Doñana reconciles itself with its environment
Sun, 27/11/2005
«Quince años atrás había gente que quería quemar el Parque Nacional, y hoy son sus primeros defensores, lo asumen como uno de sus principales activos para generar progreso. Y ése es el gran milagro de Doñana». El alcalde del municipio onubense de Almonte, el socialista Francisco Bella, resume en esta frase el cambio espectacular que se ha producido en una comarca que tiene como principal elemento de referencia, desde el punto de vista medioambiental, pero también económico, a Doñana.
Una zona que en torno a 1990 se vio convulsionada por la polémica que desató la pretensión de ejecutar un proyecto turístico-inmobiliario, Costa Doñana, finalmente desestimado. La frustración que dejó el intento fracasado de dinamizar esa zona del litoral onubense se disipó con la puesta en marcha de un Plan de Desarrollo Sostenible, a través de un Programa Operativo ideado por una comisión de expertos nombrada por el presidente de la Junta, Manuel Chaves, y del que se ha beneficiado toda la comarca. En la actualidad, una segunda versión del plan está en ciernes
En 1998, un nuevo episodio, el vertido de la mina de Aznalcóllar, llenó de lodo contaminante, pero también de incertidumbre, la vega del río Guadiamar y las aguas tóxicas se quedaron a las puertas del «corazón» del Parque Nacional.
De nuevo hubo que hacer un esfuerzo de imaginación para lavar la imagen de una Reserva de la Biosfera, Diploma del Consejo de Europa, Patrimonio de la Humanidad y, en definitiva, de un espacio que concentra prácticamente todas las figuras de protección medioambiental.
El Plan «Doñana 2005», promovido por el Ministerio de Medio Ambiente, aborda desde hace un lustro la regeneración de los aportes tradicionales de agua a las marismas. Y en paralelo, el «Corredor Verde del Guadiamar», de la mano de la Junta de Andalucía, ha permitido el trazado de un cordón ecológico en la zona degradada por el vertido minero, que transcurre a lo largo de 130 kilómetros, salpicado de equipamientos públicos.
En la actualidad ambas actuaciones están «hermanadas» a través de un mismo comité de expertos y coordinadas por el director del Instituto del Agua de Andalucía, de la Consejería de medio Ambiente, Hermelindo Castro.
«Doñana es hoy en día el centro del debate ecológico. Es un espacio que siempre renace de sus cenizas. Todo lo que tiene que ver con Doñana se convierte inmediatamente en energía positiva. Lo que le queda a Doñana es demostrar que es un ejemplo europeo de desarrollo sostenible, o lo que es lo mismo, que mantiene una lealtad entre el paisaje ecológico y el paisaje económico, pero en ambas direcciones».
Animadversión
Y de otro lado, la animadversión que en numerosas etapas de la reciente historia ha existido por parte de los habitantes del entorno hacia el Parque, se está amortiguando, según Hermelindo Castro, a marchas forzadas. «Absolutamente. Yo creo que los ayuntamientos del entorno están muy orgullosos de la marca Doñana. Ya es una denominación de origen de calidad».
Juan Romero, portavoz de Ecologistas en Acción en Huelva y miembro del Patronato de Doñana, cree sin embargo que determinados municipios aún no han captado la idea de que el Parque Nacional «es una oportunidad para crear empleo y para desarrollarse económicamente y que todavía lo ven como un obstáculo».
Francisco Bella, alcalde de Almonte, recuerda que cuando en 1992 «ya se hablaba de desarrollo sostenible en Doñana, algo que sonaba un poco raro. Se intentaba definir diciendo que era poner en relación la conservación de la naturaleza y el desarrollo económico».
Para Bella, tanto Costa Doñana como el vertido «nos dieron el mensaje de que ese equilibrio hay que mantenerlo porque de lo contrario esto se va al traste. A partir de dos experiencias negativas que nos pusieron al borde del precipicio, la gente arrancó y empezó a funcionar de manera distinta».
No difiere de este discurso Miguel González, director gerente de la Fundación «Doñana 21», encargada de coordinar la ejecución del primer Plan de Desarrollo Sostenible, así como de un segundo que aún se configura.
«El cambio más importante ha sido de mentalidad, el cambio de cultura. Desde el punto de vista económico y social -expone- es evidente la diferencia que hay entre el año 1992 y 2005 en todos los indicadores. La mejora que se ha producido no es discutible, porque hemos pasado de una situación de paro a otra de importar mano de obra».
