Wilma floods La Habana
Tue, 25/10/2005
Los peores pronósticos se cumplieron en La Habana. Ayer, a la 1.30 (7.30, hora peninsular española), con la pleamar, las aguas entraron en tromba a la capital anegando viviendas y destrozando establecimientos cercanos a la costa. El huracán Wilma se alejaba de Cuba y apenas llovía, pero en sólo dos horas el nivel del mar subió metro y medio y comenzaron las inundaciones. Los ocho kilómetros del malecón y algunos tramos de San Lázaro, la Quinta Avenida, la avenida de los Presidentes, Prado, Línea y otras importantes vías de la ciudad estaban ayer por la tarde bajo las aguas. Cientos de efectivos de la Defensa Civil utilizaban botes, vehículos anfibios y hasta colchonetas de goma para rescatar a la gente.
El ojo del huracán Wilma pasó a 170 kilómetros de La Habana. Menos mal. Las autoridades lo advirtieron 72 horas antes: cuando el ciclón pusiera rumbo a Florida después de devastar la península mexicana de Yucatán, llegaría el verdadero peligro para la ciudad. Por suerte, 200.000 personas habían sido evacuadas con tiempo suficiente de las áreas capitalinas de mayor riesgo y las zonas bajas de la provincia.
Los cinco municipios habaneros con costas -Playa, Plaza, la Habana Vieja, Centro Habana y Habana del Este- se vieron afectados por las inundaciones. En algunos puntos, la situación ayer era complicada, por no decir angustiosa. Del hospital materno-infantil América Arias, fue evacuada en bote una mujer con trillizos; su nombre -cosas del Caribe- era Vilma (con uve) Salcedo.
Dos manzanas más abajo, la sede de la Cancillería cubana estaba cercada por las aguas. Cuando las olas rompían sobre el malecón, la espuma escupida por la piedra superaba sus ocho plantas. Lo mismo sucedía en el Castillo del Morro, cuyo faro era engullido por la marejada salvaje. Al otro lado de la bahía, la Embajada española tuvo que cerrar sus puertas debido a la cercanía de las aguas.
En el barrio de Miramar, sobre todo entre la Calle Primera y la Quinta Avenida, se vivió una noche de pesadilla. Pese a que la Defensa Civil pidió desde por la mañana a la población mantenerse en estado de máxima alerta, la rapidez con que se produjo la penetración del mar casi no dio tiempo a reaccionar. A las tres de la madrugada, los vecinos cargaban colchones, televisores, muebles, ropa y todo lo que podían salvar con el agua por la cintura.
Hoteles aislados
Los hoteles Meliá Cohiba y Presidente, en El Vedado, quedaron aislados por tierra -se podía llegar en lancha-. En sus inmediaciones, a algunos socorristas les llegaba el agua al cuello, otros nadaban. Ningún viajero, dijeron fuentes del sector turístico, ha sufrido daños. La situación era todavía peor en algunas zonas de Santa Fe, donde el mar penetró más de 500 metros. Varios túneles de La Habana se inundaron. La mayoría de los barrios seguía anoche sin servicio eléctrico, cortado desde la mañana del domingo.
Todo era previsible, tanto que el presidente cubano, Fidel Castro, compareció el domingo por la noche en televisión para pedir a la gente que cumpliera las medidas preventivas. El mandatario ofreció ayuda a las autoridades mexicanas para enfrentar la devastación provocada por Wilma en Yucatán. Horas después llegó el desastre.
Se trata de las peores inundaciones provocadas por un fenómeno de este tipo en la historia de la ciudad, mayores incluso que las de la Tormenta del Siglo, en marzo de 1993, que dejó cinco muertos y pérdidas millonarias. Todavía no hay un cálculo oficial de daños ni datos sobre fallecidos. Pese a que las pérdidas serán cuantiosas, el bien engrasado sistema cubano de prevención de desastres naturales funcionó. El despliegue de los órganos de la defensa civil ha sido grande: 90.000 efectivos colaborando en labores de rescate y protección, 637.000 personas evacuadas; 15.000 médicos y paramédicos movilizados y 1.000 albergues abiertos.
