Greatest water reserves in Andalusia in 15 years
Mon, 13/09/2004
Sevilla
El 1 de septiembre marca el arranque del año hidrometeorológico. El que acaba de comenzar, que se prolongará hasta el 31 de agosto de 2005, lo hace con los pantanos de la comunidad llenos de agua. Las 66 grandes presas de regulación general de las cuencas andaluzas almacenaban en esa fecha 7.150 hectómetros cúbicos, un 70,8% de su capacidad total. En la última década y media, nunca hubo tanta agua embalsada en Andalucía al final del verano. Un incremento de reservas alimentado por las abundantes precipitaciones: en los últimos 12 meses, las mediciones acumuladas de los pluviómetros de las capitales andaluzas superaron en un 14% los niveles medios históricos.
La capacidad total de los grandes pantanos andaluces destinados al suministro de agua ha variado poco en los últimos años. Al principio de los noventa superó los 9.000 hectómetros cúbicos y ahora, sin contar las presas recién construidas que todavía no están operativas, rebasa por poco los 10.100 hectómetros cúbicos. El alto nivel de reservas de agua, muy poco frecuente al final del verano en Andalucía, se debe más a que los embalses están casi llenos que a un aumento de capacidad por la incorporación de nuevos pantanos. Es una situación muy similar a lo que ocurrió en septiembre de 1998, al final de un trienio de años húmedos que situó el nivel medio de los embalses andaluces en un 70,2% de su capacidad total.
Ahora se han encadenado otros cuatro años en los que las precipitaciones han estado cerca de las medias históricas o ligeramente por encima, justo después de una situación crítica: los periodos 1998-1999 y 1999-2000 fueron muy secos, lo que llevó a varias cuencas a niveles de embalse raquíticos. En septiembre de 2000, los pantanos del Guadalquivir y el Sur, los dos principales sistemas de abastecimiento en Andalucía, rozaban el 35%, cerca ya de los niveles a los que se llegó en la sequía de principios de los años noventa. Pero las lluvias de otoño de 2000 desconectaron las alarmas.
Desde el año hidrometeorológico 2000-2001, las precipitaciones anuales han rondado los valores medios históricos, lo que ha hecho subir de manera notable el nivel en los pantanos. Así, las presas de la cuenca del Guadiana estaban ya el 83% de su capacidad en septiembre de 2003, tras unos meses especialmente lluviosos en Huelva. Y ahora, son las cuencas del Barbate, del Guadalete y, sobre todo, del Guadalquivir (que concentra casi el 70% de la capacidad de embalse de Andalucía), las que almacenan volúmenes de agua poco frecuentes en estas fechas. Las lluvias, además, se han incrementado en otoño y primavera, con lo que el impacto de las olas de calor (concentradas en verano) ha sido mínimo, y se ha garantizado la recarga de los manantiales y escorrentías que aportan agua a ríos y pantanos. Varias presas de Sevilla, Córdoba, Huelva y Jaén tuvieron que abrir sus compuertas entre marzo y mayo para que el agua no rebasara sus muros.
El mapa hídrico andaluz, sin embargo, aún tenía una zona amarilleada por la escasez de agua: el litoral mediterráneo. En septiembre de 2002, los embalses de la cuenca del Sur aún estaban anclados en el 30% y, doce meses más tarde, no llegaban al 40% de su capacidad. Unos niveles endémicos en el caso de Almería, cuyo suministro depende en gran medida de acuíferos y desaladoras (el agua embalsada apenas supera el 10% de la capacidad de sus dos únicas grandes presas). Pero que, en el caso de Málaga, con un ritmo de desarrollo económico y demográfico muy elevado, era muy preocupante.
Las lluvias de este último año han corregido de forma drástica esta situación deficitaria. El pluviómetro del aeropuerto de Málaga registró en estos doce meses casi el doble (un 78% más) de lo que se había contabilizado como valor medio histórico (el promedio de precipitaciones desde 1930). Lluvias abundantísimas que, incluso, causaron episodios catastróficos (inundaciones en Rincón de la Victoria en marzo) y que han elevado el nivel de agua embalsada en las presas malagueñas del 36% al 56% en sólo doce meses. De hecho, lo ocurrido en el litoral mediterráneo andaluz es una de las cuestiones más resaltadas por el análisis que adelantó en junio el Instituto Nacional de Meteorología: un año 'húmedo', pero con una distribución paradójica; déficit de precipitaciones en las zonas más lluviosas (noroeste de España), superávit de lluvias en las zonas más secas (sureste de España).
Los altos niveles de embalse garantizan la cuarta cosecha consecutiva con dotaciones de riego máximas, asegura entre dos y tres años de suministro de agua en casi todas las provincias andaluzas y alivia la presión en el litoral mediterráneo. Un respiro que vendrá bien al Gobierno central para poner en marcha las medidas de desalación y reutilización de agua con las que quiere paliar el déficit hídrico en Almería y Málaga.
