Only four of the 25 desalination plants of the AGUA plan are in operation
Mon, 23/01/2006
MadridHan pasado casi dos años desde que el Gobierno derogó el trasvase del Ebro. Fue casi la primera decisión que tomó José Luis Rodríguez Zapatero después de las elecciones. El Ministerio de Medio Ambiente, entonces, planteó el Plan AGUA como alternativa a la escasez en la cuenca mediterránea. El eje principal de este proyecto es la desalación. La ministra, Cristina Narbona, anunció «una veintena » de plantas desaladoras. Dos años más tarde, sólo cuatro de estas plantas se encuentran en funcionamiento. Así lo reflejan los datos facilitados por la empresa pública Acuamed, que es la responsable de la puesta en marcha de dos de estas desaladoras.
Si se suma su capacidad máxima, las cuatro plantas -la de San Pedro del Pinatar (Murcia), la de Marbella y la de El Atabal (Málaga) y la de Carboneras (Almería)pueden desalar 136 hectómetros cúbicos de agua al año. Esto supone un 22,6 por ciento de los 600 prometidos por el Gobierno.
Al 10 por ciento. Es cierto que aún hay tiempo hasta 2008, y también lo es que hay otras dos desaladoras que se pondrán en funcionamiento, pero con plantas como la de San Pedro del Pinatar funcionando sólo al 10 por ciento de su capacidad, según denuncia la oposición, parece difícil cumplir este objetivo. España, sólo en usos urbanos, consume unos 5.000 hectómetros cúbicos.
Además, algunas de las desaladoras puestas en servicio ya existían. En concreto, la planta de Marbella se inauguró en el año 1997 y la de Carboneras, en 2004.
«El Gobierno está tratando la sequía como si fuera anecdótica y no coyuntural. Con las obras de emergencia que están realizando sólo ponen parches. Además, las actuaciones de emergencia se saltan trámites ambientales y administrativos ». Son palabras de Teresa de Lara, portavoz del PP en la Comisión de Medio Ambiente del Congreso de los Diputados.
«No olvidamos el trasvase ». De acuerdo con los datos más recientes del Gobierno, la reserva hidráulica se encuentra al 47,2 por ciento de su capacidad. Esto es, los pantanos están medio vacíos. La situación, como siempre, se agrava en las cuencas del Júcar, al 20,7 por ciento y, sobre todo, del Segura, con sus pantanos al 11,4 por ciento de su capacidad.
Ante este panorama, De Lara no se cansa de defender el derogado trasvase del Ebro. «Nos piden que lo olvidemos, que ya está derogado. Pero si el PP gana las próximas elecciones, el trasvase volverá, porque el agua tiene que llegar a todas las regiones », advierte.
A pesar de esta «guerra del agua », la diputada popular insiste en que no se trata de una cuestión meramente política. Y lo hace con cifras en la mano: «En 2005, que ha sido el año más seco de los últimos 40, el río Ebro vertió al mar el equivalente a tres trasvases ».
En concreto, el río vertió alrededor de 7.000 hectómetros. Si a esta cantidad se le resta el caudal ecológico, quedan alrededor de 3.700 hectómetros cúbicos. El Plan Hidrológico Nacional proyectado por el Gobierno anterior pretendía conseguir un total de 1.050 hm ³ de agua para las cuencas del Mediterráneo.
Pero las críticas del Partido Popular no se quedan en la obra que se cortó de raíz dos años atrás. La oposición denuncia que gran parte de las obras del Plan AGUA se encuentran paralizadas. Teresa de Lara explica que parte de los problemas para poner en marcha más desaladoras radican en que el Gobierno quiere hacerlo firmando acuerdos con los usuarios -los regantes «y no llegan a ningún acuerdo porque les piden un precio abusivo por el agua ».
No sólo las desaladoras están paralizadas. De acuerdo con la diputada popular, también la obra del embalse de Castrovido, en Burgos, está parada, a pesar de contar con financiación europea. De Lara se pregunta «cómo, ante las perspectivas de sequía para este año, el Gobierno puede paralizar la construcción de embalses ».
