Decrease in cost and enviromental impact of desalination
Sat, 19/06/2004
'Agua, agua por doquier, pero ni una gota para beber'. El lamento de los náufragos hoy es historia. Las técnicas de desalación de agua marina que se han ido desarrollando desde mediados del siglo XX han abierto la puerta del desarrollo a las zonas costeras que están recurriendo al mar para beber de él. Porque sólo el 2,5% del agua de la Tierra es dulce, porque el 75% de la población del mundo vive a menos de 100 kilómetros de las costas, la quimera, contemplada desde la Antigüedad, además de ser posible, es para muchos la única fuente de agua para garantizar su futuro.
'Desde el punto de vista estrictamente técnico, la capacidad de suministro de la desalación es virtualmente infinita', asegura Antonio Estevan, ingeniero de la Fundación Nueva Cultura del Agua (FNCA). 'Sólo los condicionantes económicos por el uso de energía, de gestión, así como los impactos medioambientales que produce, limitan la escala de su aplicación', aclara Estevan.
- Orígenes. A mediados de los años 60 del siglo pasado, comienza el desarrollo del turismo y el aumento de la población en las islas Canarias. Con escasísimos recursos hídricos, Lanzarote inaugura entonces la primera planta desalinizadora de Europa; era una planta de evaporación de agua que funcionaba con petróleo, condensando luego el vapor ya separado de la sal marina. En 2004, los más de 150.000 habitantes de la isla beben agua de mar desalada con el método de la ósmosis inversa, el que ha permitido abaratar los costes del producto final y generalizar su uso. 'La desalación ha significado todo para Lanzarote. Sin ella no habría nada ni nadie en esta isla'. Fernando Pérez, gerente de la compañía de aguas de Lanzarote (INALSA), alaba así la tecnología que ha posibilitado el desarrollo de un territorio donde apenas llueve. Fuerteventura, Ibiza y la mitad de la población de Gran Canaria beben también agua desalada. Con la apuesta por la desalación para saciar la sed del arco mediterráneo, el Gobierno va a generalizar el uso de esta tecnología doblando la capacidad actual con 17 plantas más. Así se abastecen 120 millones de personas en el mundo.
- Ósmosis inversa. La ósmosis, el proceso por el que las plantas captan el agua a través de las membranas de sus raíces, se aplica a la inversa en las desaladoras. En ellas se separa el agua marina de sus sales aplicando una presión de 70 atmósferas al agua marina lanzada a través de unos bastidores con membranas de poliamida. A un lado de la barrera semipermeable queda el agua dulce y al otro una concentración de sales, la salmuera.
- Consumo energético. El gasto eléctrico de las bombas que toman el agua del mar, las que la lanzan a presión a través de las membranas y aquellas que bombean el producto final hasta los depósitos, encarece la desalación. Miguel Torres, experto de aguas del Centro de Estudios y Experimentación de Obras Públicas (CEDEX), dependiente del Ministerio de Fomento, y uno de los expertos en desalación más veteranos, asegura que 'un buen diseño de los sistemas de bombeo baja los costes a tal punto que hoy se consume diez veces menos energía que hace 20 años'. En 2004, 1.000 litros de agua desalada cuestan lo mismo que uno de agua mineral, alrededor de 45 céntimos. Este precio permitirá que las plantas de Cartagena (Murcia) y Carboneras (Almería) se utilicen para regar cultivos de alto valor añadido, uso inédito en Europa.
- Sabor y calidad. 'El agua desalada puede saber a lo que se quiera'. Torres explica que se trata de un agua 'perfecta', destilada. Por eso se remineraliza el agua para que tenga 'un cierto contenido en sales, un determinado ph' o se mezcla con otras aguas dulces que la equilibran. La calidad del agua es 'muy alta', según coinciden los expertos. Manuel Hernandez, uno de ellos, del Centro Canario del Agua, asegura que la desalada es un agua muy apreciada por las empresas de refrescos gaseosos para elaborar sus bebidas. Estevan afirma por su parte que la calidad de este tipo de agua 'alarga la vida de las conducciones y contadores, y permite reducir el uso de detergentes y jabones'.