El 1 de septiembre marca el arranque del año hidrometeorológico. El que acaba de comenzar, que se prolongará hasta el 31 de agosto de 2005, lo hace con los pantanos de la comunidad llenos de agua. Las 66 grandes presas de regulación general de las cuencas andaluzas almacenaban en esa fecha 7.150 hectómetros cúbicos, un 70,8% de su capacidad total. En la última década y media, nunca hubo tanta agua embalsada en Andalucía al final del verano. Un incremento de reservas alimentado por las abundantes precipitaciones: en los últimos 12 meses, las mediciones acumuladas de los pluviómetros de las capitales andaluzas superaron en un 14% los niveles medios históricos.
La capacidad total de los grandes pantanos andaluces destinados al suministro de agua ha variado poco en los últimos años. Al principio de los noventa superó los 9.000 hectómetros cúbicos y ahora, sin contar las presas recién construidas que todavía no están operativas, rebasa por poco los 10.100 hectómetros cúbicos. El alto nivel de reservas de agua, muy poco frecuente al final del verano en Andalucía, se debe más a que los embalses están casi llenos que a un aumento de capacidad por la incorporación de nuevos pantanos. Es una situación muy similar a lo que ocurrió en septiembre de 1998, al final de un trienio de años húmedos que situó el nivel medio de los embalses andaluces en un 70,2% de su capacidad total.
Ahora se han encadenado otros cuatro años en los que las precipitaciones han estado cerca de las medias históricas o ligeramente por encima, justo después de una situación crítica: los periodos 1998-1999 y 1999-2000 fueron muy secos, lo que llevó a varias cuencas a niveles de embalse raquíticos. En septiembre de 2000, los pantanos del Guadalquivir y el Sur, los dos principales sistemas de abastecimiento en Andalucía, rozaban el 35%, cerca ya de los niveles a los que se llegó en la sequía de principios de los años noventa. Pero las lluvias de otoño de 2000 desconectaron las alarmas.
Desde el año hidrometeorológico 2000-2001, las precipitaciones anuales han rondado los valores medios históricos, lo que ha hecho subir de manera notable el nivel en los pantanos. Así, las presas de la cuenca del Guadiana estaban ya el 83% de su capacidad en septiembre de 2003, tras unos meses especialmente lluviosos en Huelva. Y ahora, son las cuencas del Barbate, del Guadalete y, sobre todo, del Guadalquivir (que concentra casi el 70% de la capacidad de embalse de Andalucía), las que almacenan volúmenes de agua poco frecuentes en estas fechas. Las lluvias, además, se han incrementado en otoño y primavera, con lo que el impacto de las olas de calor (concentradas en verano) ha sido mínimo, y se ha garantizado la recarga de los manantiales y escorrentías que aportan agua a ríos y pantanos. Varias presas de Sevilla, Córdoba, Huelva y Jaén tuvieron que abrir sus compuertas entre marzo y mayo para que el agua no rebasara sus muros.
El mapa hídrico andaluz, sin embargo, aún tenía una zona amarilleada por la escasez de agua: el litoral mediterráneo. En septiembre de 2002, los embalses de la cuenca del Sur aún estaban anclados en el 30% y, doce meses más tarde, no llegaban al 40% de su capacidad. Unos niveles endémicos en el caso de Almería, cuyo suministro depende en gran medida de acuíferos y desaladoras (el agua embalsada apenas supera el 10% de la capacidad de sus dos únicas grandes presas). Pero que, en el caso de Málaga, con un ritmo de desarrollo económico y demográfico muy elevado, era muy preocupante.
Las lluvias de este último año han corregido de forma drástica esta situación deficitaria. El pluviómetro del aeropuerto de Málaga registró en estos doce meses casi el doble (un 78% más) de lo que se había contabilizado como valor medio histórico (el promedio de precipitaciones desde 1930). Lluvias abundantísimas que, incluso, causaron episodios catastróficos (inundaciones en Rincón de la Victoria en marzo) y que han elevado el nivel de agua embalsada en las presas malagueñas del 36% al 56% en sólo doce meses. De hecho, lo ocurrido en el litoral mediterráneo andaluz es una de las cuestiones más resaltadas por el análisis que adelantó en junio el Instituto Nacional de Meteorología: un año 'húmedo', pero con una distribución paradójica; déficit de precipitaciones en las zonas más lluviosas (noroeste de España), superávit de lluvias en las zonas más secas (sureste de España).
Los altos niveles de embalse garantizan la cuarta cosecha consecutiva con dotaciones de riego máximas, asegura entre dos y tres años de suministro de agua en casi todas las provincias andaluzas y alivia la presión en el litoral mediterráneo. Un respiro que vendrá bien al Gobierno central para poner en marcha las medidas de desalación y reutilización de agua con las que quiere paliar el déficit hídrico en Almería y Málaga.