Pero los populares no son los únicos en criticar que se sustituya una obra como el trasvase del Ebro por el proyecto de desaladoras. El catedrático de Ingeniería civil y medioambiental de la Universidad de Berkeley (California), John A. Dracup, aseguró hace unos días, en una conferencia sobre la importancia de los trasvases en la planificación hidrológica, celebrada en Valencia, que «con el trasvase del Ebro se obtendría en un día casi el doble de agua de la que produce una desaladora en un año ». Subrayó, además, que «el flujo del río Ebro sería de 34 hectómetros cúbicos diarios, frente a los 18 hectómetros anuales que suministraría una planta desaladora media ». John Dracup afirmó que «con el Plan AGUA presentado por el actual Gobierno en el año 2004, la Comunidad Valenciana recibiría un 73 por ciento menos que con el trasvase del Ebro ».
Incompatibles con Kioto. La desalación también tiene otros inconvenientes. Los grupos ecologistas lo saben bien. De acuerdo con Eduardo de Miguel, director de la Fundación Global Nature, «la desalación nunca puede ser una solución general, porque es insostenible ». De Miguel explica que una desaladora media (de 50.000 metros cúbicos al día) tiene un coste aproximado de 36 millones de euros. Su duración media oscila entre los ocho y los 10 años.
Pero lo más grave es que «la desalación de 600 hectómetros cúbicos al año [que fue lo prometido por el Gobierno de Rodríguez Zapatero] supone 2.280 gigawatios por hora al año, un 1 por ciento de la demanda energética total española ».
Este consumo de energía resulta cuando menos incompatible con el cumplimiento del protocolo de Kioto porque, a mayor consumo energético, se producen mayores emisiones contaminantes.
«En España no cumplimos Kioto y, en estas circunstancias, la desalación sólo sería válida para islas o zonas muy desérticas ». Lo que no tiene sentido es desalar para llevar agua a Castellón, por ejemplo, donde con el trasvase se consumiría mucha menos energía. En definitiva, esta opción puede resultar adecuada, de acuerdo con Eduardo de Miguel, para «soluciones muy concretas, pero nunca generales ».
«Hay que cambiar la cultura y la política del agua. Porque la sequía es como la maratón, hay que prepararse, y hay que hacerlo en épocas de bonanza. Pero en España nunca estamos preparados ». Así lo explica Enrique Cabrera, catedrático de Mecánica de Fluidos del Instituto Tecnológico del Agua de la Universidad Politécnica de Valencia. Cabrera asegura que, «las redes de abastecimiento urbanas tienen unas fugas elevadísimas; si España consume 5.000 hectómetros cúbicos de agua al año, el 30 por ciento se va en fugas. Sale por un trasvase ». Por eso la solución a la sequía tampoco está en la desalación. que también considera como «un parche ». La solución está en «cambiar las tuberías ». Tan sencillo y tan complicado como eso. «Nos estamos jugando beber agua, pero cambiar las tuberías supondría mucho tiempo, dinero y unas obras muy complicadas », explica. «El político, sea del signo que sea, no quiere esto, quiere demostrar eficacia y espectacularidad ». Además, «las soluciones buenas exigen continuidad a medio-largo plazo. Y en España estamos acostumbrados al corto plazo », como quedó demostrado con la derogación del trasvase del Ebro. Por eso, para preparar la «carrera de fondo » de la sequía, cree que hace falta llegar a «un pacto de Estado del agua ».
MadridHan pasado casi dos años desde que el Gobierno derogó el trasvase del Ebro. Fue casi la primera decisión que tomó José Luis Rodríguez Zapatero después de las elecciones. El Ministerio de Medio Ambiente, entonces, planteó el Plan AGUA como alternativa a la escasez en la cuenca mediterránea. El eje principal de este proyecto es la desalación. La ministra, Cristina Narbona, anunció «una veintena » de plantas desaladoras. Dos años más tarde, sólo cuatro de estas plantas se encuentran en funcionamiento. Así lo reflejan los datos facilitados por la empresa pública Acuamed, que es la responsable de la puesta en marcha de dos de estas desaladoras.
Si se suma su capacidad máxima, las cuatro plantas -la de San Pedro del Pinatar (Murcia), la de Marbella y la de El Atabal (Málaga) y la de Carboneras (Almería)pueden desalar 136 hectómetros cúbicos de agua al año. Esto supone un 22,6 por ciento de los 600 prometidos por el Gobierno.
Al 10 por ciento. Es cierto que aún hay tiempo hasta 2008, y también lo es que hay otras dos desaladoras que se pondrán en funcionamiento, pero con plantas como la de San Pedro del Pinatar funcionando sólo al 10 por ciento de su capacidad, según denuncia la oposición, parece difícil cumplir este objetivo. España, sólo en usos urbanos, consume unos 5.000 hectómetros cúbicos.
