Mario Soares alerts about wars for water control and urges governments to figth against water privatisation
Tue, 01/06/2004
El ex presidente de Portugal y miembro de la organización Green Cross Internacional, Mario Soares, alertó hoy de la "petrolización" del agua, que comportará el estallido de guerras por el control de este recurso, al tiempo que instó a los gobiernos de la Unión Europea a combatir su "privatización" en manos de multinacionales.
Soares protagonizó hoy la ponencia central de la segunda Asamblea Mundial de los Sabios del Agua, que se lleva a cabo en el marco del diálogo del Forum 2004 'El agua: vida y seguridad'. El político portugués preside también el llamado Comité Promotor del Contrato Mundial del Agua, un grupo de personalidades internacionales que, en 1998, aprobó el Manifiesto del Agua, que se basa en la consideración de este recurso como un derecho humano inalienable.
En su intervención, Soares consideró que el abastecimiento universal de agua potable será "una de las grandes batallas políticas del siglo XXI" y alertó de que "su distribución ya no está asegurada por los servicios públicos, sino por empresas privadas" que "pretenden la privatización del agua, con el objetivo de conseguir beneficios considerables".
En su opinión, la "moda neoliberal de extender el mercantilismo a todos los sectores" comportará la "petrolización" del agua. Tras definir la guerra de Irak como "la lucha por la dominación de los recursos y la distribución de petróleo a escala mundial", alertó de que, "si permitimos que se haga lo mismo con el agua, tendremos que admitir que el mundo conocerá guerras por la dominación y distribución del 'petróleo azul'".
RECHAZO A LA PRIVATIZACION.
Ante este riesgo, instó a la UE, "que tanto se preocupa de los derechos humanos", a "definir una posición clara respecto al agua y contra su privatización, rechazando el argumento economicista de las grandes multinacionales, que actúan como grupos de presión". Tras resaltar el papel de la ciudadanía para impulsar esta postura de los Estados europeos, pidió a la ONU la aprobación de una 'Convención Mundial del Agua', mediante la cual los gobiernos "se comprometan a rehusar el recurso de las guerras del agua y a rechazar el mercantilismo" en su gestión.
El problema del acceso al agua, uno "de los más serios de la Humanidad" junto con la pobreza, "está en nuestras manos resolverlo, gracias al estadio tecnológico y de civilización en que nos encontramos", según Soares. Sin embargo, no se consigue "porque los Gobiernos tienen otras prioridades y, algunas veces, ceden a las presiones de los grandes intereses egoístas". EL HORMIGÓN, EN CRISIS.
Tras la intervención de Soares, el presidente de la Fundación Nueva Cultura del Agua, entidad organizadora del diálogo, Pedro Arrojo, fue el encargado de resumir las cuestiones fundamentales tratadas durante los siete simposios que se han desarrollado en el marco del diálogo.
Según Arrojo, "el tiempo de las grandes infraestructuras de hormigón, ya sean embalses o trasvases, con masivas subvenciones públicas, fuere cual fuere su coste e impacto ambiental, ha entrado en crisis". En su lugar, los ponentes del diálogo plantean una transición "hacia la gestión del ecosistema", del acuífero. Arrojo definió el proceso como "recuperar la salud de nuestros ríos para recuperar la salud de los pueblos" y garantizar el acceso al agua.
PARTICIPACIÓN Y EDUCACIÓN CIUDADANA.
El diálogo concluyó también resaltando la necesidad de "promover mecanismos de gestión local del agua", con la participación de "todos los agentes implicados", no sólo "los regantes, las hidroeléctricas y los políticos", sino "la ciudadanía". Según explicó Arrojo, "la participación y la educación han sido elementos transversales" en todos los simposios. Para garantizar este papel de los ciudadanos, los ponentes cuestionaron que el actual modelo, que deja la gestión del agua en manos de empresas privadas, sea el idóneo.
Asimismo, comentó Arrojo, los ponentes formularon la pregunta de si la agricultura industrial, que consume el 70 por ciento del agua, "es de interés general, si prové de recursos alimentarios o erosiona los ecosistemas, reduciéndolos". Las conclusiones apuestan por seleccionar cultivos adecuados a las condiciones locales y por invertir en tecnologías de reciclaje que eviten el uso de agua potable para el riego.
Otras de las conclusiones de este debate son el papel de las ONG como mediadoras en los conflictos por el agua; la falta de información sobre el alcance del cambio climático; la necesidad de que los diferentes niveles de Administración participen en la gestión del agua, y la relevancia de las mujeres como gestoras de este recurso, en especial en los países en vías de desarrollo.
"INDIGNACIÓN" POR PALESTINA.
Arrojo, encargado de enunciar las conclusiones del debate, enfatizó la "indignación" expresada por gran parte de los ponentes por las repercusiones de la construcción del muro que separa Israel de las tierras palestinas.
