Safing rivers and recovering the fishing
Wed, 15/06/2005
EL PASADO 25 de octubre hice llegar al conselleiro de Medio Ambiente un escrito titulado Sugerencias para la recuperación de los salmónidos y demás especies piscícolas. Los problemas que en él se planteaban siguen de plena actualidad. En aquel escrito mencionaba el seminario que sobre la conservación del ecosistema fluvial organizó la Asociación para el Estudio y Mejora de los Salmónidos (AEMS) en 1994. Fruto de aquel encuentro fue la publicación de un libro titulado Manual práctico para la gestión sostenible de la pesca fluvial, que, como conclusión, expone un detallado plan de actuación. En resumen, se proponía recuperar la cabaña piscícola partiendo únicamente de las truchas que sustenta el río, y el saneamiento óptimo de sus aguas y riberas. Esto no lo dicen solamente los doctores de la AEMS, sino todos los estudios y publicaciones de Inglaterra y EE. UU. desde hace más de veinte años. Sin embargo, aquí, en Galicia, todo lo que se nos ocurre es repoblar indiscriminadamente con truchas provenientes de las piscifactorías del Veral y de Sobrado, de procedencia desconocida, con cepas genéticas distintas a las de las que siempre poblaron nuestros ríos, contagiándoles enfermedades contra las que las autóctonas no están protegidas. No resulta fácil entender que, a estas alturas, haya alguien que piense que una trucha nacida en una piscifactoría, acostumbrada a que le den pienso, sin haber tenido que luchar jamás para conseguirlo, va a sobrevivir en el río y desplazar de su postura a aquella nacida allí. Al río no hay que darle truchas, sino alimento. Si queremos que se origine de nuevo la cadena trófica, hoy rota, empezando por los microorganismos, que son el principal sustento de las truchas, el único camino que tenemos que seguir es el que recomienda el libro de la AEMS. En su conclusión primera dice: «Recuperación de las condiciones óptimas de los ríos como medio indispensable para mantener poblaciones de trucha común». Y en su conclusión tercera, subraya: «Recuperación de las poblaciones autóctonas, a partir, siempre que sea posible, de las que sustenta el propio río». Pero esto parece ser que con nosotros no va. El 11 de febrero de este año, la delegada de Medio Ambiente de La Coruña, según publicó La Voz de Galicia, explicó a los escolares que presenciaban la suelta de 20.000 huevos de trucha que «sin estas repoblaciones ya no habría peces en el río» (sic). Es como para echarse a temblar. No entiendo este comportamiento sistemático, ni aún pensando en que se podría estar haciendo para acallar bocas, echándole carne al río, porque incluso en este caso podrían ir tomándose otro tipo de medidas. Antes de que se pueda abordar definitivamente la depuración absoluta de todas las aguas, quisiera apuntar al conselleiro de Medio Ambiente una serie de medidas previas, que, resumidas, son las siguientes: 1ª) Suspender las repoblaciones indiscriminadas. 2ª) Recuperar las presas de los molinos, abandonadas o rotas. 3ª) Habilitar algún canal de molino como estación de alevinaje de padres procedentes del mismo río. 4ª) Colocar en los puentes contenedores de basura, con consejos que se podrían incluir en las licencias de pesca, para animar a los pescadores a mantener limpio el río y su entorno. 5ª) Limpiar los plásticos que queden colgados en los árboles y en las orillas del río. 6ª) Adecuación, en su momento, de los frezaderos. 7ª) Habilitar un teléfono de denuncias para uso de los pescadores, para el caso de que se observase alguna irregularidad, como presencia de furtivos, vertidos, etcétera. Sería una medida importante, que marcaría el comienzo de una buena relación de aquellos con la Administración, tan deteriorada hasta ahora. 8ª) Controlar en los pueblos los vertidos directos, generalmente evitables, procedentes de talleres mecánicos. 9ª) Control de los vertidos orgánicos directos que puedan ser evitables. 10ª) Colocar depuradoras a la salida de las piscifactorías. 11ª) Hacer pozos de decantación en la ejecución de movimientos de tierras de obras públicas. 12ª) Hacer pozos de decantación en caleras, graveras, etcétera. 13ª) Suspender la licencia a más minicentrales. 14ª) Exigir el caudal ecológico a las ya existentes, sobre todo en época de estiaje. 15ª) Exigir el caudal ecológico en las grandes presas hidráulicas. 16ª) Control de la población de cormoranes. 17ª) Control de la población de garzas. 18ª) Control de la población de nutrias. 19ª) Control de la población de visones. 20ª) Control de los árboles y arbustos de la ribera. Se considera ideal alternar zonas sombreadas con otras soleadas con áreas de pradera. En este momento, sobre todo en ríos pequeños, es excesiva la vegetación existente. 21ª) Limpieza de zonas del río con exceso de plantas sumergidas, que, seguramente, por el aporte nitrogenado de los purines, se han desarrollado en demasía. 22ª) Limpieza de las zonas donde se acumule gran cantidad de materia orgánica muerta. 23ª) Vigilancia una vez finalizada la temporada de pesca. 24ª) Colocar rejillas de seguridad en la salida de los canales de molinos, sobre todo en los recorridos de reo y salmón. 25ª) Control de las redes en las bocanas de las rías. 26ª) Hacer paseos fluviales, con su correspondiente vedado de pesca, al paso del río por algún pueblo, con lo que se consigue un atractivo y una piscifactoría natural. 27ª) Hacer tramos de pesca sin muerte. 28ª) Proporcionar a las casas rurales que lo soliciten permisos de pesca, que podrían usar como atractivo turístico a cambio del cuidado y vigilancia. 29ª) Promover algo similar para las sociedades colaboradoras de pesca deportiva. 30ª) Facilitar lo mismo a los ayuntamientos. 31ª) Estudio del desarrollo de las truchas en función del río. 32ª) El cebo natural. Este último asunto merece tratamiento aparte. Partiendo de que los aficionados al cebo natural tienen todo su derecho, habría que ir educando a los jóvenes en la pesca con el llamado anzuelo sin muerte. Alguien dijo algún día que la trucha es demasiado bella para matarla. Los cebos naturales causan una mortalidad diez veces mayor. Por tanto, creo que sólo hay dos alternativas: o meter siempre en el cesto la trucha pescada con anzuelo con muerte, o usar el cebo natural con anzuelo sin muerte. En ese caso, el índice de mortandad de la trucha devuelta al río pasaría del 33% al 8%.