China tiene ahora miedo al agua

Mon, 19/05/2008

La Vanguardia

El verdadero peligro de inundación, no parece venir de los nuevos lagos que el terremoto ha formado en Sichuán, sino por la entrada de la cíclica estación lluviosa.
Una semana después del pavoroso terremoto de Sichuan, China decretó ayer tres días de duelo nacional, con suspensión del paso de la antorcha olímpica por su territorio. 32.400 muertos, 9.500 sepultados, 200.000 heridos y 60.000 rescatados, según la última estimación oficial, el país se enfrenta a desafíos relacionados con esta catástrofe que podrían amplificarla todavía más.
El primer frente que tener en cuenta es el agua. El terremoto ha desmoronado montañas sobre valles fluviales. La agencia Xinhua cita 20 millones de metros cúbicos de rocas desprendidas. Los cursos de agua así cortados han formado 18 lagos, cuyo volumen va siendo incrementado por los ríos obturados. Ocho de esos lagos amenazan la ciudad de Beichuan, destruida en un 80%, ya evacuada y que va a ser reconstruida en otro lugar. En Qingchuan, más al norte, otras 4.000 personas han sido evacuadas. En Chengdu hay un centro de seguimiento de estos nuevos lagos, con 25 equipos del Ministerio de Hidrología sobre el terreno.
La impresión es que el problema se puede capear. En Pengzhou, otra localidad, el lago formado por los desprendimientos se ha roto sin consecuencias, y en otros lugares se han abierto artificialmente vías de desagüe. De momento no hay grandes evacuaciones de población por ese motivo. Los problemas pueden presentarse por otro lado.
La época de lluvias de todos los años comienza ahora en Sichuan. Anoche llovió abundantemente entre las ocho de la tarde y las seis de la mañana. Decenas de miles de campesinos sufren anualmente inundaciones. Están acostumbrados a ella. En casa del señor Qing Tianfu, aldea de Jiu Long, el agua del río que el resto del año pasa a un kilómetro de distancia les llega hasta la rodilla durante la época de lluvias, explica, pero 'este año... este año es diferente', dice. De entrada, Qing no tiene casa, sino un montón de escombros. Ha perdido a tres miembros de la familia. Junto con su hija Qing Xingfang, el yerno Liu Wenbo, su esposa Li Yungfeng y el hermano Qing Xinyuan, se han quedado sin nada.
'El silo está destruido, he perdido mis aperos, tengo que reconstruirlo todo, comienzan las lluvias y es tiempo de cosechar: ¿por dónde empiezo?', se pregunta. Todo lo que esta familia tiene es un montón de ladrillos y cascotes, tres tiendas construidas con telas y palos, dos cerdos que han sobrevivido, y al abuelo, un octogenario ciego que yace en una de las tiendas ajeno a todo. Qing no tiene ni camisa y aún tiene el suficiente estómago para concluir: 'Por lo menos estamos vivos'.
En esa conclusión, la voluntad, está la clave de todo, pero la recuperación no será posible sin ayuda del Estado. China deberá ayudar a esta gente de forma directa. Desde el punto de vista macroeconómico, los observadores estiman que la economía no se resentirá.