Además, algunas de las desaladoras puestas en servicio ya existían. En concreto, la planta de Marbella se inauguró en el año 1997 y la de Carboneras, en 2004.
«El Gobierno está tratando la sequía como si fuera anecdótica y no coyuntural. Con las obras de emergencia que están realizando sólo ponen parches. Además, las actuaciones de emergencia se saltan trámites ambientales y administrativos ». Son palabras de Teresa de Lara, portavoz del PP en la Comisión de Medio Ambiente del Congreso de los Diputados.
«No olvidamos el trasvase ». De acuerdo con los datos más recientes del Gobierno, la reserva hidráulica se encuentra al 47,2 por ciento de su capacidad. Esto es, los pantanos están medio vacíos. La situación, como siempre, se agrava en las cuencas del Júcar, al 20,7 por ciento y, sobre todo, del Segura, con sus pantanos al 11,4 por ciento de su capacidad.
Ante este panorama, De Lara no se cansa de defender el derogado trasvase del Ebro. «Nos piden que lo olvidemos, que ya está derogado. Pero si el PP gana las próximas elecciones, el trasvase volverá, porque el agua tiene que llegar a todas las regiones », advierte.
A pesar de esta «guerra del agua », la diputada popular insiste en que no se trata de una cuestión meramente política. Y lo hace con cifras en la mano: «En 2005, que ha sido el año más seco de los últimos 40, el río Ebro vertió al mar el equivalente a tres trasvases ».
En concreto, el río vertió alrededor de 7.000 hectómetros. Si a esta cantidad se le resta el caudal ecológico, quedan alrededor de 3.700 hectómetros cúbicos. El Plan Hidrológico Nacional proyectado por el Gobierno anterior pretendía conseguir un total de 1.050 hm ³ de agua para las cuencas del Mediterráneo.
Pero las críticas del Partido Popular no se quedan en la obra que se cortó de raíz dos años atrás. La oposición denuncia que gran parte de las obras del Plan AGUA se encuentran paralizadas. Teresa de Lara explica que parte de los problemas para poner en marcha más desaladoras radican en que el Gobierno quiere hacerlo firmando acuerdos con los usuarios -los regantes «y no llegan a ningún acuerdo porque les piden un precio abusivo por el agua ».
No sólo las desaladoras están paralizadas. De acuerdo con la diputada popular, también la obra del embalse de Castrovido, en Burgos, está parada, a pesar de contar con financiación europea. De Lara se pregunta «cómo, ante las perspectivas de sequía para este año, el Gobierno puede paralizar la construcción de embalses ».
Pero los populares no son los únicos en criticar que se sustituya una obra como el trasvase del Ebro por el proyecto de desaladoras. El catedrático de Ingeniería civil y medioambiental de la Universidad de Berkeley (California), John A. Dracup, aseguró hace unos días, en una conferencia sobre la importancia de los trasvases en la planificación hidrológica, celebrada en Valencia, que «con el trasvase del Ebro se obtendría en un día casi el doble de agua de la que produce una desaladora en un año ». Subrayó, además, que «el flujo del río Ebro sería de 34 hectómetros cúbicos diarios, frente a los 18 hectómetros anuales que suministraría una planta desaladora media ». John Dracup afirmó que «con el Plan AGUA presentado por el actual Gobierno en el año 2004, la Comunidad Valenciana recibiría un 73 por ciento menos que con el trasvase del Ebro ».
Incompatibles con Kioto. La desalación también tiene otros inconvenientes. Los grupos ecologistas lo saben bien. De acuerdo con Eduardo de Miguel, director de la Fundación Global Nature, «la desalación nunca puede ser una solución general, porque es insostenible ». De Miguel explica que una desaladora media (de 50.000 metros cúbicos al día) tiene un coste aproximado de 36 millones de euros. Su duración media oscila entre los ocho y los 10 años.
Pero lo más grave es que «la desalación de 600 hectómetros cúbicos al año [que fue lo prometido por el Gobierno de Rodríguez Zapatero] supone 2.280 gigawatios por hora al año, un 1 por ciento de la demanda energética total española ».
Este consumo de energía resulta cuando menos incompatible con el cumplimiento del protocolo de Kioto porque, a mayor consumo energético, se producen mayores emisiones contaminantes.