- En la fábrica de agua. A pocos kilómetros al sur de Alicante, la desaladora de Agua Amarga, inaugurada en 2003, abastece de agua de boca a Murcia y Alicante con los 50.000 metros cúbicos diarios que produce. Emplea a 19 trabajadores y parece una nave industrial más. De hecho, como explica Andrés Martínez, de la Mancomunidad de Canales del Taibilla, organismo autónomo que gestiona la instalación, 'se ha diseñado para causar el menor impacto ambiental posible'. El ruido que producen los siete equipos de alta presión es ensordecedor, pero fuera apenas se oye un runrún mecánico; Martínez asegura que los coches que pasan por delante producen más decibelios. La desaladora ocupa 17.000 metros cuadrados y ha costado 52 millones. Una planta de este tipo tarda dos años en construirse.
- Daños medioambientales. Los vertidos de salmuera al mar convierten a las desaladoras en el objetivo de las críticas de los ecologistas, que, en todo caso, las defienden si la alternativa es el trasvase del Ebro. Las praderas del alga endémica Posidonia que arraigan en los lechos marinos del Mediterráneo se ven diezmadas si la concentración de sal es elevada. Por eso, Enrique Segovia, director de Conservación de la organización ecologista WWF/Adena, aconseja que se vierta en la superficie del mar 'para que se diluya mejor y no se acumule en los fondos', o se eche en los puertos, donde recomienda que se instalen las desaladoras. Para reducir su impacto energético, Segovia pide que las plantas utilicen energía solar. Hernández advierte también de la dificultad de asegurar que el agua desalada contiene menos de una parte por millón de boro, límite autorizado por la legislación. Otra de las personas que ha luchado con fuerza contra el trasvase, Pedro Arrojo, presidente de la FNCA, es tajante: 'los bosques de Posidonia son sagrados'. Arrojo reconoce no obstante que hay modos 'respetuosos' de verter la salmuera. 'Se pueden trazar emisarios que lleguen más allá de las praderas o instalar duchas de salmuera'. El invento, desarrollado por el CEDEX y otros organismos científicos españoles, consiste en abrir varios difusores de la salmuera a lo largo del emisario, de modo que el efluente describa una parábola al salir y se mezcle con el agua circundante. 'Es como si se revolviera azúcar en un vaso de agua', explica Torres. El ingeniero añade orgulloso que 'las empresas e investigadores españoles son referentes mundiales' en la tecnología de la desalación. Un ejemplo: la empresa de ingeniería Pridesa está construyendo una desaladora en el estuario del Támesis que dará de beber a 900.000 londinenses
'Desde el punto de vista estrictamente técnico, la capacidad de suministro de la desalación es virtualmente infinita', asegura Antonio Estevan, ingeniero de la Fundación Nueva Cultura del Agua (FNCA). 'Sólo los condicionantes económicos por el uso de energía, de gestión, así como los impactos medioambientales que produce, limitan la escala de su aplicación', aclara Estevan.
- Orígenes. A mediados de los años 60 del siglo pasado, comienza el desarrollo del turismo y el aumento de la población en las islas Canarias. Con escasísimos recursos hídricos, Lanzarote inaugura entonces la primera planta desalinizadora de Europa; era una planta de evaporación de agua que funcionaba con petróleo, condensando luego el vapor ya separado de la sal marina. En 2004, los más de 150.000 habitantes de la isla beben agua de mar desalada con el método de la ósmosis inversa, el que ha permitido abaratar los costes del producto final y generalizar su uso. 'La desalación ha significado todo para Lanzarote. Sin ella no habría nada ni nadie en esta isla'. Fernando Pérez, gerente de la compañía de aguas de Lanzarote (INALSA), alaba así la tecnología que ha posibilitado el desarrollo de un territorio donde apenas llueve. Fuerteventura, Ibiza y la mitad de la población de Gran Canaria beben también agua desalada. Con la apuesta por la desalación para saciar la sed del arco mediterráneo, el Gobierno va a generalizar el uso de esta tecnología doblando la capacidad actual con 17 plantas más. Así se abastecen 120 millones de personas en el mundo.
- Ósmosis inversa. La ósmosis, el proceso por el que las plantas captan el agua a través de las membranas de sus raíces, se aplica a la inversa en las desaladoras. En ellas se separa el agua marina de sus sales aplicando una presión de 70 atmósferas al agua marina lanzada a través de unos bastidores con membranas de poliamida. A un lado de la barrera semipermeable queda el agua dulce y al otro una concentración de sales, la salmuera.