Y otro aspecto fundamental es que «más allá de que siguen existiendo problemas, todo el mundo acepta que Doñana es un valor positivo, aunque hay diferentes formas de interpretarlo. Un ejemplo claro es la etiqueta Doñana 21 (que impulsa la propia Fundación). El número de empresas que ha incorporado el vocablo «Doñana» en sus operaciones mercantiles ha crecido de forma exponencial. Y todo eso pone de manifiesto que la población entiende que Doñana es un activo. Esa es la revolución que se ha producido en la comarca a través del primer Plan de Desarrollo Sostenible».
Características diferenciales
El segundo contará con una serie de características diferenciales. Si el anterior vino marcado por las directrices del comité de expertos, «este nuevo será totalmente participativo. Y si el anterior estuvo basado fundamentalmente en grandes infraestructuras, ahora se trata de poner en valor los recursos que tenemos de una manera más eficiente».
Juan Romero, cree que el primer plan fue «casi exclusivamente de infraestructuras y de apoyo a las empresas, es decir un programa económico, que ha tenido una repercusión positiva, pero dejó en la cuneta la solución a muchos de los problemas graves que tenía y tiene Doñana».
Problemas que Juan Romero vincula a la sobreexplotación de los acuíferos subterráneos, al asfaltado de los caminos forestales y a la desforestación de los montes. Son, en palabras de Romero, «asignaturas pendientes que se deben abordar en el segundo plan».
El alcalde de Almonte indica que «la clave está en que hay que pensar en la gente, hay que ayudarle a superar el gran esfuerzo realizado durante la aplicación del primer plan. Ahora ya no se puede hablar de otros programa de infraestructuras, sino que debe ir dirigido a la cabeza de los ciudadanos, fomentando la formación y la participación, para lo cual es imprescindible contar con los ayuntamientos».
Sin recalificaciones
En que preside Francisco Bella puede presumir de haber reducido su tasa de paro de un 13,05 a un 2 actual, «y no hemos recalificado ni un metro de terreno. En la comarca existe otro modelo de desarrollo sostenible que hace feliz a la gente. Y luego está la parte social. El segundo plan debe tener presente que la riqueza que se genere hay que repartirla y que debe haber justicia social.La certificación social también es imprescindible acuñarla en esta comarca para que el desarrollo sostenible sea económicamente viable, medioambientalmente sanísimo y socialmente justo».
Una zona que en torno a 1990 se vio convulsionada por la polémica que desató la pretensión de ejecutar un proyecto turístico-inmobiliario, Costa Doñana, finalmente desestimado. La frustración que dejó el intento fracasado de dinamizar esa zona del litoral onubense se disipó con la puesta en marcha de un Plan de Desarrollo Sostenible, a través de un Programa Operativo ideado por una comisión de expertos nombrada por el presidente de la Junta, Manuel Chaves, y del que se ha beneficiado toda la comarca. En la actualidad, una segunda versión del plan está en ciernes
En 1998, un nuevo episodio, el vertido de la mina de Aznalcóllar, llenó de lodo contaminante, pero también de incertidumbre, la vega del río Guadiamar y las aguas tóxicas se quedaron a las puertas del «corazón» del Parque Nacional.
De nuevo hubo que hacer un esfuerzo de imaginación para lavar la imagen de una Reserva de la Biosfera, Diploma del Consejo de Europa, Patrimonio de la Humanidad y, en definitiva, de un espacio que concentra prácticamente todas las figuras de protección medioambiental.
El Plan «Doñana 2005», promovido por el Ministerio de Medio Ambiente, aborda desde hace un lustro la regeneración de los aportes tradicionales de agua a las marismas. Y en paralelo, el «Corredor Verde del Guadiamar», de la mano de la Junta de Andalucía, ha permitido el trazado de un cordón ecológico en la zona degradada por el vertido minero, que transcurre a lo largo de 130 kilómetros, salpicado de equipamientos públicos.
En la actualidad ambas actuaciones están «hermanadas» a través de un mismo comité de expertos y coordinadas por el director del Instituto del Agua de Andalucía, de la Consejería de medio Ambiente, Hermelindo Castro.