«En España no cumplimos Kioto y, en estas circunstancias, la desalación sólo sería válida para islas o zonas muy desérticas ». Lo que no tiene sentido es desalar para llevar agua a Castellón, por ejemplo, donde con el trasvase se consumiría mucha menos energía. En definitiva, esta opción puede resultar adecuada, de acuerdo con Eduardo de Miguel, para «soluciones muy concretas, pero nunca generales ».
Si se suma su capacidad máxima, las cuatro plantas -la de San Pedro del Pinatar (Murcia), la de Marbella y la de El Atabal (Málaga) y la de Carboneras (Almería)pueden desalar 136 hectómetros cúbicos de agua al año. Esto supone un 22,6 por ciento de los 600 prometidos por el Gobierno.
Al 10 por ciento. Es cierto que aún hay tiempo hasta 2008, y también lo es que hay otras dos desaladoras que se pondrán en funcionamiento, pero con plantas como la de San Pedro del Pinatar funcionando sólo al 10 por ciento de su capacidad, según denuncia la oposición, parece difícil cumplir este objetivo. España, sólo en usos urbanos, consume unos 5.000 hectómetros cúbicos.
Además, algunas de las desaladoras puestas en servicio ya existían. En concreto, la planta de Marbella se inauguró en el año 1997 y la de Carboneras, en 2004.
«El Gobierno está tratando la sequía como si fuera anecdótica y no coyuntural. Con las obras de emergencia que están realizando sólo ponen parches. Además, las actuaciones de emergencia se saltan trámites ambientales y administrativos ». Son palabras de Teresa de Lara, portavoz del PP en la Comisión de Medio Ambiente del Congreso de los Diputados.
«No olvidamos el trasvase ». De acuerdo con los datos más recientes del Gobierno, la reserva hidráulica se encuentra al 47,2 por ciento de su capacidad. Esto es, los pantanos están medio vacíos. La situación, como siempre, se agrava en las cuencas del Júcar, al 20,7 por ciento y, sobre todo, del Segura, con sus pantanos al 11,4 por ciento de su capacidad.
Ante este panorama, De Lara no se cansa de defender el derogado trasvase del Ebro. «Nos piden que lo olvidemos, que ya está derogado. Pero si el PP gana las próximas elecciones, el trasvase volverá, porque el agua tiene que llegar a todas las regiones », advierte.
A pesar de esta «guerra del agua », la diputada popular insiste en que no se trata de una cuestión meramente política. Y lo hace con cifras en la mano: «En 2005, que ha sido el año más seco de los últimos 40, el río Ebro vertió al mar el equivalente a tres trasvases ».
En concreto, el río vertió alrededor de 7.000 hectómetros. Si a esta cantidad se le resta el caudal ecológico, quedan alrededor de 3.700 hectómetros cúbicos. El Plan Hidrológico Nacional proyectado por el Gobierno anterior pretendía conseguir un total de 1.050 hm ³ de agua para las cuencas del Mediterráneo.
Pero las críticas del Partido Popular no se quedan en la obra que se cortó de raíz dos años atrás. La oposición denuncia que gran parte de las obras del Plan AGUA se encuentran paralizadas. Teresa de Lara explica que parte de los problemas para poner en marcha más desaladoras radican en que el Gobierno quiere hacerlo firmando acuerdos con los usuarios -los regantes «y no llegan a ningún acuerdo porque les piden un precio abusivo por el agua ».
No sólo las desaladoras están paralizadas. De acuerdo con la diputada popular, también la obra del embalse de Castrovido, en Burgos, está parada, a pesar de contar con financiación europea. De Lara se pregunta «cómo, ante las perspectivas de sequía para este año, el Gobierno puede paralizar la construcción de embalses ».
Pero los populares no son los únicos en criticar que se sustituya una obra como el trasvase del Ebro por el proyecto de desaladoras. El catedrático de Ingeniería civil y medioambiental de la Universidad de Berkeley (California), John A. Dracup, aseguró hace unos días, en una conferencia sobre la importancia de los trasvases en la planificación hidrológica, celebrada en Valencia, que «con el trasvase del Ebro se obtendría en un día casi el doble de agua de la que produce una desaladora en un año ». Subrayó, además, que «el flujo del río Ebro sería de 34 hectómetros cúbicos diarios, frente a los 18 hectómetros anuales que suministraría una planta desaladora media ». John Dracup afirmó que «con el Plan AGUA presentado por el actual Gobierno en el año 2004, la Comunidad Valenciana recibiría un 73 por ciento menos que con el trasvase del Ebro ».
