Desalination Impact

Thu, 08/07/2004

La Razón

Mentira. Para empezar niegan la mayor, la premisa primera. Los ecologistas aseguran que el déficit hídrico del arco mediterráneo (ése que el Plan Hidrológico Nacional ha tasado en más de mil hectómetros cúbicos) está inflado. Que está inflado y que, en todo caso, las carencias, que haberlas haylas, pueden ser resueltas con una mejor gestión de los recursos locales. Y que por eso no es necesario un trasvase de 1.050 hectómetros cúbicos y que por eso no son tampoco precisos los 1.058 que ha prometido Cristina Narbona, la ministra de las desaladoras. Santiago Martín Barajas, experto en aguas de Ecologistas en Acción, habla claro: «el reconocer tales demandas, que es lo que hace el nuevo plan, significa insistir en un modelo de desarrollo insostenible en la costa mediterránea, un modelo que, con la nueva solución, causa unos impactos menores que los que ocasionaba el trasvase, pero que, de todas formas, causa un impacto considerable». ¿Por ejemplo? «El consumo energético que va a ser necesario para desalar», energía que si sale de centrales térmicas que queman combustibles fósiles se acaba traduciendo en CO2, feo gas.Dícese ósmosis y consiste, grosso modo, en proyectar a gran presión el agua salada a través de ciertas membranas, filtros que dejarán pasar el líquido elemento pero no la sal. El asunto es que para lograr esa presión necesaria hace falta energía, una considerable cantidad de energía. Y ahí está el quid de la cuestión, que la electricidad cuesta dinero y malos humos, sobre todo si sale de centrales térmicas que queman combustibles fósiles y expelen CO2, ese gas que produce cambio climático. Pero en este aspecto los números también «bailan» mucho, como en casi todo lo que rodea al PHN. Bailan mucho o... muchísimo. Veamos...Uno: según el conseller de Territorio y Vivienda de la Generalitat Valenciana, Rafael Blasco, «las desaladoras [que prevé el nuevo PHN] emitirán cuatro millones de toneladas de CO2 a la atmósfera». Dos: según el ministerio de Medio Ambiente, esas emisiones quedarán reducidas a 873.000 toneladas. Tres: según la organización ecologista Adena, el volumen de gases emitidos podría llegar al millón y medio. Y cuatro: si la energía empleada para desalar es renovable (lo cual podría encarecer el producto), las emisiones serían, sencillamente, cero. En fin, que desalación comienza a ser sinónimo de electricidad y CO2. Por lo susodicho y porque parece superado el debate de las salmueras, ese mejunje que expelen como residuo las desaladoras (de cada litro de agua de mar que entra en la máquina, más de medio vuelve, hipersalino, al mar). Afortunadamente, y al parecer, los científicos están de acuerdo en que técnicamente el problema está resuelto y en que, con buenas prácticas, no ha de haber problemas para el medio ambiente marino. En fin, energía y CO2. Ahí está el debate ahora: en si exige más energía el trasvase o las desaladoras que propone el Plan Narbona.Opiniones para todos los gustosY, como sucede casi siempre que ese habla de agua, hay opiniones e informes para casi todos los gustos. «La opción del trasvase supone un mayor consumo a corto plazo, dada la elevada intensidad energética de la obras, pero menor, a largo plazo, por sus menores consumos variables y su mayor vida útil» (la infraestructura del trasvase se estima que puede durar 50 años, una desaladora, entre 12 y 20, según las fuentes). Lo entrecomillado lo dice Gonzalo Sáenz de Miera, profesor de Economía Pública de la Universidad Autónoma de Madrid y experto en energía y agua. En todo caso, añade Sáenz de Miera, «la demanda eléctrica que implica cualquiera de los dos proyectos hidrológicos [plan PSOE y plan PP] podría abastecerse mediante una planta de ciclo combinado de 630 megawatios (MW), que sólo sumaría un 0,3% a las emisiones totales de CO2 de nuestro país». Sin embargo, y siempre según el profesor, esa necesidad de energía «también podría cubrirse con fuentes renovables, como la eólica, la biomasa o la energía solar termoeléctrica», que no emiten CO2. Es, en fin, el quid de la cuestión. Y es que la desalación no produce CO2. Quienes emiten gases de efecto invernadero son las compañías eléctricas, que son las que producen la energía que necesitan las plantas desaladoras. Y claro, si la energía empleada en desalar sale de una central térmica de carbón habrá gases de efecto invernadero de por medio. Si por el contrario esa energía es nuclear o renovable, las emisiones serán cero. En ese sentido, hace apenas unos días, el Foro Nuclear emitía, «casualmente», un comunicado sumamente... explícito: «la energía nuclear es parte de la opción energética sostenible de futuro. En la generación de electricidad nuclear (que en 2003 supuso el 23,6% de la producción eléctrica española) no se emite a la atmósfera ni un gramo de CO2». Los números, ahí, están muy claros. Sin embargo, no parece ésa la opción preferida por el Gobierno. Y es que el ministerio de Medio Ambiente apuesta, por lo menos en público, por las renovables, si bien aún no ha asumido compromisos claros al respecto. Así las cosas, lo más probable es que la desalación emplee