En este sentido, Arrojo tildó la situación de "dramática", mientras que el profesor de Derecho Público Internacional de la Universidad de Ginebra, Laurence Boisson, advirtió que el muro "separa a los pueblos palestinos de sus cultivos y les priva del acceso a los recursos" hídricos. Precisamente, el debate estudió el conflicto árabe-israelí como ejemplo de la repercusión del agua en una guerra
Soares protagonizó hoy la ponencia central de la segunda Asamblea Mundial de los Sabios del Agua, que se lleva a cabo en el marco del diálogo del Forum 2004 'El agua: vida y seguridad'. El político portugués preside también el llamado Comité Promotor del Contrato Mundial del Agua, un grupo de personalidades internacionales que, en 1998, aprobó el Manifiesto del Agua, que se basa en la consideración de este recurso como un derecho humano inalienable.
En su intervención, Soares consideró que el abastecimiento universal de agua potable será "una de las grandes batallas políticas del siglo XXI" y alertó de que "su distribución ya no está asegurada por los servicios públicos, sino por empresas privadas" que "pretenden la privatización del agua, con el objetivo de conseguir beneficios considerables".
En su opinión, la "moda neoliberal de extender el mercantilismo a todos los sectores" comportará la "petrolización" del agua. Tras definir la guerra de Irak como "la lucha por la dominación de los recursos y la distribución de petróleo a escala mundial", alertó de que, "si permitimos que se haga lo mismo con el agua, tendremos que admitir que el mundo conocerá guerras por la dominación y distribución del 'petróleo azul'".
RECHAZO A LA PRIVATIZACION.
Ante este riesgo, instó a la UE, "que tanto se preocupa de los derechos humanos", a "definir una posición clara respecto al agua y contra su privatización, rechazando el argumento economicista de las grandes multinacionales, que actúan como grupos de presión". Tras resaltar el papel de la ciudadanía para impulsar esta postura de los Estados europeos, pidió a la ONU la aprobación de una 'Convención Mundial del Agua', mediante la cual los gobiernos "se comprometan a rehusar el recurso de las guerras del agua y a rechazar el mercantilismo" en su gestión.
El problema del acceso al agua, uno "de los más serios de la Humanidad" junto con la pobreza, "está en nuestras manos resolverlo, gracias al estadio tecnológico y de civilización en que nos encontramos", según Soares. Sin embargo, no se consigue "porque los Gobiernos tienen otras prioridades y, algunas veces, ceden a las presiones de los grandes intereses egoístas". EL HORMIGÓN, EN CRISIS.
Tras la intervención de Soares, el presidente de la Fundación Nueva Cultura del Agua, entidad organizadora del diálogo, Pedro Arrojo, fue el encargado de resumir las cuestiones fundamentales tratadas durante los siete simposios que se han desarrollado en el marco del diálogo.
Según Arrojo, "el tiempo de las grandes infraestructuras de hormigón, ya sean embalses o trasvases, con masivas subvenciones públicas, fuere cual fuere su coste e impacto ambiental, ha entrado en crisis". En su lugar, los ponentes del diálogo plantean una transición "hacia la gestión del ecosistema", del acuífero. Arrojo definió el proceso como "recuperar la salud de nuestros ríos para recuperar la salud de los pueblos" y garantizar el acceso al agua.
PARTICIPACIÓN Y EDUCACIÓN CIUDADANA.
El diálogo concluyó también resaltando la necesidad de "promover mecanismos de gestión local del agua", con la participación de "todos los agentes implicados", no sólo "los regantes, las hidroeléctricas y los políticos", sino "la ciudadanía". Según explicó Arrojo, "la participación y la educación han sido elementos transversales" en todos los simposios. Para garantizar este papel de los ciudadanos, los ponentes cuestionaron que el actual modelo, que deja la gestión del agua en manos de empresas privadas, sea el idóneo.
Asimismo, comentó Arrojo, los ponentes formularon la pregunta de si la agricultura industrial, que consume el 70 por ciento del agua, "es de interés general, si prové de recursos alimentarios o erosiona los ecosistemas, reduciéndolos". Las conclusiones apuestan por seleccionar cultivos adecuados a las condiciones locales y por invertir en tecnologías de reciclaje que eviten el uso de agua potable para el riego.
Otras de las conclusiones de este debate son el papel de las ONG como mediadoras en los conflictos por el agua; la falta de información sobre el alcance del cambio climático; la necesidad de que los diferentes niveles de Administración participen en la gestión del agua, y la relevancia de las mujeres como gestoras de este recurso, en especial en los países en vías de desarrollo.
"INDIGNACIÓN" POR PALESTINA.
Arrojo, encargado de enunciar las conclusiones del debate, enfatizó la "indignación" expresada por gran parte de los ponentes por las repercusiones de la construcción del muro que separa Israel de las tierras palestinas.
En este sentido, Arrojo tildó la situación de "dramática", mientras que el profesor de Derecho Público Internacional de la Universidad de Ginebra, Laurence Boisson, advirtió que el muro "separa a los pueblos palestinos de sus cultivos y les priva del acceso a los recursos" hídricos. Precisamente, el debate estudió el conflicto árabe-israelí como ejemplo de la repercusión del agua en una guerra