This year has been the dryest year since 1989 in Pontevedra and Santiago

Mon, 29/08/2005

La Voz de Galicia

La sequía fue menos acusada en?A Coruña, Lugo y Ourense La escasez de lluvias del pasado invierno decidirá el signo del año hidrológico 2004-2005, sin que las precipitaciones acumuladas en primavera y lo que va de verano basten para compensar el déficit registrado de noviembre a marzo. Cuando este martes se cierre el último ciclo anual del agua, tal como ocurrió en el anterior, la sequía volverá a confirmarse. En toda Galicia llovió menos de lo normal desde el 1 de septiembre del 2004, y en zonas de las Rías Baixas las cantidades apenas representaron el 50% de la media climática. Peor parte llevaron puntos de Andalucía y Extremadura, donde el déficit rozó el 70%. El año no dio para récords históricos (sí los hubo de temperaturas), pero al menos en Pontevedra y Santiago quedó como el segundo más seco de los últimos treinta años, con 1.048 litros sobre el Lérez, de los 1.778 que tendrían que caer, y 1.018 en Santiago, por los 1.862 de su media: valores muy bajos que no se recogían en ambas ciudades desde 1989. Aquel año negro para los montes gallegos (se declararon 8.200 incendios con un promedio de 24 hectáreas quemadas), otra sequía generalizada menguó el río Arnoia y tras descubrir la contaminación de su lecho acabó desencadenando la revuelta popular que concluyó con la ocupación de la alcaldía de Allariz por el nacionalista Anxo Quintana. Tres meses después, Manuel Fraga llegaba a la Xunta. Política y clima Transcurridos 16 años, el cambio de Gobierno y la sequía vuelven a coincidir, y en ambos casos sin margen para pronósticos fiables. Aunque los dos últimos ciclos hídricos resultaron deficitarios -el 2003 fue húmedo, por no retroceder al diluvial 2001-, los meteorólogos rechazan cualquier hipótesis sobre la existencia de un período prolongado de sequía. Habrá que esperar años para conocer el significado climático del 2005. Por lo pronto, en Pontevedra y Santiago va a concluir «muy seco», la peor categoría de la escala; en Lugo y Ourense, «seco», y en A Coruña y Ferrol, al límite de la normalidad, aunque sin alcanzarla: diferencias notables que guardan relación con los contrastes climáticos de Galicia. Ciudades húmedas La diversidad es tal que los promedios anuales de lluvia describen un pronunciado arco desde los 500 litros de las comarcas del valle Miño-Sil a los 2.000 de las sierras litorales de Barbanza y A Groba, o las de la Dorsal Galega. Las ciudades más húmedas son Pontevedra, Vigo y Santiago, por su localización al fondo de tres corredores naturales que discurren en dirección Suroeste (las rías y el valle del Ulla) y ejercen de cañón de las masas lluviosas que caracterizan los meses fríos de la comunidad desde esa misma dirección. Precisamente, la escasez en el último invierno de estos vientos del Suroeste fue el factor determinante de la falta de lluvias y de su especial incidencia en las zonas más dependientes de estos flujos. Ya que los vientos no soplan a capricho, sino por donde los mandan, el origen de la sequía ya se asocia al anticiclón de bloqueo que se instaló en el Reino Unido todo el invierno, enviando a Galicia vientos del Norte, muy fríos, pero secos. Así pasó lo que pasó de noviembre a marzo. Cuatro meses de olas polares con niveles de precipitación minúsculos: 191 litros recogidos en Pontevedra cuando deberían haber caído 890; 245 en Santiago, por los 955 normales; 183 en Lugo (le corresponderían 457), y 264 litros en la costa coruñesa, frente a los 490 de rigor.