The water war in Valencia
Sun, 25/09/2005
Valencia
El Ejecutivo valenciano, que preside el popular Francisco Camps, ha convertido el agua en el argumento central de su enfrentamiento con el Gobierno socialista de José Luis Rodríguez Zapatero. Tras tensar la cuerda con el Ejecutivo central en materias como las inversiones en infraestructuras, el reconocimiento del catalán en la Unión Europea o la financiación de la sanidad, Camps ha centrado en la política hídrica su oposición a los socialistas.
Durante los últimos cuatro años, el PP valenciano ha hecho de la defensa numantina del trasvase del Ebro a la Comunidad Valenciana el eje central de su discurso. Primero criticando a los socialistas de Aragón y Cataluña por su pretensión de derogar la transferencia de agua a tierras valencianas. Luego, acusando al Gobierno de Zapatero de querer cercenar el crecimiento valenciano con la derogación del trasvase.
Sin embargo, en los últimos meses algo se ha torcido en la estrategia de los populares y miles de regantes valencianos se enfrentan a cara de perro a cuenta del trazado del trasvase Júcar-Vinalopó: dos cuencas exangües por la sequía -sobre todo los acuíferos del Vinalopó- que está previsto unir con una tubería para trasvasar agua del Júcar a las comarcas alicantinas.
En la Comunidad Valenciana no se han producido hasta ahora restricciones en el abastecimiento de agua, pero la situación de sequía ha despertado todos los miedos de los regantes de la cuenca del Júcar y del Vinalopó.
Los regantes del Júcar consideran que el trasvase previsto cauce arriba, en el embalse de Cortes de Pallás, les privaría de unos recursos que necesitan. Los regantes del Vinalopó, en el sur de Alicante, están convencidos de que si se cambia la toma de agua -cuyas obras están bastante avanzadas- tal y como estudia en la actualidad el Ministerio de Medio Ambiente el trasvase se retrasará o no se realizará nunca.
El enfrentamiento entre regantes de un mismo territorio no se entiende, sin embargo, sin el reiterado discurso del PP, que se niega a mover un ápice su posición de defensa del trasvase del Ebro ya derogado y, simultáneamente, se opone ferozmente a la instalación de desaladoras por parte del Gobierno central. Camps y el presidente nacional del PP, Mariano Rajoy, han asegurado en repetidas ocasiones que cuando recuperen el Gobierno de España retomarán las obras del trasvase del Ebro.
Esta transferencia de agua desde Cataluña y la modernización de los riegos de la cuenca del Júcar -que la Generalitat lleva con retraso por dificultades presupuestarias- eran básicas para justificar el trasvase al Vinalopó desde la parte alta del Júcar.
Sin trasvase del Ebro y con las inversiones en riego localizado retrasadas, los regantes del Júcar piden ahora que el trasvase se haga desde la desembocadura del río en Cullera, que será el punto donde habrá finalmente sobrantes. Para reclamar el cambio de la toma del agua del trasvase, miles de personas se manifestaron el 28 de mayo en la ciudad de Sueca, próxima a la desembocadura del Júcar.
El Consell que preside Francisco Camps valoró la sonora protesta social, pero prefirió ignorarla. Según fuentes populares, si se hubiese aceptado la reivindicación de los regantes del Júcar la Generalitat habría debilitada su demanda sobre el trasvase del Ebro. Para los dirigentes el PP, la defensa del trazado del trasvase Júcar-Vinalopó es un signo de coherencia porque demuestra el carácter solidario de los valencianos con una transferencia entre cuencas internas. Una solidaridad que no niegan los regantes del Júcar, dispuestos a ceder agua si se cambia la toma. Según el PP, la firmeza de la Generalitat también demuestra fortaleza en la defensa del interés común por encima de protestas ciudadanas; y vuelve a evidenciar que los socialistas están en contra de cualquier trasvase que beneficie a la Comunidad Valenciana.
Camps y su Gobierno optaron el 10 de septiembre por sumarse a la manifestación convocada en Alicante por los regantes del Vinalopó en defensa del actual trazado del trasvase del Júcar.
El Ejecutivo valenciano no ahorró elogios hacia los manifestantes. Tantos como indiferencia habían mostrado la mayoría de cargos del PP hacia los manifestantes del Júcar.
Así, mientras distintas entidades sociales reclaman que se cree un Foro del Agua donde todas las partes se sienten y discutan qué hacer con un trasvase que enfrenta a los valencianos, Camps ha decidido apurar el discurso del agua en busca del mayor rédito electoral.
Un discurso suavizado en los últimos días ante el riesgo de que la opinión pública acabe responsabilizando al Consell de dividir a los valencianos. Así, el Gobierno valenciano se ha dado un respiro a cuenta del consenso obtenido con los socialistas en la reforma del Estatuto y ha suavizado sus formas.
Fuentes del Partido Socialista del País Valenciano (PSPV-PSOE) achacan esta rebaja de la tensión a la proximidad del debate sobre el Estado de la Comunidad Valenciana en el Parlamento autonómico, en la que el PP quiere ofrecer una imagen dialogante. Una imagen que, según los socialistas, se romperá en mil pedazos en cuanto el Ministerio de Medio Ambiente adopte cualquier nueva decisión destinada a hacer compatibles los intereses existentes en una y otra cuenca.