Incompatibles con Kioto. La desalación también tiene otros inconvenientes. Los grupos ecologistas lo saben bien. De acuerdo con Eduardo de Miguel, director de la Fundación Global Nature, «la desalación nunca puede ser una solución general, porque es insostenible ». De Miguel explica que una desaladora media (de 50.000 metros cúbicos al día) tiene un coste aproximado de 36 millones de euros. Su duración media oscila entre los ocho y los 10 años.
Pero lo más grave es que «la desalación de 600 hectómetros cúbicos al año [que fue lo prometido por el Gobierno de Rodríguez Zapatero] supone 2.280 gigawatios por hora al año, un 1 por ciento de la demanda energética total española ».
Este consumo de energía resulta cuando menos incompatible con el cumplimiento del protocolo de Kioto porque, a mayor consumo energético, se producen mayores emisiones contaminantes.
«En España no cumplimos Kioto y, en estas circunstancias, la desalación sólo sería válida para islas o zonas muy desérticas ». Lo que no tiene sentido es desalar para llevar agua a Castellón, por ejemplo, donde con el trasvase se consumiría mucha menos energía. En definitiva, esta opción puede resultar adecuada, de acuerdo con Eduardo de Miguel, para «soluciones muy concretas, pero nunca generales ».
«Hay que cambiar la cultura y la política del agua. Porque la sequía es como la maratón, hay que prepararse, y hay que hacerlo en épocas de bonanza. Pero en España nunca estamos preparados ». Así lo explica Enrique Cabrera, catedrático de Mecánica de Fluidos del Instituto Tecnológico del Agua de la Universidad Politécnica de Valencia. Cabrera asegura que, «las redes de abastecimiento urbanas tienen unas fugas elevadísimas; si España consume 5.000 hectómetros cúbicos de agua al año, el 30 por ciento se va en fugas. Sale por un trasvase ». Por eso la solución a la sequía tampoco está en la desalación. que también considera como «un parche ». La solución está en «cambiar las tuberías ». Tan sencillo y tan complicado como eso. «Nos estamos jugando beber agua, pero cambiar las tuberías supondría mucho tiempo, dinero y unas obras muy complicadas », explica. «El político, sea del signo que sea, no quiere esto, quiere demostrar eficacia y espectacularidad ». Además, «las soluciones buenas exigen continuidad a medio-largo plazo. Y en España estamos acostumbrados al corto plazo », como quedó demostrado con la derogación del trasvase del Ebro. Por eso, para preparar la «carrera de fondo » de la sequía, cree que hace falta llegar a «un pacto de Estado del agua ».
MadridHan pasado casi dos años desde que el Gobierno derogó el trasvase del Ebro. Fue casi la primera decisión que tomó José Luis Rodríguez Zapatero después de las elecciones. El Ministerio de Medio Ambiente, entonces, planteó el Plan AGUA como alternativa a la escasez en la cuenca mediterránea. El eje principal de este proyecto es la desalación. La ministra, Cristina Narbona, anunció «una veintena » de plantas desaladoras. Dos años más tarde, sólo cuatro de estas plantas se encuentran en funcionamiento. Así lo reflejan los datos facilitados por la empresa pública Acuamed, que es la responsable de la puesta en marcha de dos de estas desaladoras.
Si se suma su capacidad máxima, las cuatro plantas -la de San Pedro del Pinatar (Murcia), la de Marbella y la de El Atabal (Málaga) y la de Carboneras (Almería)pueden desalar 136 hectómetros cúbicos de agua al año. Esto supone un 22,6 por ciento de los 600 prometidos por el Gobierno.
Al 10 por ciento. Es cierto que aún hay tiempo hasta 2008, y también lo es que hay otras dos desaladoras que se pondrán en funcionamiento, pero con plantas como la de San Pedro del Pinatar funcionando sólo al 10 por ciento de su capacidad, según denuncia la oposición, parece difícil cumplir este objetivo. España, sólo en usos urbanos, consume unos 5.000 hectómetros cúbicos.
Además, algunas de las desaladoras puestas en servicio ya existían. En concreto, la planta de Marbella se inauguró en el año 1997 y la de Carboneras, en 2004.