la energía de la red, energía que emite, como media, 0,402 kilogramos de CO2 por kilowatio hora (son datos del propio ministerio). O sea, que vamos a emitir más gases de efecto invernadero. Y lo cierto es que ya nos hemos pasado muy mucho de la raya. Según el Protocolo de Kioto, nuestro país no debería emitir en 2012 más de 333 toneladas de CO2 al año. El problema es que ya vamos por las 400 anuales y la tendencia alcista continúa y ello puede suponer multa gorda. Y continúa por muy mucho que la desalación hable de renovables. Habladurías, según algunos, pues nadie acaba de decir cómo ni dónde ni con qué dineros se construirán las plantas de energías renovables que habrían de abastecer la nueva demanda energética. Eso sí, el ministerio no ha perdido tiempo en señalar que «el trasvase del Ebro hubiera requerido un 30% más de consumo de energía que las desaladoras» por aquello de que para llevar el agua desde Tarragona hasta Almería hay que salvar muchos sistemas montañosos y eso significa bombeo (hasta 10 bombeos) y eso significa energía (el Gobierno dice que 1.000 megawatios) y eso significa CO2. En fin, que el ministerio de Narbona ha previsto una veintena de desaladoras, capaces de producir 621 hectómetros cúbicos de agua al año y que el coste medio del metro cúbico será, según datos oficiales, de 41 céntimos de euro (el metro cúbico del plan del PP salía a 39, si bien el ministerio de Narbona asegura que no internalizaba costes que, si hubiesen sido tenidos en cuenta, habrían elevado ese precio hasta los 91 céntimos... otra vez la guerra de las cifras). De momento, en todo caso, la desaladora de Xábia, en funcionamiento desde hace muy poco tiempo, está alumbrando agua a 52 céntimos el metro cúbico, si bien la mejora de las tecnologías, según todos los indicadores, podría reducir ese precio-tipo en un futuro más o menos inmediato. Y dos apuntes al respecto: los sistemas de bombeo consumen hoy diez veces menos energía que hace veinte años y la desalación propiamente dicha necesita hoy unos 3,5 kilowatios para desalar un metro cúbico, mientras que en 1975 requería 22 (según el Instituto Tecnológico de Canarias ­ITC­, uno de los principales centros de investigación del mundo en estas tecnologías, hoy es posible desalar con 2 kilowatios). Y es posible además hacerlo con energías renovables, ésas que no emiten CO2. En las Canarias, precisamente, se encuentran algunos de los proyectos más vanguardistas del mundo. Uno de ellos es el denominado SDAWES (siglas inglesas que significan Desalación de Agua de mar mediante un Sistema Eólico Autónomo). El proyecto, pionero en el mundo, comenzó su andadura en 1996 y consta de un parque eólico (dos aerogeneradores de 230 kilowatios) y 10 plantas desaladoras. El sistema se comporta como una pequeña central minieléctrica que alimenta al sistema de bombeo y a las 10 instalaciones, que emplean varias técnicas de desalación. El Departamento de Agua y Sostenibilidad del ITC tiene más de media docena de proyectos similares (energías renovables para desalación) en marcha.El proyecto «hidroeólico»Pero más allá de Canarias, la investigación también existe. Y en vanguardia se halla una empresa zaragozana ­ADES­ que propone «bombear con una turbina eólica el agua marina, almacenarla en altura y crear un salto de agua hasta la desaladora. En el proceso de desalación por ósmosis, entre un 30 y un 40% del líquido atraviesa la membrana y se convierte en agua potable. El resto, la salmuera, se queda con todas las sales rechazadas y se desliza tangencialmente a la membrana. Pues bien, antes de caer al mar esa salmuera es encauzada hacia unas turbinas que producen electricidad» (véase la ilustración «La desalación hidroeólica»). En la actualidad se producen más de 24 millones de metros cúbicos de agua desalada al día en todo el mundo, suficiente para abastecer a 120 millones de habitantes. En España, aproximadamente 1.200.000 metros cúbicos por día (700.000 corresponden a la desalación de agua de mar y el resto al agua salobre, subterránea; sólo el 4% de las aguas que usamos proceden de la desalación). Y un apunte «interesante»: según el portavoz de Adena Guido Schmidt, que cita como fuente al prestigioso centro de investigación Sandia National Laboratories, «en las próximas dos décadas la inversión en desalinización alcanzará los 70.000 millones de dólares». O sea, que, al parecer, España dispone del I+D (son ya 40 los años de trabajo y «nuestro sector nacional es uno de los más avanzados del mundo», según Antonio Estevan, experto de la Fundación Nueva Cultura del Agua) y dispone de recursos localizados y evaluados (según Greenpeace, en nuestras costas caben 25.000 megawatios eólico marinos). Sin embargo, también hay... «irregularidades». Según Rafael Hernando, diputado por Almería del PP, la desaladora de Carboneras, concluida hace dos años, sólo ha sido capaz de funcionar al 8%, la de Palomares ha sido sancionada con más de 30.000 euros por vertidos indebidos de salmuera al mar y la «primera gran desaladora construida en Marbella en 1997 todavía no ha aportado un solo metro cúbico a la red y ha tenido que ser rehecha y cambiada tres veces».