Mercury, a new contamination menace in the Amazonia
Mon, 22/08/2005
La contaminación de los suelos y de los ríos por metales pesados, especialmente el mercurio, se ha convertido en una nueva amenaza para la salud de la población de la Amazonía brasileña. Desde el año 1980 han sido descargadas en esta región más de 2.000 toneladas por la industria minera artesanal, una práctica conocida como garimpo. Algunos expertos e investigadores del país carioca afirman sin embargo que probablemente existe una cantidad mucho mayor de este metal pesado en la propia naturaleza amazónica, según se recoge en un artículo de la publicación del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), Tierramérica.
El garimpo, en realidad aportó sólo el 3% del mercurio presente en la Amazonía brasileña, ya que «la región es rica en mercurio natural», explica el biólogo de la Universidad Federal de Pará (UFPA), Reinaldo Peleja, basándose en datos de algunas investigaciones de expertos brasileños y canadienses que examinaron los suelos de la cuenca del río. El origen natural de este metal pesado en la zona se demuestra con la aparición de peces contaminados en áreas lejanas a los garimpos, una fuente identificada del metal, explica el especialista. El río Negro, de poca actividad minera, tiene casi el doble de mercurio que el río Tapajós, de cuya cuenca se extrae oro.
La contaminación de áreas mineras y del ríos preocupa a los expertos desde el auge del oro amazónico en los años 80. Los garimpeiros usan el mercurio para recoger partículas de oro dispersas en la tierra, por amalgama, que posteriormente se calienta a elevadas temperaturas para que el mercurio se evapore, lo que contamina a los habitantes de zonas cercanas y al Medio Ambiente en general.
Riesgos para la salud
Cuando el mercurio permanece en los suelos, explica el experto, se mantiene en su forma inorgánica menos tóxica, pero cuando llega a los ríos, a través del aire, del agua de la lluvia o las inundaciones, entra en la cadena alimenticia de los peces y se transforma en metilmercurio, que si llega al ser humano en determinadas cantidades puede provocar problemas neurológicos.
Algunos trabajadores dedicados durante años a la quema de amalgama de mercurio para extraer el oro, como Ivo Lubrina, de 57 años y presidente de la Asociación de Mineros de Oro de Tapajós, presentan ya síntomas neurológicos importantes como el temblor en las manos. Él confiesa que conocía los riesgos, pero siguió realizando su trabajo durante más de 30 años.
En la Reserva garimpeira de la Cuenca del Tapajós, que ocupa unos 23.000 kilómetros cuadrados al oeste del norteño estado de Pará, trabajan unos 70.000 mineros y otras 20.000 personas les prestan servicios indirectos.
Según un informe del Centro de Tecnología Mineral del Ministerio de Ciencia y Tecnología , se han detectado peces con índices de mercurio hasta 40 veces superiores a los que se considera aceptable, además de especies vegetales y suelos con alta contaminación.
El uso del mercurio está prohibido en Brasil desde 1989, pero la ley que lo prohíbe no se cumple. «Hay que demostrar las ventajas de las alternativas, con beneficios cotidianos inmediatos no a futuro», destaca Zuleica Castilho, experta en evaluación de riesgos ambientales. Los garimpeiros «conocen los riesgos» y también la necesidad de utilizar equipos protectores, pero «por su cultura y las presiones y prisas en su labor, abandonan los cuidados», lamentó.
Se tienen pocos datos acerca de los daños biológicos del mercurio en humanos y peces, explica Peleja. El límite considerado recomendable para humanos es 50 partes por millón (ppm) del metal, pero se conocen algunos casos de trabajadores con más de 176 ppm y salud «aparentemente normal». «Se trata de un problema silencioso, crónico, que avanza hacia una situación grave dentro de 20 a 30 años», destacó. «No habrá una epidemia repentina de enfermedades neurológicas en la Amazonía», coincide Sandra Hacon, bióloga y doctorada en geoquímica, ya que el mercurio se libera en «dosis homeopáticas» y muchos síntomas atribuidos a la contaminación se confunden con enfermedades frecuentes en la región, como la malaria o la epilepsia.
Esta bióloga participa en la elaboración de un Plan de Acción que la Organización del Tratado de Cooperación Amazónica pretende impulsar en sus ocho países miembros (Bolivia, Brasil, Colombia, Ecuador, Guyana, Perú, Suriname y Venezuela) y que estará listo en septiembre. «El primer paso es crear un banco de datos y sistematizar los casi 400 estudios publicados sobre el tema», explicó. Los ocho países son productores de oro mediante minería artesanal.