«El Gobierno está tratando la sequía como si fuera anecdótica y no coyuntural. Con las obras de emergencia que están realizando sólo ponen parches. Además, las actuaciones de emergencia se saltan trámites ambientales y administrativos ». Son palabras de Teresa de Lara, portavoz del PP en la Comisión de Medio Ambiente del Congreso de los Diputados.
«No olvidamos el trasvase ». De acuerdo con los datos más recientes del Gobierno, la reserva hidráulica se encuentra al 47,2 por ciento de su capacidad. Esto es, los pantanos están medio vacíos. La situación, como siempre, se agrava en las cuencas del Júcar, al 20,7 por ciento y, sobre todo, del Segura, con sus pantanos al 11,4 por ciento de su capacidad.
Ante este panorama, De Lara no se cansa de defender el derogado trasvase del Ebro. «Nos piden que lo olvidemos, que ya está derogado. Pero si el PP gana las próximas elecciones, el trasvase volverá, porque el agua tiene que llegar a todas las regiones », advierte.
A pesar de esta «guerra del agua », la diputada popular insiste en que no se trata de una cuestión meramente política. Y lo hace con cifras en la mano: «En 2005, que ha sido el año más seco de los últimos 40, el río Ebro vertió al mar el equivalente a tres trasvases ».
En concreto, el río vertió alrededor de 7.000 hectómetros. Si a esta cantidad se le resta el caudal ecológico, quedan alrededor de 3.700 hectómetros cúbicos. El Plan Hidrológico Nacional proyectado por el Gobierno anterior pretendía conseguir un total de 1.050 hm ³ de agua para las cuencas del Mediterráneo.
Pero las críticas del Partido Popular no se quedan en la obra que se cortó de raíz dos años atrás. La oposición denuncia que gran parte de las obras del Plan AGUA se encuentran paralizadas. Teresa de Lara explica que parte de los problemas para poner en marcha más desaladoras radican en que el Gobierno quiere hacerlo firmando acuerdos con los usuarios -los regantes «y no llegan a ningún acuerdo porque les piden un precio abusivo por el agua ».
No sólo las desaladoras están paralizadas. De acuerdo con la diputada popular, también la obra del embalse de Castrovido, en Burgos, está parada, a pesar de contar con financiación europea. De Lara se pregunta «cómo, ante las perspectivas de sequía para este año, el Gobierno puede paralizar la construcción de embalses ».
Pero los populares no son los únicos en criticar que se sustituya una obra como el trasvase del Ebro por el proyecto de desaladoras. El catedrático de Ingeniería civil y medioambiental de la Universidad de Berkeley (California), John A. Dracup, aseguró hace unos días, en una conferencia sobre la importancia de los trasvases en la planificación hidrológica, celebrada en Valencia, que «con el trasvase del Ebro se obtendría en un día casi el doble de agua de la que produce una desaladora en un año ». Subrayó, además, que «el flujo del río Ebro sería de 34 hectómetros cúbicos diarios, frente a los 18 hectómetros anuales que suministraría una planta desaladora media ». John Dracup afirmó que «con el Plan AGUA presentado por el actual Gobierno en el año 2004, la Comunidad Valenciana recibiría un 73 por ciento menos que con el trasvase del Ebro ».
Incompatibles con Kioto. La desalación también tiene otros inconvenientes. Los grupos ecologistas lo saben bien. De acuerdo con Eduardo de Miguel, director de la Fundación Global Nature, «la desalación nunca puede ser una solución general, porque es insostenible ». De Miguel explica que una desaladora media (de 50.000 metros cúbicos al día) tiene un coste aproximado de 36 millones de euros. Su duración media oscila entre los ocho y los 10 años.
Pero lo más grave es que «la desalación de 600 hectómetros cúbicos al año [que fue lo prometido por el Gobierno de Rodríguez Zapatero] supone 2.280 gigawatios por hora al año, un 1 por ciento de la demanda energética total española ».
Este consumo de energía resulta cuando menos incompatible con el cumplimiento del protocolo de Kioto porque, a mayor consumo energético, se producen mayores emisiones contaminantes.
«En España no cumplimos Kioto y, en estas circunstancias, la desalación sólo sería válida para islas o zonas muy desérticas ». Lo que no tiene sentido es desalar para llevar agua a Castellón, por ejemplo, donde con el trasvase se consumiría mucha menos energía. En definitiva, esta opción puede resultar adecuada, de acuerdo con Eduardo de Miguel, para «soluciones muy concretas, pero nunca generales ».