La desertización es la destrucción de las tierras áridas, semiáridas y zonas subhúmedas secas, causada principalmente por variaciones climáticas y actividades humanas como el cultivo y el pastoreo excesivo, la deforestación y la falta de riego. El proceso tiene lugar porque los ecosistemas de las tierras áridas son extremadamente vulnerables a la sobreexplotación y al uso inapropiado del suelo, lo que se traduce en una degradación que incluye la pérdida de productividad biológica o económica de todo tipo de tierras tales como cultivos, pastizales y bosques. Si se talan los bosques para aumentar las actividades agropecuarias la tierra desnuda sufrirá distintas agresiones: la lluvia y el viento multiplicarán su poder erosivo, el riego contribuirá a salinizarlo y la quema de rastrojos o los incendios culminarán el proceso. España no es ajena a este grave problema y es uno de los países europeos más afectados. En la actualidad, el 31,49% del territorio nacional presenta un riesgo de desertización alto o muy alto concentrado, de forma mayoritaria, en la vertiente mediterránea y en la cuenca del Guadalquivir. Con el fin de poner freno a este grave problema, a lo largo del presente año el Ministerio de Medio Ambiente tiene previsto invertir 8,36 millones de euros en actuaciones para luchar contra la desertización en las Comunidades Autónomas de Murcia, Andalucía, Extremadura, Cataluña, Aragón, Comunidad Valenciana y Castilla-La Mancha. Las actuaciones a realizar comprenderán repoblaciones forestales, restauraciones de carácter hidrológico-forestal, elaboración de mapas de suelos, corrección de márgenes, manejo de la vegetación y tratamientos silvícolas.