Nature disasters brought about 77.000 dead people in the past year, three times more than in 2002.
Thu, 28/10/2004
Casi la mitad se debió a la ola de calor que padeció Europa, según un informe de Cruz Roja Internacional La frecuencia e intensidad se han acelerado en la última década A. PRÁDANOS./COLPISA. MADRID «El perfil de los desastres está cambiando». El crecimiento de la población urbana, el deterioro del medio ambiente, la pobreza y las enfermedades, combinados con peligros estacionarios como sequías e inundaciones, crean situaciones de «adversidad crónica» y los medios para capearlas ya no son adecuados. La reflexión es del Comité Internacional de la Cruz Roja y la Media Luna Roja, y con ella arranca la última edición del Informe Mundial sobre Desastres 2004 que publica esta organización internacional. El estudio cifra en 77.000 el número de muertos por catástrofes en 2003, el triple que el año anterior, y se suma a las voces de alarma sobre la frecuencia creciente de desastres naturales y «tecnológicos».
La Cruz Roja ilustra la advertencia con cifras. Si entre 1994 y 1998 la media anual fue de 428 situaciones catastróficas, de 1999 a 2003 pasó a 707. Los países más afectados en términos generales son los de bajo desarrollo humano (BDH), aunque paradójicamente, en 2003 los que más acusaron la rebelión de la naturaleza fueron los desarrollo medio y alto. En Europa la ola de calor del verano pasado se cobró entre 31.000 y 35.000 vidas, ocho veces más que la media europea anual de muertos en desastres de los nueve años anteriores, y casi la mitad del total del ejercicio pasado. El otro gran hito fue el terremoto de Bam (Irán), con 26.000 víctimas mortales. En contraste, las cifras de muertos en catástrofes en los países pobres fue el más bajo de la década, aunque carguen con más de la mitad de las víctimas del total mundial en los últimos diez años.
Los desastres de origen climático -inundaciones, huracanes- y geofísico han crecido un 68 y un 62%, respectivamente desde 1994. A pesar del mayor número de situaciones de crisis, la media anual de muertos disminuyó; pasó de 75.000 en el primer quinquenio, a 59.000 en el segundo. Por contra, el número de damnificados por los mismos fenómenos no cesó de aumentar, de 213 millones por año a 303 en todo el mundo, debido al rápido aumento de la población en las regiones más pobres del mundo y la falta de planificación en las áreas urbanas superpobladas.
Las consecuencias humanas y materiales varían diametralmente en función del grado de desarrollo alcanzado por el país afectado. En la última década, la media de muertos por desastre fue de 44 en las naciones más prósperas (ADH) , y de 300 en los de bajo desarrollo humano.
Sida y enfermedades
Con todo, los desastres naturales no son los más mortíferos, aunque llamen más la atención, provean imágenes dramáticas e impactantes y muevan las conciencias de los donantes. En el África Subsahariana, 2,2 millones de personas murieron en 2003 a causa del sida otros 25 millones viven con la infección. Enfermedades, sequías, desnutrición, atención de salud precaria y pobreza han gestado una catástrofe compleja que exige «una intervención integral que no se limite al reparto de medicamentos y ayuda alimentaria».
Además, el crecimiento incontrolado de las zonas urbanas concentra nuevos riesgos. Cada año, más de 2 millones de personas (muchos son niños) mueren de enfermedades causadas por el consumo de agua contaminada y el saneamiento deficiente. Cruz Roja se pregunta por qué los gobiernos y las organizaciones de ayuda rara vez abordan la cuestión
La Cruz Roja ilustra la advertencia con cifras. Si entre 1994 y 1998 la media anual fue de 428 situaciones catastróficas, de 1999 a 2003 pasó a 707. Los países más afectados en términos generales son los de bajo desarrollo humano (BDH), aunque paradójicamente, en 2003 los que más acusaron la rebelión de la naturaleza fueron los desarrollo medio y alto. En Europa la ola de calor del verano pasado se cobró entre 31.000 y 35.000 vidas, ocho veces más que la media europea anual de muertos en desastres de los nueve años anteriores, y casi la mitad del total del ejercicio pasado. El otro gran hito fue el terremoto de Bam (Irán), con 26.000 víctimas mortales. En contraste, las cifras de muertos en catástrofes en los países pobres fue el más bajo de la década, aunque carguen con más de la mitad de las víctimas del total mundial en los últimos diez años.
Los desastres de origen climático -inundaciones, huracanes- y geofísico han crecido un 68 y un 62%, respectivamente desde 1994. A pesar del mayor número de situaciones de crisis, la media anual de muertos disminuyó; pasó de 75.000 en el primer quinquenio, a 59.000 en el segundo. Por contra, el número de damnificados por los mismos fenómenos no cesó de aumentar, de 213 millones por año a 303 en todo el mundo, debido al rápido aumento de la población en las regiones más pobres del mundo y la falta de planificación en las áreas urbanas superpobladas.
Las consecuencias humanas y materiales varían diametralmente en función del grado de desarrollo alcanzado por el país afectado. En la última década, la media de muertos por desastre fue de 44 en las naciones más prósperas (ADH) , y de 300 en los de bajo desarrollo humano.
Sida y enfermedades
Con todo, los desastres naturales no son los más mortíferos, aunque llamen más la atención, provean imágenes dramáticas e impactantes y muevan las conciencias de los donantes. En el África Subsahariana, 2,2 millones de personas murieron en 2003 a causa del sida otros 25 millones viven con la infección. Enfermedades, sequías, desnutrición, atención de salud precaria y pobreza han gestado una catástrofe compleja que exige «una intervención integral que no se limite al reparto de medicamentos y ayuda alimentaria».
Además, el crecimiento incontrolado de las zonas urbanas concentra nuevos riesgos. Cada año, más de 2 millones de personas (muchos son niños) mueren de enfermedades causadas por el consumo de agua contaminada y el saneamiento deficiente. Cruz Roja se pregunta por qué los gobiernos y las organizaciones de ayuda rara vez abordan la cuestión