Ebro river spills almost 12000 cubic hectometres to the sea during seven months

Sat, 29/05/2004

ABC

Desde octubre, por la red del Ebro han circulado unos 14.000 hectómetros cúbicos, pero sólo se han guardado en los embalses 2.000 hectómetros cúbicos

ZARAGOZA. La cuenca del Ebro cuenta con un potencial de regulación que sigue sin aprovecharse, un valioso recurso que se deja escapar. Según los datos oficiales de la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE) recopilados por ABC, en los siete últimos meses este gran río ha echado al mar 11.900 hectómetros cúbicos de agua. El dato se ha contabilizado desde octubre, mes en el que arranca el año hidrológico.

La cifra es realmente abultada, fruto de un año bondadoso en lluvias, pero consecuencia de una cuenca en la que los embalses son claramente escasos para aprovechar en su justa medida el preciado recurso que es el agua. En toda la cuenca del Ebro hay 57 embalses, entre los dedicados a regulación para los distintos consumos y los destinados a producción hidroeléctrica. Pues bien, entre esas 57 presas, lo máximo que pueden llegar a guardar son 6.500 hectómetros cúbicos. Ésa es la suma tope de toda una red de embalses que se extiende en una amplísima región geográfica que va desde Cantabria hasta el Delta del Ebro, desde los Pirineos hasta los límites con la Meseta castellana, y que abarca a todos esos cauces cuyas aguas acaban en el gran río.

Pantanos en máximos

Según el último balance oficial de esta misma semana, toda esa red de presas suma ahora algo más de 5.700 hectómetros cúbicos de reservas. Se acerca al 90%, nada lejos de la capacidad máxima. Hay que tener en cuenta que algunas presas no han tenido posibilidad de llenarse al máximo, pero también que en otras muchas, aunque se pueda, no se hace por oportunidad técnica o incluso de seguridad. Y hay que destacar que este gran dato de reservas hídricas se produce a unas alturas del año en el que los consumos empiezan a intensificarse y no es usual que los pantanos estén tan llenos.

El problema radica en que no hay suficiente capacidad de embalse y se deja pasar una abundante cantidad de agua que convendría reservar. Lo ocurrido este año es ejemplificador. Desde octubre, por la red de cauces de la cuenca del Ebro han circulado del orden de 14.000 hectómetros cúbicos, sin contar el agua que se haya podido consumir directamente para diversos usos. De todo ese caudal, sólo 2.000 hectómetros cúbicos se han podido guardar en los embalses de esta cuenca, mientras que el resto, casi 12.000 hectómetros cúbicos, ha acabado en el Mediterráneo.

Y eso que este año se ha ampliado ligeramente la capacidad de embalse, porque algunas presas que se han ido construyendo en los últimos tiempos han entrado en funcionamiento o lo han hecho con mayor rendimiento, caso de Rialp, en el Segre leridano, o Itoiz, en el Iratí de Navarra.

En los últimos años, el debate político ha girado en torno al trasvase del Ebro, que el anterior Gobierno del PP había impulsado para poder transferir 1.050 hectómetros cúbicos al año al Levante, Murcia y Almería. Esa obra la ha descartado el nuevo Gobierno del PSOE. Para quienes han esgrimido el argumento de la escasez de agua a la hora de oponerse a esta obra, queda claro que la explicación se queda corta y que, cuando menos, es muy matizable. La discusión de fondo ha de abordar cuestiones más amplias, razonamientos técnicos, económicos, científicos y sociales. Pero lo incuestionable es que se deja escapar un gran caudal por el Ebro, porque sigue sin haber una adecuada regulación