Flows in North Europe coincide with drought in South Europe

Mon, 29/08/2005

ABC

Mientras las lluvias torrenciales inundaban Suiza, Austria, Alemania y Bulgaria, los efectos de la sequía se dejan sentir con fuerza en España, Portugal y Francia

A. ACOSTA

MADRID. Muchas partes de Europa están sufriendo eventos meteorológicos extremos. Las imágenes las hemos visto estos días. Mientras un incremento en las lluvias dejaba graves inundaciones en Suiza, Austria, Alemania y Bulgaria, países como España, Portugal y Francia experimentan en su propia piel los efectos de una sequía que ha reducido considerablemente la producción agrícola y favorecido las condiciones para que una extensa superficie forestal haya sido pasto de las llamas. Los países y las regiones afectadas piden ayuda, pero la pregunta que subyace es: ¿Es ésta la Europa del futuro o se trata de un suceso aislado?

La respuesta la da el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF, en sus siglas en inglés) en el informe «Cambio climático y sucesos meteorológicos en Europa»: el culpable es el cambio climático originado por el modelo energético del hombre. Por tanto, no se trata de un hecho aislado ni repentino. El cambio climático ha supuesto ya el aumento de las temperaturas en Europa en torno a un grado centígrado durante el siglo pasado. Y en cuanto a si ésta será la Europa del futuro basta decir que los actuales eventos extremos en la Península Ibérica, en los Alpes y en la cuenca del Danubio concuerdan con los distintos escenarios que los climatólogos han realizado para una Europa cada día más cálida.

Desde WWF se advierte de que, a menos que Europa incremente sus esfuerzos para frenar el cambio climático, los europeos tendrán que acostumbrarse a cada vez más impactos catastróficos sobre los hombres y la naturaleza. Confían en que el verano que estamos viviendo pueda servir como «una llamada a los líderes europeos en el sentido de que el mejor camino para asegurar que los desastres sean menos frecuentes y virulentos en el futuro es cortar las emisiones de gases de efecto invernadero».

Temperaturas en ascenso

Y es que la concentración de dióxido de carbono en la atmósfera se ha incrementado un 36% desde la etapa preindustrial, siendo el nivel más alto en los últimos 420.000 años. Debido en gran parte a un aumento del CO2 provocado por las actividades humanas, el clima en muchas partes del mundo, incluida Europa, se está calentando.

Los datos hablan por sí solos. La temperatura media global ha aumentado en torno a 0,6 grados centígrados, mientras que la europea lo ha hecho una media de 0,95 grados en los últimos cien años. Los ocho años más cálidos en la historia de Europa se han producido en los últimos catorce años. De acuerdo a la tendencia global, los inviernos en Europa se han calentado más que los veranos, dando como resultado inviernos más suaves y una reducción en las variaciones entre estaciones. Se prevé que las temperaturas subirán entre 1,4 y 5,8 grados centígrados en todo el mundo para el año 2100, siendo este aumento en Europa de entre 2 y 6,3 grados.

Es probable además que el calentamiento estimado en Europa sea mayor en los países del sur (España, Portugal, Italia y Grecia) y menor a lo largo de la costa Atlántica. Como consecuencia, la Agencia Ambiental Europea predice que el sur de Europa experimentará eventos meteorológicos extremos como un incremento del estrés hídrico, mayor frecuencia de incendios forestales, aumento del calor y de los riesgos para la salud humana. Factores que, lejos de las predicciones, ya los estamos sufriendo.

La mano del hombre

Estos episodios extremos aparecen cada vez con mayor frecuencia. Por ejemplo, los veranos de 1995 y 2003 fueron extremadamente calurosos en muchas partes de Europa, mientras que 2002 fue muy húmedo y trajo inundaciones en el centro del continente. Cuando se compara con la frecuencia histórica, la acumulación de algunos de estos eventos en décadas recientes no es común. Ahora existen evidencias de que la frecuencia y extensión de estos episodios han sido causados por un cambio del clima a condiciones más extremas. Lo cierto es que el caluroso verano de 2003, que provocó la muerte de unas 40.000 personas, puede explicarse sólo incluyendo entre las variables al cambio climático inducido por el hombre. ¿Y el actual?