Un estudio de la Comisión Europea alerta de que el cambio climático destruirá las playas mediterráneas

Sun, 14/01/2007

La Verdad

Emergen enfermedades ya desaparecidas o propias de otras latitudes; las prendas de abrigo no se venden porque no hace frío y los comerciantes tiran los precios para dar salida a la mercancía; la temperatura del mar se eleva; la epidemia de gripe, cíclica e inamovible, se retrasa; desaparecen especies animales autóctonas y entran con fuerza otras de origen tropical o africano.

El cambio climático no es una amenaza contra el ecosistema a largo plazo focalizada en la selva amazónica y los cascos polares. Las temidas consecuencias del calentamiento del planeta, por efecto de la emisión indiscriminada a la atmósfera de gases que producen el efecto invernadero (CO2), están a la vuelta de la esquina y la Región ya las está sufriendo.

Los estudios científicos y las advertencias de los expertos se suceden y todos apuntan en la misma dirección: Murcia, como el resto de regiones mediterráneas, será de las primeras zonas europeas en sentir la fatídica represalia de una naturaleza maltratada. El llamado Estudio Peseta, elaborado por el Centro de Investigación de la Comisión Europea y divulgado el pasado miércoles, vaticina la destrucción de las playas mediterráneas. «El patrón de los veranos puede cambiar radicalmente a lo largo de este siglo debido al cambio climático -señalan los científicos de Bruselas. En condiciones excelentes, situado ahora en torno al Mediterráneo (en particular para el turismo de playas), se desplazará hacia el norte, quizás hasta el mar Báltico o el mar del Norte».

El previsible éxodo de turistas, ante la desaparición de la playa y unas temperaturas insufribles, supondrá un golpe económico mortal para la economía de regiones como Murcia; una debacle que además se sumará a la caída en picado de la actividad agrícola ante sequías durísimas y la reducción de las precipitaciones.

La sequía se ha convertido en una rémora del desarrollo regional, y la evolución de las temperaturas y las lluvias en las últimas cuatro décadas dibuja un futuro nada halagüeño. Los años se han vuelto más cálidos, con veranos más asfixiantes e inviernos excesivamente benévolos. La serie histórica que maneja Juan Esteban Palenzuela, jefe de la Unidad de Estudios y Desarrollo del Centro Meteorológico de Guadalupe-Murcia, corrobora esa sensación.

El 2006 ha sido el año más caluroso desde 1971, con una temperatura media anual de 17,3 grados centígrados, lo que supone 1º por encima del promedio histórico y un valor sólo equiparable al registrado en los años 1994 y 1995, cuando la cuenca del Segura sufrió la peor sequía que se recuerda.

Abril abrasador

Tomando como referencia la serie de valores medios registrados desde 1971, el año pasado hubo tres meses extremadamente cálidos, de acuerdo a la tipología que emplea el Instituto Nacional de Meteorología (INM). Otros cuatro fueron muy cálidos, y sólo dos fueron fríos: enero y febrero.

Los tres meses más tórridos fueron octubre, cuya temperatura media registró una anomalía de 2,6º por encima del valor normal. Se convirtió así en el segundo mes de octubre más cálido desde 1971. En abril hubo una temperatura media de 16,4º, lo que supone un aumento de 2,3º por encima de su promedio histórico y le confiere el título del mes de abril más sofocante de las últimos cuatro décadas. Aunque es pronto para predecir qué ocurrirá en el verano del 2007, el INM pronostica un enero primaveral y sin abrigos ni bufandas.