En opinión del oceanógrafo y experto en geoquímica de metales pesados, Julio Wasserman, «faltan investigaciones más amplias de especialistas residentes en la Amazonía, que puedan trabajar allí en periodos prolongados». Actualmente «son muy pocos y les faltan recursos».
El garimpo, en realidad aportó sólo el 3% del mercurio presente en la Amazonía brasileña, ya que «la región es rica en mercurio natural», explica el biólogo de la Universidad Federal de Pará (UFPA), Reinaldo Peleja, basándose en datos de algunas investigaciones de expertos brasileños y canadienses que examinaron los suelos de la cuenca del río. El origen natural de este metal pesado en la zona se demuestra con la aparición de peces contaminados en áreas lejanas a los garimpos, una fuente identificada del metal, explica el especialista. El río Negro, de poca actividad minera, tiene casi el doble de mercurio que el río Tapajós, de cuya cuenca se extrae oro.
La contaminación de áreas mineras y del ríos preocupa a los expertos desde el auge del oro amazónico en los años 80. Los garimpeiros usan el mercurio para recoger partículas de oro dispersas en la tierra, por amalgama, que posteriormente se calienta a elevadas temperaturas para que el mercurio se evapore, lo que contamina a los habitantes de zonas cercanas y al Medio Ambiente en general.
Riesgos para la salud
Cuando el mercurio permanece en los suelos, explica el experto, se mantiene en su forma inorgánica menos tóxica, pero cuando llega a los ríos, a través del aire, del agua de la lluvia o las inundaciones, entra en la cadena alimenticia de los peces y se transforma en metilmercurio, que si llega al ser humano en determinadas cantidades puede provocar problemas neurológicos.
Algunos trabajadores dedicados durante años a la quema de amalgama de mercurio para extraer el oro, como Ivo Lubrina, de 57 años y presidente de la Asociación de Mineros de Oro de Tapajós, presentan ya síntomas neurológicos importantes como el temblor en las manos. Él confiesa que conocía los riesgos, pero siguió realizando su trabajo durante más de 30 años.
En la Reserva garimpeira de la Cuenca del Tapajós, que ocupa unos 23.000 kilómetros cuadrados al oeste del norteño estado de Pará, trabajan unos 70.000 mineros y otras 20.000 personas les prestan servicios indirectos.
Según un informe del Centro de Tecnología Mineral del Ministerio de Ciencia y Tecnología , se han detectado peces con índices de mercurio hasta 40 veces superiores a los que se considera aceptable, además de especies vegetales y suelos con alta contaminación.
El uso del mercurio está prohibido en Brasil desde 1989, pero la ley que lo prohíbe no se cumple. «Hay que demostrar las ventajas de las alternativas, con beneficios cotidianos inmediatos no a futuro», destaca Zuleica Castilho, experta en evaluación de riesgos ambientales. Los garimpeiros «conocen los riesgos» y también la necesidad de utilizar equipos protectores, pero «por su cultura y las presiones y prisas en su labor, abandonan los cuidados», lamentó.
Se tienen pocos datos acerca de los daños biológicos del mercurio en humanos y peces, explica Peleja. El límite considerado recomendable para humanos es 50 partes por millón (ppm) del metal, pero se conocen algunos casos de trabajadores con más de 176 ppm y salud «aparentemente normal». «Se trata de un problema silencioso, crónico, que avanza hacia una situación grave dentro de 20 a 30 años», destacó. «No habrá una epidemia repentina de enfermedades neurológicas en la Amazonía», coincide Sandra Hacon, bióloga y doctorada en geoquímica, ya que el mercurio se libera en «dosis homeopáticas» y muchos síntomas atribuidos a la contaminación se confunden con enfermedades frecuentes en la región, como la malaria o la epilepsia.
Esta bióloga participa en la elaboración de un Plan de Acción que la Organización del Tratado de Cooperación Amazónica pretende impulsar en sus ocho países miembros (Bolivia, Brasil, Colombia, Ecuador, Guyana, Perú, Suriname y Venezuela) y que estará listo en septiembre. «El primer paso es crear un banco de datos y sistematizar los casi 400 estudios publicados sobre el tema», explicó. Los ocho países son productores de oro mediante minería artesanal.
En opinión del oceanógrafo y experto en geoquímica de metales pesados, Julio Wasserman, «faltan investigaciones más amplias de especialistas residentes en la Amazonía, que puedan trabajar allí en periodos prolongados». Actualmente «son muy pocos y les faltan recursos».