"The Júcar-Vinalopó divert must be negotiated", according to Aspe mayor

Mon, 15/08/2005

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Militante del PSPV-PSOE desde hace veinte años, Roberto Iglesias afronta, como alcalde de Aspe, un momento especialmente complicado tras estallar la polémica sobre el cambio de trazado del trasvase Júcar-Vinalopó. Iglesias es partidario de poner en marcha alternativas para que pueda llegar ya agua a su comarca y confía en que eso permita buscar un consenso sin el cual, según él, ningún trasvase, ni desde Cortes de Pallás ni desde Cullera, podrá ser viable.

En debate como el del agua es preciso, quizá, empezar por el principio. ¿Por qué necesita agua la comarca del Vinalopó?
Simplemente porque no tiene. El agua, en mi opinión, se ha convertido en un recurso vital para el desarrollo de la Comunidad Valenciana. Y, bueno, hasta ahora gran parte del esfuerzo hídrico de esta comarca se ha realizado en base a unos acuíferos que están en un proceso de sobreexplotación agudizado por la sequía. El agua, por tanto, como recurso, es vital para la industria, el abastecimiento, el regadío y también para el turismo.

Pero la propuesta de Medio Ambiente avalada por su partido, el PSPV, para trasladar la toma del Júcar-Vinalopo desde Cortes de Pallás a Cullera bloquea la solución.

No creo que el conflicto tenga que reducirse a dónde se toma el agua del Júcar. Ni el problema ni el futuro de la Comunidad Valenciana pueden reducirse a un trasvase. El problema del agua debe abordarse desde una perspectiva integral y aplicando las mejores tecnologías para facilitar la reutilización del agua, el ahorro, la optimización del rendimiento de las conducciones, la construcción de depuradoras, desaladoras y modernización de regadíos. Pero, por supuesto, también deben tenerse en cuenta los trasvases aunque no se pueda reducir la cuestión sólo a eso. Intentar mitificar unas soluciones para demonizar otras es abordar la problemática desde una perspectiva dogmática y parcial.

Sí es una evidencia clara que el Vinalopó necesita una aportación externa de agua.

Cierto. Pero dentro de todo este aspecto, la realización de un trasvase tiene que reunir una condición «sine qua non» y que es exista un consenso o un acuerdo entre la parte cedente y la receptora. Si esa condición no se produce, cualquier trasvase es absolutamente inviable.

¿Y qué condiciones se deben dar para que el Júcar-Vinalopó vuelva a convertirse en viable?

Hay que hacer un análisis claro de la situación actual. Y, nos guste o no, el consenso que se consiguió en 1997 con el Plan de Cuenca del Júcar, hoy por hoy, no existe. La parte que debe ceder el agua no está de acuerdo con que se tome desde Cortes de Pallás y el Vinalopó está a punto de explotar porque estamos hartos de tantos años de expectativas. Por eso, hay que suministrar agua al Vinalopó de forma rápida. ¿Cómo? Eso es perfectamente posible trasladando agua a través de las conducciones actuales que ya existen entre el Embalse de Alarcón, que ya es agua del río Júcar, y el de Crevillent. Desde ahí, con una inversión mínima de 7 kilómetros de tubería, se podría inyectar agua directamente al Vinalopó.

¿Usted no cree que eso sería un parche y, en ningún caso, una solución definitiva?

Eso, sobre todo, sería una ayuda que facilitaría llegar al imprescindible consenso entre ambas partes. Este planteamiento que yo hago permitiría que el Vinalopó se sentara a la mesa para llegar a un acuerdo con absoluta tranquilidad porque ya tendría una aportación de agua. Porque, insisto, si no se produce ese consenso huelga hablar de cualquier otra cosa. Un trasvase impuesto «a lo Cañete» no tiene ninguna viabilidad. El Júcar-Vinalopó requiere de un consenso que debería ser premisa fundamental para poder continuar las obras y resolver por completo el problema.

¿Pero usted cree que agua debería llegar desde la toma prevista inicialmente desde Cortes de Pallás o desde Cullera?

Si el Vinalopó no acepta el agua del Azud de la Marquesa no será solución pero tampoco la habrá si en la Ribera no acceden a que la conducción venga de Cortes de Pallás. El trasvase no puede valorarse, únicamente, desde el punto en el que se toma el agua sino que debe ser el que ambas partes acepten y para eso todo el mundo se tiene que sentar en una mesa.

¿Pero no es una barbaridad paralizar una obra en la que ya se han invertido 110 millones?

Es que yo creo que la obra del Júcar-Vinalopó es trascendente no por el montante de la inversión prevista, que es de 230 millones de euros, sino por lo que supone de cohesión territorial, de vertebración de la Comunidad y de solidaridad comarcal. Es más trascendente desde el punto de vista social que costoso económicamente.

¿Le molesta que el conflicto se haya originado, precisamente, con un gobierno de su partido?

No es una cuestión de que gobiernen unos u otros. El PSPV y los socialistas del Vinalopó hemos apostado desde hace veinte años por el trasvase. La prueba es que las obras de almacenamiento que hacen viable y que justifican la conducción desde el Júcar se ejecutaron en la época en la que nosotros gobernábamos. Lo que ocurre es que mi partido no ha sabido explicar el trabajo que ha hecho y el PP, por contra ha abierto una brecha, únicamente, porque ha sabido vender muy bien la expectativa. Es así y existen ejemplos claros. En los planes de obras de la Generalitat de 1994 figuraban infraestructuras fundamentales y actuaciones de modernización de regadíos que luego, tras acceder el PP al gobierno en el 95, nunca se completaron. Y las obras del postrasvase de la margen derecha del Vinalopó que el PP presupuesto en el año 2000 tampoco han continuado.

¿Aprueba la actuación que su secretario general, Joan Ignasi Pla, está teniendo en este conflicto?

Yo creo que Ignasi Pla conoce que para que cualquier trasvase se requiere del acuerdo o la aceptación tanto del que cede agua como del que la debe, finalmente, recibir. Y, para tomar una decisión, es necesario que se tengan en cuenta ambas opiniones.

Y la posición de los agricultores valencianos, ¿le parece insolidaria?

No en tanto que no se están oponiendo frontalmente a la posibilidad de que se realice el trasvase. Lo que sí me parece es inexplicable si se tiene en cuenta que en el año 97 se llegó a un acuerdo entre todas las partes que ahora no reconocen.

En 38 ayuntamientos, entre ellos el suyo, y en la Diputación se aprobó una moción en defensa del actual trazado. Ahora, su partido quiere que se debata otra respaldando la toma desde Cullera. ¿La piensa usted llevar al pleno?

El problema del agua es tan amplio que requiere que sea abordado de forma integral. No se puede reducir a un trasvase o a una desaladora. Ni tampoco a una moción en el pleno. Eso no lleva a ningún sitio. Lo importante es, como ya he dicho, inyectar agua al deficitario Vinalopó y buscar el consenso. El que haga lo contrario resolverá la cuestión de los votos pero no la del agua.

Entonces, ¿usted sería partidario de un gran pacto del agua?

Si hicimos un pacto antiterrorista y ahora hemos hecho otros para el Estatuto y los residuos, ¿por qué no lo vamos a hacer en una cuestión vital? Cuando uno busca regates en corto los acuerdos son muy difíciles. Y creo que ese pacto favorecería a toda la Comunidad Valenciana.