2006, the International Year of Deserts and Desertification (IYDD)
Wed, 18/01/2006
At its 58 th ordinary session, the General Assembly declared 2006 the International Year of Deserts and Desertification (IYDD). In doing so, the General Assembly underlined its deep concern for the exacerbation of desertification, particularly in Africa, and noted its far-reaching implications for the implementation of the Millennium Development Goals (MDGs) which must be met by 2015.
Naciones Unidas declaró 2006 Año Internacional de los Desiertos y de la Desertificación con el fin de dar fuerza a la Convención de las Naciones Unidas para Combatir la Desertificación (UNCCD) y sensibilizar a las poblaciones y a las autoridades sobre la gran amenaza que representa para la humanidad.
Conrod Hunte, miembro de la UNCCD, señala que "la desertificación afecta a millones de personas. Es un problema mundial, no sólo regional. Las pérdidas agrícolas y ambientales relacionadas con la desertificación se estiman en 42.000 millones de dólares. Las causas son naturales y sobre todo humanas".
África, por su parte, es el continente más afectado por el fenómeno, ya que los desiertos ocupan hoy dos terceras partes de su territorio.
La Organización de Naciones Unidas considera que las sequías y la desertificación contribuyen a la inseguridad alimentaria, el hambre y la pobreza, al mismo tiempo que pueden convertirse en fuentes de tensiones sociales, económicas y políticas.
Según la UNCCD, estas dificultades explican la preocupación de los Estados africanos en convencer a la comunidad internacional sobre la necesidad de combatir la desertificación. Hasta agosto del pasado 2005, 30 países africanos habían ratificado y adoptado un programa nacional contra la desertificación, entre ellos Angola, Cabo Verde y Mozambique. Otros 23 Estados ya han iniciado el proceso de elaboración de su propio programa.
Hacedores de desierto.
La vida terrestre, en su totalidad, depende de la frágil y disgregable corteza de suelo que recubre los continentes. La misma se forma con extrema lentitud y puede ser destruido con asombrosa rapidez; la acumulación de una sola pulgada de suelo fértil puede tardar siglos, pero los vientos y el agua pueden llevársela o disolverla en unos pocos años. Sin esa capa fértil, los seres vivos nunca habrían salido de los océanos.
En los dos últimos decenios el problema de la degradación de tierras ha seguido empeorando y aumenta a un ritmo alarmante, erosionando gravemente la reserva mundial de tierras productivas. Si bien en el pasado las tierras se recuperaban con facilidad tras de las sequías y/o períodos secos prolongados, actualmente estas tierras tienden, cada vez más, a perder su productividad biológica y económica.
Aunque abundan las fuerzas en la naturaleza que provocan lo que se denomina erosión geológica, la mayor parte de los fenómenos de erosión registrados son producto de la actividad del hombre. Una mezcla de ignorancia, descuido y urgencia hace que la explotación de muchos ecosistemas impacte negativamente en la envoltura del suelo. Se trata de una etapa muy avanzada de un proceso de deterioro de carácter más amplio, que es la desertificación.
Cuatro son las actividades humanas que suelen ser las causas más inmediatas de la desertificación: el pastoreo excesivo que destruye la capa de vegetación que protege al suelo contra la erosión; el monocultivo que lo empobrece y agota; la tala indiscriminada de árboles que deja al desnudo los frágiles suelos en que se asientan los bosques; el drenaje defectuoso de las aguas de riego que produce anegamiento y salinización de las tierras cultivables.
Conrod Hunte, miembro de la UNCCD, señala que "la desertificación afecta a millones de personas. Es un problema mundial, no sólo regional. Las pérdidas agrícolas y ambientales relacionadas con la desertificación se estiman en 42.000 millones de dólares. Las causas son naturales y sobre todo humanas".
África, por su parte, es el continente más afectado por el fenómeno, ya que los desiertos ocupan hoy dos terceras partes de su territorio.
La Organización de Naciones Unidas considera que las sequías y la desertificación contribuyen a la inseguridad alimentaria, el hambre y la pobreza, al mismo tiempo que pueden convertirse en fuentes de tensiones sociales, económicas y políticas.
Según la UNCCD, estas dificultades explican la preocupación de los Estados africanos en convencer a la comunidad internacional sobre la necesidad de combatir la desertificación. Hasta agosto del pasado 2005, 30 países africanos habían ratificado y adoptado un programa nacional contra la desertificación, entre ellos Angola, Cabo Verde y Mozambique. Otros 23 Estados ya han iniciado el proceso de elaboración de su propio programa.
Hacedores de desierto.
La vida terrestre, en su totalidad, depende de la frágil y disgregable corteza de suelo que recubre los continentes. La misma se forma con extrema lentitud y puede ser destruido con asombrosa rapidez; la acumulación de una sola pulgada de suelo fértil puede tardar siglos, pero los vientos y el agua pueden llevársela o disolverla en unos pocos años. Sin esa capa fértil, los seres vivos nunca habrían salido de los océanos.
En los dos últimos decenios el problema de la degradación de tierras ha seguido empeorando y aumenta a un ritmo alarmante, erosionando gravemente la reserva mundial de tierras productivas. Si bien en el pasado las tierras se recuperaban con facilidad tras de las sequías y/o períodos secos prolongados, actualmente estas tierras tienden, cada vez más, a perder su productividad biológica y económica.
Aunque abundan las fuerzas en la naturaleza que provocan lo que se denomina erosión geológica, la mayor parte de los fenómenos de erosión registrados son producto de la actividad del hombre. Una mezcla de ignorancia, descuido y urgencia hace que la explotación de muchos ecosistemas impacte negativamente en la envoltura del suelo. Se trata de una etapa muy avanzada de un proceso de deterioro de carácter más amplio, que es la desertificación.
Cuatro son las actividades humanas que suelen ser las causas más inmediatas de la desertificación: el pastoreo excesivo que destruye la capa de vegetación que protege al suelo contra la erosión; el monocultivo que lo empobrece y agota; la tala indiscriminada de árboles que deja al desnudo los frágiles suelos en que se asientan los bosques; el drenaje defectuoso de las aguas de riego que produce anegamiento y salinización de las tierras cultivables.