Las penetraciones del mar se produjeron en toda la costa norte occidental, sobre todo en La Habana y Pinar del Río, donde pueblos enteros fueron evacuados y el agua llegó un kilómetro tierra adentro. Lo peor para muchos habaneros es que el Instituto de Meteorología ha anunciado que, todavía esta madrugada los últimos coletazos de Wilma traerán más aguas.
El ojo del huracán Wilma pasó a 170 kilómetros de La Habana. Menos mal. Las autoridades lo advirtieron 72 horas antes: cuando el ciclón pusiera rumbo a Florida después de devastar la península mexicana de Yucatán, llegaría el verdadero peligro para la ciudad. Por suerte, 200.000 personas habían sido evacuadas con tiempo suficiente de las áreas capitalinas de mayor riesgo y las zonas bajas de la provincia.
Los cinco municipios habaneros con costas -Playa, Plaza, la Habana Vieja, Centro Habana y Habana del Este- se vieron afectados por las inundaciones. En algunos puntos, la situación ayer era complicada, por no decir angustiosa. Del hospital materno-infantil América Arias, fue evacuada en bote una mujer con trillizos; su nombre -cosas del Caribe- era Vilma (con uve) Salcedo.
Dos manzanas más abajo, la sede de la Cancillería cubana estaba cercada por las aguas. Cuando las olas rompían sobre el malecón, la espuma escupida por la piedra superaba sus ocho plantas. Lo mismo sucedía en el Castillo del Morro, cuyo faro era engullido por la marejada salvaje. Al otro lado de la bahía, la Embajada española tuvo que cerrar sus puertas debido a la cercanía de las aguas.
En el barrio de Miramar, sobre todo entre la Calle Primera y la Quinta Avenida, se vivió una noche de pesadilla. Pese a que la Defensa Civil pidió desde por la mañana a la población mantenerse en estado de máxima alerta, la rapidez con que se produjo la penetración del mar casi no dio tiempo a reaccionar. A las tres de la madrugada, los vecinos cargaban colchones, televisores, muebles, ropa y todo lo que podían salvar con el agua por la cintura.
Hoteles aislados
Los hoteles Meliá Cohiba y Presidente, en El Vedado, quedaron aislados por tierra -se podía llegar en lancha-. En sus inmediaciones, a algunos socorristas les llegaba el agua al cuello, otros nadaban. Ningún viajero, dijeron fuentes del sector turístico, ha sufrido daños. La situación era todavía peor en algunas zonas de Santa Fe, donde el mar penetró más de 500 metros. Varios túneles de La Habana se inundaron. La mayoría de los barrios seguía anoche sin servicio eléctrico, cortado desde la mañana del domingo.
Todo era previsible, tanto que el presidente cubano, Fidel Castro, compareció el domingo por la noche en televisión para pedir a la gente que cumpliera las medidas preventivas. El mandatario ofreció ayuda a las autoridades mexicanas para enfrentar la devastación provocada por Wilma en Yucatán. Horas después llegó el desastre.
Se trata de las peores inundaciones provocadas por un fenómeno de este tipo en la historia de la ciudad, mayores incluso que las de la Tormenta del Siglo, en marzo de 1993, que dejó cinco muertos y pérdidas millonarias. Todavía no hay un cálculo oficial de daños ni datos sobre fallecidos. Pese a que las pérdidas serán cuantiosas, el bien engrasado sistema cubano de prevención de desastres naturales funcionó. El despliegue de los órganos de la defensa civil ha sido grande: 90.000 efectivos colaborando en labores de rescate y protección, 637.000 personas evacuadas; 15.000 médicos y paramédicos movilizados y 1.000 albergues abiertos.
Las penetraciones del mar se produjeron en toda la costa norte occidental, sobre todo en La Habana y Pinar del Río, donde pueblos enteros fueron evacuados y el agua llegó un kilómetro tierra adentro. Lo peor para muchos habaneros es que el Instituto de Meteorología ha anunciado que, todavía esta madrugada los últimos coletazos de Wilma traerán más aguas.