- Consumo energético. El gasto eléctrico de las bombas que toman el agua del mar, las que la lanzan a presión a través de las membranas y aquellas que bombean el producto final hasta los depósitos, encarece la desalación. Miguel Torres, experto de aguas del Centro de Estudios y Experimentación de Obras Públicas (CEDEX), dependiente del Ministerio de Fomento, y uno de los expertos en desalación más veteranos, asegura que 'un buen diseño de los sistemas de bombeo baja los costes a tal punto que hoy se consume diez veces menos energía que hace 20 años'. En 2004, 1.000 litros de agua desalada cuestan lo mismo que uno de agua mineral, alrededor de 45 céntimos. Este precio permitirá que las plantas de Cartagena (Murcia) y Carboneras (Almería) se utilicen para regar cultivos de alto valor añadido, uso inédito en Europa.
- Sabor y calidad. 'El agua desalada puede saber a lo que se quiera'. Torres explica que se trata de un agua 'perfecta', destilada. Por eso se remineraliza el agua para que tenga 'un cierto contenido en sales, un determinado ph' o se mezcla con otras aguas dulces que la equilibran. La calidad del agua es 'muy alta', según coinciden los expertos. Manuel Hernandez, uno de ellos, del Centro Canario del Agua, asegura que la desalada es un agua muy apreciada por las empresas de refrescos gaseosos para elaborar sus bebidas. Estevan afirma por su parte que la calidad de este tipo de agua 'alarga la vida de las conducciones y contadores, y permite reducir el uso de detergentes y jabones'.
- En la fábrica de agua. A pocos kilómetros al sur de Alicante, la desaladora de Agua Amarga, inaugurada en 2003, abastece de agua de boca a Murcia y Alicante con los 50.000 metros cúbicos diarios que produce. Emplea a 19 trabajadores y parece una nave industrial más. De hecho, como explica Andrés Martínez, de la Mancomunidad de Canales del Taibilla, organismo autónomo que gestiona la instalación, 'se ha diseñado para causar el menor impacto ambiental posible'. El ruido que producen los siete equipos de alta presión es ensordecedor, pero fuera apenas se oye un runrún mecánico; Martínez asegura que los coches que pasan por delante producen más decibelios. La desaladora ocupa 17.000 metros cuadrados y ha costado 52 millones. Una planta de este tipo tarda dos años en construirse.
- Daños medioambientales. Los vertidos de salmuera al mar convierten a las desaladoras en el objetivo de las críticas de los ecologistas, que, en todo caso, las defienden si la alternativa es el trasvase del Ebro. Las praderas del alga endémica Posidonia que arraigan en los lechos marinos del Mediterráneo se ven diezmadas si la concentración de sal es elevada. Por eso, Enrique Segovia, director de Conservación de la organización ecologista WWF/Adena, aconseja que se vierta en la superficie del mar 'para que se diluya mejor y no se acumule en los fondos', o se eche en los puertos, donde recomienda que se instalen las desaladoras. Para reducir su impacto energético, Segovia pide que las plantas utilicen energía solar. Hernández advierte también de la dificultad de asegurar que el agua desalada contiene menos de una parte por millón de boro, límite autorizado por la legislación. Otra de las personas que ha luchado con fuerza contra el trasvase, Pedro Arrojo, presidente de la FNCA, es tajante: 'los bosques de Posidonia son sagrados'. Arrojo reconoce no obstante que hay modos 'respetuosos' de verter la salmuera. 'Se pueden trazar emisarios que lleguen más allá de las praderas o instalar duchas de salmuera'. El invento, desarrollado por el CEDEX y otros organismos científicos españoles, consiste en abrir varios difusores de la salmuera a lo largo del emisario, de modo que el efluente describa una parábola al salir y se mezcle con el agua circundante. 'Es como si se revolviera azúcar en un vaso de agua', explica Torres. El ingeniero añade orgulloso que 'las empresas e investigadores españoles son referentes mundiales' en la tecnología de la desalación. Un ejemplo: la empresa de ingeniería Pridesa está construyendo una desaladora en el estuario del Támesis que dará de beber a 900.000 londinenses