El Ejecutivo valenciano, que preside el popular Francisco Camps, ha convertido el agua en el argumento central de su enfrentamiento con el Gobierno socialista de José Luis Rodríguez Zapatero. Tras tensar la cuerda con el Ejecutivo central en materias como las inversiones en infraestructuras, el reconocimiento del catalán en la Unión Europea o la financiación de la sanidad, Camps ha centrado en la política hídrica su oposición a los socialistas.
Durante los últimos cuatro años, el PP valenciano ha hecho de la defensa numantina del trasvase del Ebro a la Comunidad Valenciana el eje central de su discurso. Primero criticando a los socialistas de Aragón y Cataluña por su pretensión de derogar la transferencia de agua a tierras valencianas. Luego, acusando al Gobierno de Zapatero de querer cercenar el crecimiento valenciano con la derogación del trasvase.
Sin embargo, en los últimos meses algo se ha torcido en la estrategia de los populares y miles de regantes valencianos se enfrentan a cara de perro a cuenta del trazado del trasvase Júcar-Vinalopó: dos cuencas exangües por la sequía -sobre todo los acuíferos del Vinalopó- que está previsto unir con una tubería para trasvasar agua del Júcar a las comarcas alicantinas.
En la Comunidad Valenciana no se han producido hasta ahora restricciones en el abastecimiento de agua, pero la situación de sequía ha despertado todos los miedos de los regantes de la cuenca del Júcar y del Vinalopó.
Los regantes del Júcar consideran que el trasvase previsto cauce arriba, en el embalse de Cortes de Pallás, les privaría de unos recursos que necesitan. Los regantes del Vinalopó, en el sur de Alicante, están convencidos de que si se cambia la toma de agua -cuyas obras están bastante avanzadas- tal y como estudia en la actualidad el Ministerio de Medio Ambiente el trasvase se retrasará o no se realizará nunca.
El enfrentamiento entre regantes de un mismo territorio no se entiende, sin embargo, sin el reiterado discurso del PP, que se niega a mover un ápice su posición de defensa del trasvase del Ebro ya derogado y, simultáneamente, se opone ferozmente a la instalación de desaladoras por parte del Gobierno central. Camps y el presidente nacional del PP, Mariano Rajoy, han asegurado en repetidas ocasiones que cuando recuperen el Gobierno de España retomarán las obras del trasvase del Ebro.
Esta transferencia de agua desde Cataluña y la modernización de los riegos de la cuenca del Júcar -que la Generalitat lleva con retraso por dificultades presupuestarias- eran básicas para justificar el trasvase al Vinalopó desde la parte alta del Júcar.
Sin trasvase del Ebro y con las inversiones en riego localizado retrasadas, los regantes del Júcar piden ahora que el trasvase se haga desde la desembocadura del río en Cullera, que será el punto donde habrá finalmente sobrantes. Para reclamar el cambio de la toma del agua del trasvase, miles de personas se manifestaron el 28 de mayo en la ciudad de Sueca, próxima a la desembocadura del Júcar.
El Consell que preside Francisco Camps valoró la sonora protesta social, pero prefirió ignorarla. Según fuentes populares, si se hubiese aceptado la reivindicación de los regantes del Júcar la Generalitat habría debilitada su demanda sobre el trasvase del Ebro. Para los dirigentes el PP, la defensa del trazado del trasvase Júcar-Vinalopó es un signo de coherencia porque demuestra el carácter solidario de los valencianos con una transferencia entre cuencas internas. Una solidaridad que no niegan los regantes del Júcar, dispuestos a ceder agua si se cambia la toma. Según el PP, la firmeza de la Generalitat también demuestra fortaleza en la defensa del interés común por encima de protestas ciudadanas; y vuelve a evidenciar que los socialistas están en contra de cualquier trasvase que beneficie a la Comunidad Valenciana.
Camps y su Gobierno optaron el 10 de septiembre por sumarse a la manifestación convocada en Alicante por los regantes del Vinalopó en defensa del actual trazado del trasvase del Júcar.
El Ejecutivo valenciano no ahorró elogios hacia los manifestantes. Tantos como indiferencia habían mostrado la mayoría de cargos del PP hacia los manifestantes del Júcar.
Así, mientras distintas entidades sociales reclaman que se cree un Foro del Agua donde todas las partes se sienten y discutan qué hacer con un trasvase que enfrenta a los valencianos, Camps ha decidido apurar el discurso del agua en busca del mayor rédito electoral.
Un discurso suavizado en los últimos días ante el riesgo de que la opinión pública acabe responsabilizando al Consell de dividir a los valencianos. Así, el Gobierno valenciano se ha dado un respiro a cuenta del consenso obtenido con los socialistas en la reforma del Estatuto y ha suavizado sus formas.
Fuentes del Partido Socialista del País Valenciano (PSPV-PSOE) achacan esta rebaja de la tensión a la proximidad del debate sobre el Estado de la Comunidad Valenciana en el Parlamento autonómico, en la que el PP quiere ofrecer una imagen dialogante. Una imagen que, según los socialistas, se romperá en mil pedazos en cuanto el Ministerio de Medio Ambiente adopte cualquier nueva decisión destinada a hacer compatibles los intereses existentes en una y otra cuenca.