«Doñana es hoy en día el centro del debate ecológico. Es un espacio que siempre renace de sus cenizas. Todo lo que tiene que ver con Doñana se convierte inmediatamente en energía positiva. Lo que le queda a Doñana es demostrar que es un ejemplo europeo de desarrollo sostenible, o lo que es lo mismo, que mantiene una lealtad entre el paisaje ecológico y el paisaje económico, pero en ambas direcciones».
Animadversión
Y de otro lado, la animadversión que en numerosas etapas de la reciente historia ha existido por parte de los habitantes del entorno hacia el Parque, se está amortiguando, según Hermelindo Castro, a marchas forzadas. «Absolutamente. Yo creo que los ayuntamientos del entorno están muy orgullosos de la marca Doñana. Ya es una denominación de origen de calidad».
Juan Romero, portavoz de Ecologistas en Acción en Huelva y miembro del Patronato de Doñana, cree sin embargo que determinados municipios aún no han captado la idea de que el Parque Nacional «es una oportunidad para crear empleo y para desarrollarse económicamente y que todavía lo ven como un obstáculo».
Francisco Bella, alcalde de Almonte, recuerda que cuando en 1992 «ya se hablaba de desarrollo sostenible en Doñana, algo que sonaba un poco raro. Se intentaba definir diciendo que era poner en relación la conservación de la naturaleza y el desarrollo económico».
Para Bella, tanto Costa Doñana como el vertido «nos dieron el mensaje de que ese equilibrio hay que mantenerlo porque de lo contrario esto se va al traste. A partir de dos experiencias negativas que nos pusieron al borde del precipicio, la gente arrancó y empezó a funcionar de manera distinta».
No difiere de este discurso Miguel González, director gerente de la Fundación «Doñana 21», encargada de coordinar la ejecución del primer Plan de Desarrollo Sostenible, así como de un segundo que aún se configura.
«El cambio más importante ha sido de mentalidad, el cambio de cultura. Desde el punto de vista económico y social -expone- es evidente la diferencia que hay entre el año 1992 y 2005 en todos los indicadores. La mejora que se ha producido no es discutible, porque hemos pasado de una situación de paro a otra de importar mano de obra».
Y otro aspecto fundamental es que «más allá de que siguen existiendo problemas, todo el mundo acepta que Doñana es un valor positivo, aunque hay diferentes formas de interpretarlo. Un ejemplo claro es la etiqueta Doñana 21 (que impulsa la propia Fundación). El número de empresas que ha incorporado el vocablo «Doñana» en sus operaciones mercantiles ha crecido de forma exponencial. Y todo eso pone de manifiesto que la población entiende que Doñana es un activo. Esa es la revolución que se ha producido en la comarca a través del primer Plan de Desarrollo Sostenible».
Características diferenciales
El segundo contará con una serie de características diferenciales. Si el anterior vino marcado por las directrices del comité de expertos, «este nuevo será totalmente participativo. Y si el anterior estuvo basado fundamentalmente en grandes infraestructuras, ahora se trata de poner en valor los recursos que tenemos de una manera más eficiente».
Juan Romero, cree que el primer plan fue «casi exclusivamente de infraestructuras y de apoyo a las empresas, es decir un programa económico, que ha tenido una repercusión positiva, pero dejó en la cuneta la solución a muchos de los problemas graves que tenía y tiene Doñana».
Problemas que Juan Romero vincula a la sobreexplotación de los acuíferos subterráneos, al asfaltado de los caminos forestales y a la desforestación de los montes. Son, en palabras de Romero, «asignaturas pendientes que se deben abordar en el segundo plan».
El alcalde de Almonte indica que «la clave está en que hay que pensar en la gente, hay que ayudarle a superar el gran esfuerzo realizado durante la aplicación del primer plan. Ahora ya no se puede hablar de otros programa de infraestructuras, sino que debe ir dirigido a la cabeza de los ciudadanos, fomentando la formación y la participación, para lo cual es imprescindible contar con los ayuntamientos».
Sin recalificaciones
En que preside Francisco Bella puede presumir de haber reducido su tasa de paro de un 13,05 a un 2 actual, «y no hemos recalificado ni un metro de terreno. En la comarca existe otro modelo de desarrollo sostenible que hace feliz a la gente. Y luego está la parte social. El segundo plan debe tener presente que la riqueza que se genere hay que repartirla y que debe haber justicia social.La certificación social también es imprescindible acuñarla en esta comarca para que el desarrollo sostenible sea económicamente viable, medioambientalmente sanísimo y socialmente justo».