Tajus river, 25 years of agony

Mon, 13/09/2004

ABC

Se cumplen 25 años desde que el Tajo comenzó a alimentar al Segura, aunque han pasado ya casi 40 años desde que se proyectó el trasvase. A su paso por Toledo, las aguas del río bajan escasas, turbias, y malolientes. Y las obras de compensación nunca llegaron.

TOLEDO. Con la polémica derogación del trasvase del Ebro se ha vuelto a despertar una conciencia que estaba dormida en esta vieja ciudad abrigada por el río Tajo. Este año se han cumplido 25 años desde que comenzara a funcionar el trasvase Tajo-Segura, pero la historia comenzó mucho tiempo atrás, cuando se proyectó la idea en los 60. Fueron años muy comprometidos para una sociedad que veía amenazado su futuro y en los que, pese a la difícil situación política, se alzaron voces en contra del trasvase desde todos los ámbitos e ideologías.

Y es que el clamor contra esta obra fue unánime en la ciudad del Tajo. Así se gestó, en plena dictadura franquista y en la conservadora ciudad de Toledo, una oposición muy fuerte contra este faraónica obra hidráulica. Fueron un grupo heterogéneo de personas de todas las ideologías, como el que luego fuera senador socialista Manuel Díaz-Marta, quien desde su exilio en Buenos Aires se convirtió en guerrillero incansable contra el trasvase. Y, muchos más, como José Finat, conde de Mayalde o políticos como Licinio de la Fuente, José María Fernández de la Vega, Jaime de Foxá y Torroba o escritores como Luis Moreno Nieto y otros intelectuales.

De esa época datan infinidad de mociones del médico y en aquellos días teniente alcalde del Ayuntamiento Jenaro Ruiz Ballesteros, un infatigable defensor del río que aún hoy no ha perdido la esperanza de verlo caudaloso y limpio, un sueño que parece cada vez más inalcanzable. En 1974, en una moción que presentó ante la Comisión Municipal Permanente, denunciaba los «desastrosos efectos que se derivan para Toledo del ritmo desequilibrado con que se vienen realizándose las obras del aprovechamiento conjunto de las cuencas del Tajo y del Segura» y en otra moción de octubre del 75 vaticinaba que cuando se empezara a trasvasar agua al Segura «las aguas que rodearán Toledo serán las de una cloaca maloliente y durante el verano su pestilencia hará incómoda la vida a la población». En el 79 se despidió del Ayuntamiento con la tristeza de ver cómo las aguas comenzaron a llegar al Segura sin que ni siquiera se hubieran hecho las obras de compensación.

Las voces que no se acallan

La realidad del trasvase no acalló las voces. Al contrario, en plena transición, a finales de los 70, llegaron a celebrarse, incluso, manifestaciones como la multitudinaria y aún recordada por muchos en marzo de 1978. en la avenida de la Reconquista. «Con una lluvia intensa y encabeza por los parlamentarios de la provincia Gonzalo Payo, Fernando Rojas, Fernando Chueca (UCD), Jerónimo Ros, Francisco Ramos, Gregorio Peces Barba y Manuel Díaz Marta (PSOE) se celebró el 12 de marzo una manifestación en protesta por el trasvase. Más de cuatro mil toledanos se sumaron a la misma, que había sido respaldada por la casi totalidad de los partidos políticos, centrales sindicales y organizaciones ciudadanas». Así comienza la crónica que el periodista Sánchez Escobar narró para «La Voz del Tajo». Fue una manifestación histórica, la primera de la Democracia, que sólo ha sido superada en momentos tan importantes para la historia de España como la protesta del 23-F o el cruel asesinato de Miguel Ángel Blanco.

Un grupo del equipo de «Defensa del Tajo», acompañados por el senador del PSOE Francisco Ramos, subieron en Comisión al Gobierno Civil para entregar un manifiesto firmado por los representantes de UCD, PSOE, AP, PCE, ORT, PT, PC, ID, JJSS, JGR, CC.OO., UGT, CSUT, SU, Fedeto, Focusa, Tolmo, A.M. Mariana Pineda y las asociaciones de vecinos Palomarejos, Santa Bárbara, Polígono y Covachuelas.

