MURCIA. PHN. An expert denies that the river Ebro divert causes greater environmental impact than the desalators
Fri, 24/09/2004
El catedrático en Geología y presidente de la Asociación de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos, Clemente Sáenz Ridruejo, negó hoy que los trasvases, como el del Ebro hacia regiones mediterráneas, causen un mayor impacto ambiental que las desaladoras de agua marina.
En un receso del Congreso Internacional de Ingeniería Civil, que se concluye hoy en Santiago, el profesor Sáenz cuestionó, en declaraciones a Europa Press, que la decisión del actual Gobierno de derogar el trasvase del Ebro y sustuirlo por la construcción de desaladoras se apoye en una razón ecológica consistente.
El catedrático precisó que tal opinión es personal, aun cuando en la asociación que preside predominan los "trasvasistas" sobre los que rechazan esta opción.
Explicó que si bien es cierto que "el trasvase causa perturbaciones ambientales" y "tiene sus pegas", estos inconvenientes son menores que los que provocará el envío de salmuera al mar desde las desaladoras, dado que puede hacer peligrar las poblaciones de algas y praderas de posidonias típicas del fondo marino mediterráneo.
UN NUEVO RIO
Apuntó este experto que el mayor inconveniente del trasvase es que 500 de sus 900 kilómetros, según el proyecto que manejaba el anterior Gobierno, transcurrirían "a cielo abierto", lo que significa la "creación de un nuevo río", con el trastorno que ello pueda causar a las especies animales, sobre todo terrestres, que viven en determinadas zonas.
Asimismo admitió un impacto de orden "paisajístico", si bien rechazó de plano que esta obra hubiera causado problemas de suministro de agua a las comarcas catalanas por las que transcurre, dado que la previsión era retirar en la desembocadura una cantidad ligeramente mayor que una vigésima parte del caudal.
En cuanto a las desaladoras, indicó que la instalación media que pretende construir el Gobierno es más del doble que la mayor de las que están hoy en funcionamiento, en concreto en la localidad almeriense de Carboneras. Las nuevas desaladoras podrían llegar a emitir al mar 20 millones de toneladas de sal cada año.
Además, se refirió a los importantes costes de mantenimiento de estas instalaciones, y también al gasto energético que significará bombear el agua desde el nivel del mar hasta las zonas de cultivo. Por tanto, consideró "una idiotez como la copa de un pino" afirmar que la opción de las desaladoras es "más progresista" que la del trasvase
En un receso del Congreso Internacional de Ingeniería Civil, que se concluye hoy en Santiago, el profesor Sáenz cuestionó, en declaraciones a Europa Press, que la decisión del actual Gobierno de derogar el trasvase del Ebro y sustuirlo por la construcción de desaladoras se apoye en una razón ecológica consistente.
El catedrático precisó que tal opinión es personal, aun cuando en la asociación que preside predominan los "trasvasistas" sobre los que rechazan esta opción.
Explicó que si bien es cierto que "el trasvase causa perturbaciones ambientales" y "tiene sus pegas", estos inconvenientes son menores que los que provocará el envío de salmuera al mar desde las desaladoras, dado que puede hacer peligrar las poblaciones de algas y praderas de posidonias típicas del fondo marino mediterráneo.
UN NUEVO RIO
Apuntó este experto que el mayor inconveniente del trasvase es que 500 de sus 900 kilómetros, según el proyecto que manejaba el anterior Gobierno, transcurrirían "a cielo abierto", lo que significa la "creación de un nuevo río", con el trastorno que ello pueda causar a las especies animales, sobre todo terrestres, que viven en determinadas zonas.
Asimismo admitió un impacto de orden "paisajístico", si bien rechazó de plano que esta obra hubiera causado problemas de suministro de agua a las comarcas catalanas por las que transcurre, dado que la previsión era retirar en la desembocadura una cantidad ligeramente mayor que una vigésima parte del caudal.
En cuanto a las desaladoras, indicó que la instalación media que pretende construir el Gobierno es más del doble que la mayor de las que están hoy en funcionamiento, en concreto en la localidad almeriense de Carboneras. Las nuevas desaladoras podrían llegar a emitir al mar 20 millones de toneladas de sal cada año.
Además, se refirió a los importantes costes de mantenimiento de estas instalaciones, y también al gasto energético que significará bombear el agua desde el nivel del mar hasta las zonas de cultivo. Por tanto, consideró "una idiotez como la copa de un pino" afirmar que la opción de las desaladoras es "más progresista" que la del trasvase