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Tue, 25/05/2004

Expansión

Madrid
El adiós al trasvase del Ebro decidido por el Gobierno en su nueva política de aguas equivale a la definitiva bienvenida a la desalación en España. Entre las prioridades que baraja la ministra de Medio Ambiente, Cristina Narbona, destaca la aprobación de un real decreto ley que derogará los artículos de la Ley del Plan Hidrológico Nacional referidos al trasvase del Ebro.
Esta norma incluirá los proyectos alternativos al trasvase, con una inversión de 3.747 millones de euros. La finalidad será llevar 1.058 hectómetros cúbicos de agua para Andalucía, Cataluña, Comunidad Valenciana y Murcia.
Una de esas actuaciones de urgencia será la construcción de once desaladoras y la ampliación de dos existentes, con una inversión de 632 millones (incluidos en la cantidad anterior). Actualmente, en España hay 3.000 desaladoras, por las que pasan 1,2 millones de metros cúbicos de agua al día.
La mayoría son pequeñas. Una de las mayores es Carboneras, en Almería.
Debate sobre precios
La opción de desalar agua de mar para hacerla apta para el consumo humano había sido utilizada de forma esporádica por elevado coste de esta tecnología. De hecho, sobre el precio del agua desalada existe un debate en el que, en absoluto, hay unanimidad.
El Ministerio dio una cifra de 30 céntimos de euro como precio del metro cúbico de agua desalada, a los pocos días de presentar las líneas de su nueva política. Un precio que muchos expertos consideraron excesivamente bajo.
El director general de Aguas, Juan López Martos, dependiente del gabinete de Narbona, afinó después un poco más y ofreció un precio más realista: 52 céntimos de euro por metro cúbico
Aún así, varios expertos siguen argumentando que la desalación es cara, no sólo por su desarrollo tecnológico, sino también por su elevado consumo energético. Ramón Vázquez, socio de AQA Consultores, señaló la semana pasada en las jornadas Hidraulia, organizadas por Recoletos Conferencias y Formación, que la tarifa obtenida con desalación es de 66 céntimos por metro cúbico. Mientras tanto, la ONG Adena/WWF estima un precio de entre 36 y 41 céntimos.
Por su parte, José María Fluxá, presidente del Foro del Agua del Colegio de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos, explica que 'el agua desalada sigue siendo más cara que el uso de trasvases'.
Su estimación de precio es de unos 75 céntimos por metro cúbico.
'Es un coste al alza porque la energía siempre va a elevar su precio. Es muy complicado bajar el consumo energético de las desaladoras', apunta Fluxá.
La desalación se basa en el sistema de ósmosis inversa. ¿En qué consiste? Un vegetal absorbe sales del suelo mediante el proceso de ósmosis. A la inversa, una desaladora filtra el agua de mar que entra en ella, mediante unas membranas y el uso de una fuerte presión (momento de mayor consumo energético).
Para desalar un metro cúbico de agua, es necesario el equivalente en energía eléctrica a un kilogramo de petróleo.
Un problema añadido es la generación de emisiones de gases de efecto invernadero, lo que complica el cumplimiento del Protocolo de Kioto. Este acuerdo internacional de lucha contra el cambio climático es una de las prioridades ecológicas para España, que tiene serios problemas para poder cumplir Kioto. Narbona segura que el uso de la desalación consume un 40% menos de energía que la que el trasvase del Ebro hubiera necesitado y que las emisiones también son cerca de un 40% menores que con esa gran obra hidráulica.
Hay otro problema añadido. Del agua que entra en una desaladora, sólo un 40% es apta para el consumo humano. El resto es agua con una elevada concentración en sal, que se denomina salmuera y que es un vertido muy contaminante.
'Hasta ahora, se planteaba una obra hidráulica para una finalidad determinada, y no se pensaba ni en las alternativas, ni en la cantidad real de agua que se podía obtener, ni en el impacto concreto en la tarifa', explica Juan López Martos, director general de Aguas. En su opinión, 'no es que se vayan a abandonar las obras hidráulicas, pero sí se van a abordar con más racionalidad'.
El PSOE quiere ahora dar prioridad a la desalación frente a la realización de una obra faraónica. Pero no es la única medida prevista. El gabinete dirigido por Cristina Narbona ha propuesto un conjunto de actuaciones de regulación mediante embalses y mejora de la gestión de los acuíferos.
'Evitar las pérdidas de agua de algunas presas y embalses antiguos es una prioridad obligada', admiten fuentes del Ministerio de Medio Ambiente. La nueva política de agua se completa con mejoras de la gestión hidráulica, que incluyen inversiones ligadas a la reutilización de las aguas residuales. Todas estas medidas prevén una inversión de más de 3.700 millones de euros. El Gobierno solicitará a Bruselas financiación por 1.200 millones, a través de fondos de cohesión y estructurales.
Con ello, Cristina Narbona pretende evitar perder el dinero que Bruselas tenía destinado para agua en España y que el PP quería para el trasvase del Ebro. La Comisión Europea puso obstáculos a la financiación del trasvase por considerar que planteaba problemas técnicos y ambientales. A día de hoy, el trasvase sigue teniendo dos lecturas: la del PP y la del PSOE. El antiguo Gobierno estimaba que la España seca necesitaba un total de 1.050 hectómetros cúbicos al año. EL PSOE ha dicho ahora que eran unas necesidades sobreponderadas y que sólo se exigían 620 hectómetros cúbicos. En cuanto al precio, la diferencia era de casi 60 céntimos de euro por metro cúbico.
El mercado del agua (II)
La desalación y las medidas de reutilización sustituirán las grandes obras hidráulicas. El elevado consumo energético y la generación de gases y residuos son los principales problema