el agua no se puede bombear y no se puede utilizar para la producción hidroeléctrica. Esa proporción de energía debe ser cubierta entonces por otras fuentes y, desgraciadamente, se está cubriendo con combustibles fósiles (petróleo, gas natural, carbón) y una parte importante por el carbón, que es la fuente fósil que más CO2 emite por unidad de electricidad producida », lamenta la responsable del área de cambio climático de WWF/Adena, Mar Asunción.
Aunque todavía no existen cifras oficiales definitivas, Medio Ambiente estima que a lo largo del último año la energía hidráulica se ha podido reducir un 40 por ciento, mientras que la térmica, en la que se quema carbón para producir electricidad y se libera CO2 a la atmósfera, habría aumentado un 30 por ciento. Si los porcentajes que facilita el Ministerio se confirman, el descenso de la energía hidráulica que se ha observado en la cuenca del Júcar entre octubre de 2005 y del año anterior (60,7 por ciento) sería superior a la previsión que se apunta en el ámbito nacional (40 por ciento).
A todo ello habría que añadir el dato del elevado consumo eléctrico que se da en España, que duplica ya casi los niveles del producto interior bruto (PIB), un problema clave para cumplir con los compromisos del plan de emisiones, al que se suma el de la intensa contaminación del aire en las grandes ciudades y el hecho de que, aunque cada empresa tiene la obligación de no sobrepasar una cantidad determinada de emisiones de CO2, existe la posibilidad de que se puedan comprar y vender los derechos de contaminación.
El problema es «serio », señala la responsable de la organización ecologista. «Si España ya iba muy mal en el cumplimiento del Protocolo de Kioto, ahora va mucho peor. Las emisiones españolas en el año 2000 fueron un 35 por ciento superiores a las del año 1990, cuando los compromisos internacionales fijan no rebasar el 15 por ciento de aumento de gases de efecto invernadero en el período 2008-2012. La situación actual es grave. Según la administración, nuestras emisiones de CO2 estaban en un 40 por ciento oficialmente, luego se dijo que era un 45, y ahora ya están comentando las fuentes del Ministerio de un aumento del 50 por ciento respecto a 1990 ».
La concentración en la atmósfera del dióxido de carbono a nivel mundial, que comenzó con la revolución industrial, hacia 1750, cuando el escocés James Watt inventó la máquina de vapor, era de 280 pares por millón de la mezcla de gases en el aire (ppm). A principios del s. XXI, los indicadores marcan que alcanza los 370 ppm, un peligroso aumento del 31 por ciento que ya está ocasionando problemas.
«Los cambios climáticos siempre han sido más graduales en el pasado, pero ahora son bruscos y casi hemos duplicado la concentración de CO2. Si seguimos con esas concentraciones y alcanzamos las 500 ppm, el clima a nivel global aumentaría dos grados y eso tendría unas consecuencias catastróficas. La temperatura ya ha aumentado 0,7 º C y, hagamos lo que hagamos, va a seguir aumentando porque la inercia seguirá en la atmósfera y aunque dejáramos de emitir no se acabaría », hace hincapié la responsable de cambio climático de la organización ecologista.