New Orleans inhabitants have been moved due to Hurricane Katrina

Mon, 29/08/2005

ABC

El alcalde de la «ciudad del jazz» ordena la evacuación de un área con más de un millón de residentes y organiza servicios de urgencia para los incapacitados

PEDRO RODRÍGUEZ. CORRESPONSAL

WASHINGTON. Lo que empezó como una caribeña depresión tropical con el inocente nombre de «Katrina» ha terminado -tras atravesar Florida- por convertirse en un monstruoso huracán con vientos de más de 280 kilómetros por hora. Un devastador gigante de la naturaleza con pocos precedentes en la dramática historia meteorológica de Estados Unidos y que a partir de hoy, en torno al mediodía de España, está previsto que se estrelle contra las costas de Luisiana, Mississippi y Alabama. Una catastrófica amenaza, acompañada por olas de hasta diez metros de altura, que ha forzado la evacuación de millones de personas, convirtiendo las carreteras cercanas al golfo de México en un monumental y angustioso atasco.

Estos miedos con tintes apocalípticos se centran principalmente en torno a la histórica ciudad de Nueva Orleáns, construida a unos dos metros bajo el nivel del mar y rodeada casi por completo por marismas, el río Mississippi y el lago Pontchartrain. Se trata de un sistema de aguas controladas por un complejo mecanismo de canalizaciones y diques vulnerables a la anticipada fuerza de «Katrina».

El alcalde, Ray Nagin, ha ordenado la obligatoria salida de los habitantes de esta zona metropolitana con una población total de 1,3 millones de personas. Además, se han abierto las puertas de una decena de refugios temporales como el famoso complejo deportivo y centro de exposiciones «Superdome» para aquellos vecinos y turistas sin los medios necesarios para salir de la ciudad.

Fuerza sin precedentes

Según las declaraciones del alcalde Nagin, «la ciudad de Nueva Orleáns nunca se ha visto en la trayectoria de un huracán de esta fuerza», anticipando gravísimas inundaciones y la interrupción de suministros básicos como electricidad o agua potable. Más de treinta condados de Luisiana han declarado el estado de emergencia, y han ordenado evacuaciones obligatorias en al menos once jurisdicciones. Similares precauciones se han adoptado en la zona costera compartida por Mississippi, Alabama y la franja de Florida conocida popularmente como «el mango de la sartén».

El presidente estadounidense, desde su rancho en Texas donde apura sus cinco semanas de vacaciones de trabajo fuera de Washington, se ha sumado a las peticiones oficiales para que los ciudadanos tomen en serio la amenaza de «Katrina». George W. Bush ha recalcado la gravedad de esta amenaza meteorológica, comprometiéndose a emplear todos los recursos del Gobierno federal y las necesarias ayudas a la población.

A partir de su entrada por la costa atlántica de Florida -cobrándose la vida de nueve personas y dejando sin electricidad a más de un millón de hogares- «Katrina» ha multiplicado su potencia hasta alcanzar ayer la categoría cinco, la más devastadora en la escala de Saffir-Simpson utilizada para medir huracanes. En los anales climáticos, Estados Unidos solamente ha sufrido tres tormentas con fuerza destructora comparable: el llamado huracán del «Labor Day» en 1935, «Camilla» en 1969 y «Andrew» en 1992. Este último, considerado como el huracán más costoso en la historia estadounidense, acumuló daños materiales superiores a los 30.000 millones de dólares y más de cuarenta muertos.

Efectos sobre el precio del crudo

El gran riesgo adicional de «Katrina» es que su trayectoria afecte a la producción petrolera del Golfo México, temores especulativos que ya han provocado que el barril de crudo llegase a alcanzar los 68 dólares en Nueva York. Los últimos cálculos de trayectoria amenazan a pozos de extracción de petróleo y gas en una zona responsable de un tercio de la producción estadounidense.

Además de la evacuación de estas instalaciones flotantes se ha decidido interrumpir las actividades de la mayor terminal para recibir petróleo importado, situada a treinta kilómetros de la costa de Luisiana. Con capacidad para trasegar un millón de barriles de crudo diarios, por este puerto pasa un once por ciento de las necesidades petroleras de Estados Unidos. Ante este panorama de inactividad forzosa, se espera que el petróleo supere los 70 dólares por barril.