La cuenca del Ebro dispone ya de un plan para minimizar los efectos de las sequías
Mon, 22/01/2007
La Confederación Hidrográfica del Ebro ha terminado de redactar el Plan Especial de Actuación en Situaciones de Alerta y Eventual Sequía que deben elaborar todos los organismos de cuenca para predecir y paliar los efectos de la escasez hídrica. El documento es un instrumento de planificación que define claramente cómo detectar la llegada de una sequía, qué umbrales se deben manejar para declarar los distintos niveles de alerta y qué medidas de prevención se deben adoptar en cada una de las fases establecidas.
Esas directrices de obligado cumplimiento atienden a las características y las peculiaridades de cada zona, por lo que ve varían de una subcuenca a otra. En realidad, el Plan Especial de Sequía (PES) de la cuenca del Ebro es un compendio que fija los protocolos que se seguirán cuando falte el agua en alguna de las 17 juntas de explotación de la Confederación.
El documento ha pasado un periodo de exposición pública que podría conllevar alguna modificación puntual. Sin embargo, el contenido sustancial del Plan no va a variar. Antes de su entrada en vigor, el PES tendrá que pasar por el Consejo del Agua de la cuenca para después ser aprobado por el Ministerio de Medio Ambiente.
La obligación de elaborar este instrumento de análisis viene recogida en el PHN, que estableció que todas las confederaciones deben redactar su propio PES. El objetivo es que cada cuenca tenga sistematizado un patrón de actuación que permita minimizar los efectos ambientales, económicos y sociales de la sequía.
En la cuenca del Ebro, la escasez de los dos últimos años hidrológicos ha obligado a la Confederación a aprobar sendos protocolos de acción que han suplido, transitoriamente, la ausencia de un PES. Los técnicos de la CHE han aprovechado los hallazgos recogidos en ambos como punto de partida para la elaboración de un nuevo documento más riguroso y fiable en la definición de los umbrales que permitirán adelantarse a los problemas.
Mecanismos de detección
El objetivo principal del Plan Especial de Sequía es definir mecanismos para prevenir y detectar los episodios de sequía. Para ello, se establece un sencillo sistema de indicadores hidrológicos que tiene en cuenta las cuatro variables que pueden estudiarse en cada junta de explotación: el agua almacenada en sus embalses principales, el caudal de su río más importante, la cantidad de lluvia recogida en su pluviómetro de referencia y el nivel de sus aguas subterráneas.
Como las grandes demandas de agua de la cuenca cuentan con sistemas de regulación, en la mayoría de los casos el indicador utilizado para medir el riesgo de sequía serán las reservas de los pantanos. No obstante, en las zonas poco reguladas o que directamente no tienen pantanos se recurrirá al resto de variables -en cada junta de explotación, el PES distingue entre sistemas regulados y ríos en régimen natural-.
En todos los casos, los técnicos de la CHE han comprobado la validez de los indicadores elegidos. Para ello se ha usado un modelo matemático que se emplea para simular el comportamiento hidrológico de la cuenca y que, basándose en la experiencia acumulada en el periodo 1940-1995, ha permitido ver si esos mecanismos de aviso hubieran sido eficaces en sequías anteriores.
Umbrales y alertas
Una vez determinada la validez de los indicadores, el PES pasa a detallar subcuenca por subcuenca cuáles son los umbrales que se utilizarán para declarar las distintas fases de la escala de riesgo: normalidad, prealerta, alerta y emergencia.
De esta forma, y por poner un ejemplo práctico, los técnicos de la Confederación han considerado que si el 31 de enero de cada año los embalses de La Tranquera y Maidevera no llegan a los 57,2 hectómetros de forma conjunta, la junta de explotación número 5 -la de la subcuenca del Jalón- pasará a estar en prealerta. Si las reservas caen por debajo de 30,6 hectómetros, lo que se declarará será la alerta, y si no se alcanzan los 23,2 se entrará en emergencia.
Ese umbral varía cada mes, por lo que la revisión del sistema de avisos será mensual. En cuanto a los ríos no regulados, y por seguir con la subcuenca del Jalón, el indicador que prevé el PES es la suma de las aportaciones de agua de ese río en los tres últimos meses considerados -1,4 hectómetros es el nivel de prealerta, 0,9 el de alerta y 0,4 el de emergencia-.
Medidas previstas
Por último, el Plan Especial de Sequía determina qué medidas deberán ponerse en marcha cuando los indicadores hidrológicos detecten la llegada de un periodo de escasez. Una vez más, el PES las detalla por subcuencas.
En fase de prealerta se prevén acciones de seguimiento, elaboración de previsiones, orientación de cultivos y concienciación de la población. Cuando se pase al estado de alerta, se creará una Comisión Permanente de la Sequía, se empezarán a reducir tanto las dotaciones de riego -10 %- como las destinadas a usos públicos -baldeo de calles, parques- y se pondrán en servicio las infraestructuras de sequía existentes -pozos, trasvases internos-, entre otras cuestiones.
