Rains, floods and causes

Mon, 13/09/2004

Levante

Los daños que provocan las lluvias torrenciales tan frecuentes en el territorio que comprende toda la costa del Mediterráneo son causa de debates estériles y de gasto público innecesario. Así se destina presupuesto a una protección civil constituida por gente a la que le gusta engancharse a los walki-talkis, pero que no se le ve arremangarse a apagar incendios o achicar agua; que siempre que declara la emergencia no ocurre la catástrofe anunciada o la declara cuando ya ha sucedido. Política de prevención no existe -en los incendios de los bosques, siempre se ha dicho que se apagan en invierno-, aplicar el sentido común y los conocimientos de nuestros ancianos ni de broma.

Se realizan obras proyectadas por ingenieros sin tener en cuenta las precipitaciones históricas. Se ha instalado la cultura de la prepotencia, el hombre con la moderna tecnología y sus conocimientos cree que puede dominar las fuerzas de la Naturaleza. Las obras cuanto más caras, más honorarios se cobran. Así se levantan carreteras, a base de transportar miles de toneladas de arena y grava, que hacen de minipantanos, se elevan la altura de las mismas dejando hundidas zonas habitadas o explotaciones agrarias, se estrechan los barrancos y se encajonan acelerando la fuerza de las aguas. Los colectores no tragan porque se diseñan en base a medias de precipitaciones anuales, no teniendo en cuenta los récords históricos por horas. Como muestra tenemos el caso del nuevo alcantarillado de la avenida Ausias March de Alboraia, donde se está colocando en estos días una tubería que no va a poder absorber lluvias como las caídas en Nules.

El caso de las marjalerias de nuestra tierra es vergonzante. El consentir tanto alcaldes como la Generalitat Valenciana el haber construido no sólo chalets sino edificios de apartamentos en las mismas produce unos daños que no sólo pagan los afectados, sino que lo pagamos todos. O es que cree la gente que las indemnizaciones que ahora pagarán las compañías de seguros no repercuten en aumentos en las pólizas de todos los ciudadanos, sean de vehículos o de hogares, o con los impuestos y la aportación pública al consorcio de seguros. Es natural que se inunden los marjales, es inevitable que cuando llueve de Levante los fuertes aguaceros inunden los marjales, pues el mar golpea entonces frente a las costas y no absorbe toda el agua que pretende desaguarse. Por eso se formaron los marjales y la Naturaleza es sabia. Lo que no es admisible es que se haya urbanizado, y es sólo uno de los muchos casos, toda la costa en Canet de Berenguer, y los edificios estén por debajo del nivel del mar cuando hay temporal. Ahora el temporal ha afectado al Camp de Morvedre y a la Plana. Pero esto sucede frecuentemente en la zona de la playa de Gandia donde para aprovechar una altura más han construido por debajo del nivel del mar; o en la parte derecha de la desembocadura del Serpis, donde sus habitantes se quejan al Ayuntamiento cuando inundan sus chalets, y no se acuerdan que por algo esa zona se llama Venecia.

Pero lo dicho hasta ahora es algo que muchos ya sabían; aparte de recordarlo y sacarlo a debate, el motivo de este artículo es añadir un elemento más que ayude a comprender los daños que producen las inundaciones. Se trata de las prácticas culturales introducidas por la moderna agronomía a partir de la mal llamada revolución verde y más recientemente la masiva aplicación de herbícidas. Lo sucedido estos días en Nules es un ejemplo de ello, pues allí la gravedad de los daños no ha sido producida por el agua sino por el barro. Si ya la utilización de abonos químicos, sustituyendo al estiércol, está provocando una disminución de la materia orgánica y de la capa de humus de los suelos agrícolas; la utilización masiva de los herbicidas -exagerada en los últimos veinte años en la agricultura valenciana- deja los suelos totalmente desnudos y va destruyendo la vida microbiana que está en los mismos. Al desaparecer la protección que supone una cubierta vegetal y una capa de humus para la tierra, ésta es arrastrada por el agua que cae directamente y no tiene tiempo de infiltrarse. Pues a más humus mayor penetración de agua, actuando éste como una esponja, y por consiguiente menor arrastre. Sin cubierta vegetal o capa de humus las fuertes lluvias provocan el inmediato arrastre de la tierra, ya no existe una capa con poder absorbente y retentiva de la lluvia, el agua se pierde por escorrentia en su mayor parte y empobrece aún más el suelo al arrastrar las arcillas del mismo. Con esas prácticas culturales se han compactado los suelos, apelmazado, y han perdido la porosidad. Está es una de las causas principales que explica lo sucedido en Nules. Pero hay muchos intereses en juego y pronosticamos que saldrán pseudocientíficos a excusar esas nefastas prácticas culturales, a poco que se escarbe sabrán quién hay detrás. Además ello se agrava en los campos con riego localizado, pues la zona no regada por el goteo, está totalmente compactada y aún posee menor poder absorbente, siendo mayor el arrastre con fuertes lluvias. Y menos mal que se han respetado los viejos bancales con sus muros, pues al menos el terreno está llano y el arrastre es menor. ¿Para cuándo una política global, y no discursos vacíos, que tenga como objetivo un auténtico desarrollo sostenible de nuestra Comunidad?