Aguas residuales para el golf
Sun, 18/07/2004
MURCIA/«No entiendo las críticas contra los campos de golf: aquí toda el agua que utilizamos para regar es reutilizada», explica Antonio mientras circula en uno de esos cochecitos que se mueve con desparpajo por el verde inmenso.
Efectivamente, el campo se abastece únicamente de las aguas ya utilizadas por los habitantes de las urbanizaciones contiguas. Ni una gota de agua limpia. La empresa cuenta con su propia depuradora, que rescata las aguas residuales, las oxigena, las filtra y las clora. Hasta los residuos se aprovechan como abono.
«Este agua se tiraría si no la reutilizásemos nosotros», cuenta Antonio. «Además, no dejamos que se escape nada; contamos con unos canales que recogen el agua de los posibles escapes y de la lluvia». Para asegurarse de que no se pierde ni la última gota, Antonio trabaja con un sistema informático desde el que puede controlar todo el abastecimiento. El programa mide todos las variables que influyen en el césped: la humedad, la velocidad del viento, la temperatura. A partir de los datos, se calcula la cantidad de agua mínima necesaria para el mantenimiento. «En invierno se riega muy poco, y en verano falta agua, pero tenemos que apañarnos con la que tenemos». Aprovechan lo que les llega desde el consumo casero de la zona: unos 260.000 metros cúbicos al año, 700 diarios, para una extensión de 40 hectáreas
Efectivamente, el campo se abastece únicamente de las aguas ya utilizadas por los habitantes de las urbanizaciones contiguas. Ni una gota de agua limpia. La empresa cuenta con su propia depuradora, que rescata las aguas residuales, las oxigena, las filtra y las clora. Hasta los residuos se aprovechan como abono.
«Este agua se tiraría si no la reutilizásemos nosotros», cuenta Antonio. «Además, no dejamos que se escape nada; contamos con unos canales que recogen el agua de los posibles escapes y de la lluvia». Para asegurarse de que no se pierde ni la última gota, Antonio trabaja con un sistema informático desde el que puede controlar todo el abastecimiento. El programa mide todos las variables que influyen en el césped: la humedad, la velocidad del viento, la temperatura. A partir de los datos, se calcula la cantidad de agua mínima necesaria para el mantenimiento. «En invierno se riega muy poco, y en verano falta agua, pero tenemos que apañarnos con la que tenemos». Aprovechan lo que les llega desde el consumo casero de la zona: unos 260.000 metros cúbicos al año, 700 diarios, para una extensión de 40 hectáreas