Si finalmente la situación es de emergencia, el PES contempla una larga lista de restricciones, prohibiciones, cortes y controles.
Esas directrices de obligado cumplimiento atienden a las características y las peculiaridades de cada zona, por lo que ve varían de una subcuenca a otra. En realidad, el Plan Especial de Sequía (PES) de la cuenca del Ebro es un compendio que fija los protocolos que se seguirán cuando falte el agua en alguna de las 17 juntas de explotación de la Confederación.
El documento ha pasado un periodo de exposición pública que podría conllevar alguna modificación puntual. Sin embargo, el contenido sustancial del Plan no va a variar. Antes de su entrada en vigor, el PES tendrá que pasar por el Consejo del Agua de la cuenca para después ser aprobado por el Ministerio de Medio Ambiente.
La obligación de elaborar este instrumento de análisis viene recogida en el PHN, que estableció que todas las confederaciones deben redactar su propio PES. El objetivo es que cada cuenca tenga sistematizado un patrón de actuación que permita minimizar los efectos ambientales, económicos y sociales de la sequía.
En la cuenca del Ebro, la escasez de los dos últimos años hidrológicos ha obligado a la Confederación a aprobar sendos protocolos de acción que han suplido, transitoriamente, la ausencia de un PES. Los técnicos de la CHE han aprovechado los hallazgos recogidos en ambos como punto de partida para la elaboración de un nuevo documento más riguroso y fiable en la definición de los umbrales que permitirán adelantarse a los problemas.
Mecanismos de detección
El objetivo principal del Plan Especial de Sequía es definir mecanismos para prevenir y detectar los episodios de sequía. Para ello, se establece un sencillo sistema de indicadores hidrológicos que tiene en cuenta las cuatro variables que pueden estudiarse en cada junta de explotación: el agua almacenada en sus embalses principales, el caudal de su río más importante, la cantidad de lluvia recogida en su pluviómetro de referencia y el nivel de sus aguas subterráneas.
Como las grandes demandas de agua de la cuenca cuentan con sistemas de regulación, en la mayoría de los casos el indicador utilizado para medir el riesgo de sequía serán las reservas de los pantanos. No obstante, en las zonas poco reguladas o que directamente no tienen pantanos se recurrirá al resto de variables -en cada junta de explotación, el PES distingue entre sistemas regulados y ríos en régimen natural-.
En todos los casos, los técnicos de la CHE han comprobado la validez de los indicadores elegidos. Para ello se ha usado un modelo matemático que se emplea para simular el comportamiento hidrológico de la cuenca y que, basándose en la experiencia acumulada en el periodo 1940-1995, ha permitido ver si esos mecanismos de aviso hubieran sido eficaces en sequías anteriores.
Umbrales y alertas
Una vez determinada la validez de los indicadores, el PES pasa a detallar subcuenca por subcuenca cuáles son los umbrales que se utilizarán para declarar las distintas fases de la escala de riesgo: normalidad, prealerta, alerta y emergencia.
De esta forma, y por poner un ejemplo práctico, los técnicos de la Confederación han considerado que si el 31 de enero de cada año los embalses de La Tranquera y Maidevera no llegan a los 57,2 hectómetros de forma conjunta, la junta de explotación número 5 -la de la subcuenca del Jalón- pasará a estar en prealerta. Si las reservas caen por debajo de 30,6 hectómetros, lo que se declarará será la alerta, y si no se alcanzan los 23,2 se entrará en emergencia.
Ese umbral varía cada mes, por lo que la revisión del sistema de avisos será mensual. En cuanto a los ríos no regulados, y por seguir con la subcuenca del Jalón, el indicador que prevé el PES es la suma de las aportaciones de agua de ese río en los tres últimos meses considerados -1,4 hectómetros es el nivel de prealerta, 0,9 el de alerta y 0,4 el de emergencia-.
Medidas previstas
Por último, el Plan Especial de Sequía determina qué medidas deberán ponerse en marcha cuando los indicadores hidrológicos detecten la llegada de un periodo de escasez. Una vez más, el PES las detalla por subcuencas.
En fase de prealerta se prevén acciones de seguimiento, elaboración de previsiones, orientación de cultivos y concienciación de la población. Cuando se pase al estado de alerta, se creará una Comisión Permanente de la Sequía, se empezarán a reducir tanto las dotaciones de riego -10 %- como las destinadas a usos públicos -baldeo de calles, parques- y se pondrán en servicio las infraestructuras de sequía existentes -pozos, trasvases internos-, entre otras cuestiones.
Si finalmente la situación es de emergencia, el PES contempla una larga lista de restricciones, prohibiciones, cortes y controles.