En el manifiesto pedían al entonces presidente del Gobierno, Adolfo Suárez, entre otras cosas, «la elaboración y puesta en ejecución de un Plan Anticontaminante de urgencia, independiente del Plan de Saneamiento de Madrid». Asimismo, solicitaban la «constitución de una Comisión Técnica de Estudio, en la que quede garantizada la imparcialidad, que proceda a una reevaluación del proyecto de trasvase Tajo-Segura desde su origen, atendiendo aspectos económicos, ecológicos y sociales de la situación actual o de cara al futuro». Y «que dicho estudio incluya otras alternativas de desarrollo regional, el nombramiento de Comisiones Especiales en el Congreso y en el Senado que analicen y eleven a debate parlamentario el informe elaborado por la Comisión Técnica de Estudio y cuantos otros informes técnicos crean pertinentes solicitar». Finalizaban pidiendo que «en tanto que todo este proceso de estudio, información y decisión política no se concluya, suspender toda decisión de detraer aguas del Tajo al Segura».

Nada de esto o muy poco, desgraciadamente, se logró. Lo sabe muy bien el ex concejal y ex diputado provincial de Izquierda Unida, Julio Herrera. que recuerda con emoción aquella manifestación, de la que guarda todavía ejemplares del manifiesto. Herrera ha sido, en sus diferentes cargos de responsabilidad, otro de los firmes defensores del río Tajo y uno de los políticos que más conoce y más ha luchado contra el trasvase. Como también, Jesús Fuentes, el ex diputado socialista y ex presidente de la Junta, autor también de numerosos artículos sobre el asunto. O el fallecido Gonzalo Payo. Y tantos otros.

Fue, curiosamente, a partir del 83, con la consolidación de la Democracia, cuando se fueron apagando los ecos de la protesta ciudadana, que miraba hacia otro lado. Durante la larga etapa del socialista José Bono en el Gobierno de Castilla-La Mancha -casi 21 años- se pasó de la exigencia de cancelar el trasvase a la lucha porque se cumpliera la ley y sólo se trasvasara el agua excendentaria. Fueron años de lentos procesos judiciales, en los que el Gobierno regional salió airoso; y también de enfrentamientos políticos entre José Bono y el Gobierno de Felipe González. La situación se agravó en plena sequía, en el verano de 1994. La Junta de Comunidades se alzó contra la decisión tomada por el Consejo de Ministros de autorizar un nuevo trasvase, una decisión recurrida ante los Tribunales.

Fue la gota que colmó el vaso y ya en 1995 el ex presidente Bono esbozó en un largo discurso en el Pleno de las Cortes su postura respecto a la política hidráulica española. Estaba en ciernes el debate sobre el Plan Hidrológico Nacional y así, planteaba que los regadíos de Levante y Murcia no dependieran exclusivamente del Tajo y «de esto se han percatado los regantes más conocedores de la realidad y ya saben que deben buscarse otras fórmulas si quieren mantener sus tierras en regadío porque con el Tajo ya han visto que es imposible satisfacer las expectativas que se les crearon de 600 hectómetros cúbicos al año».

Compensaciones que nunca llegaron

Bono reclamó que otras regiones trasvasaran agua también y hablaba de «entendimiento y consenso» porque, a su juicio, «no sería correcto reducir la solidaridad hidráulica a un solo río, a una sola cuenca, la del Tajo».

Por eso, desde Castilla-La Mancha se apoyó el Plan Hidrológico Nacional que promovió el Gobierno de José María Aznar. Se contemplaba el frustrado trasvase del Ebro y compensaciones para Castilla-La Mancha, pero que que nunca llegaron a la región.

Y, por eso, ahora, más que nunca, toman actualidad las palabras que Luis Moreno Nieto escribió en 1983 en su libro «Toledo y su río»: «Ha llovido mucho desde que las aguas del Tajo llegaron a la vega del Segura. Por supuesto que llegaron antes de que se hayan depurado las aguas residuales de Madrid y de las otras poblaciones que contaminan el Tajo, de que se hayan ejecutado en la provincia de Toledo las obras prometidas tantas veces, las llamadas obras de compensación si es que puede haber compensación adecuada, es decir, si es que puede ponerse precio al agua del Tajo, a su caudal limpio (...). No lo hemos conseguido. No sabemos si el porvenir será más venturoso. Hoy por hoy podemos decir que Toledo ha sido despojada, está siendo despojada del Tajo, de su río. Ni más ni menos». Estas palabras, de hace 21 años, siguen estando de actualidad. Y es que, con promesas incumplidas y ambiciosos proyectos de compensación que nunca llegaron a realizarse, los toledanos y también los castellano-manchegos llevan años y años reclamando justicia. Pero, el trasvase continua y las aguas del Tajo siguen esquilmándose.

Pero, siempre queda la esperanza. Tímidamente, el nuevo presidente de la Junta, José María Barreda, se ha propuesto abanderar, de nuevo, la lucha para cancelar esta losa que pesa desde hace décadas sobre nuestra región. Desde Castilla-La Mancha se exige, por fin, una fecha de caducidad.