Todas las energías renovables (solar, eólica, hidráulica y biomasa) siguen ampliando su radio de acción, pero no al ritmo esperado. La eólica es la más extendida, ya que cubre el 5% de la demanda en España.
Mon, 19/07/2004
Con apenas unos días en el cargo, José María González Vélez, nuevo presidente de la Asociación de Productores de Energías Renovables (APPA), es consciente de que no se ha conseguido superar el principal obstáculo de las renovables: que no pueden garantizar un suministro constante al depender de la materia prima que los produce, como el viento, el sol o la lluvia. A pesar de este inconveniente subraya que las energías renovables no pretenden ser una solución en el abastecimiento energético. 'Nuestro papel es contribuir a la tarta energética con energía limpia que no dañe al medio ambiente.
Las más afianzadas (eólica, hidráulica, biomasa y térmica) ya lo están haciendo, pero no en la medida deseada'. Según datos del Instituto para la Diversificación y Ahorro de Energético (Idae), su aportación al consumo de energía primaria en 2003 fue cercano al 7%, cifra aún escasa teniendo en cuenta que las previsiones de crecimiento fijadas en el Plan de Fomento de Energías Renovables y en el Libro Blanco de la UE hablaban de una aportación del 12%, aún lejana.
A pesar de ello, la concienciación con el medioambiente por parte de las empresas y de las instituciones públicas es cada vez mayor. De hecho, en los últimos años han empezado a despertar otro tipo de energías limpias gracias a la investigación. Este es el caso de la llamada energía del hidrógeno, aún en fase experimental, pero que puede ser la energía del futuro, según expertos del sector. Otro ejemplo son los biocarburantes que a partir del refino de productos vegetales pretenden sustituir a la gasolina o gasóleo. Este combustible, más extendido en otros países del entorno como Alemania, Francia o Austria, apenas representa un 0,6% de la energía consumida en nuestro país.
De las renovables más desarrolladas, la hidráulica es la que más aporta a al consumo de energía primaria (2,6%) pero es la eólica la que más crece y la única, que según han asegurado en Appa, alcanzará los objetivos del Plan de Energías Renovables. Según los datos ofrecidos por esta organización, la aportación de las renovables al total de la producción fue de 56.683 Megawatios/hora frente a los 36.443 del año precedente. De esta cifra, las instalaciones eólicas generaron 11.670 MW/h (un 5% de la demanda) cuando las previsiones del plan apuntaban a los 13.000. España es el segundo país de la UE por potencia instalada de eólica, después de Alemania, con 200 parques funcionando. 'El resto de las energías no llegarán a alcanzar los objetivos', aseguran los productores, 'si no cambia la normativa'. Los obstáculos que detectan los productores son variados.
Respecto a la hidráulica, uno de los inconvenientes son las duras trabas administrativas que tienen que superar las comunidades autónomas para autorizar las instalaciones.
Según ha señalado Vélez, algunos expedientes tardan años en resolverse, entre otras cosas, por la obligación de realizar estudios de impacto medioambiental u arqueológicos, que, a juicio de los productores, son muy largos y costosos.
Además, fuentes de la citada asociación aseguran que en muchas ocasiones son las grandes compañías eléctricas las que tienen la mayoría de las licencias, y de hecho, la mayoría de ellas tienen parte del negocio eólico en España.
A la biomasa, que obtiene energía a partir del tratamiento de residuos forestales o agrícolas, como los restos de las aceitunas tras su tratamiento en las almazaras, tampoco se le están poniendo las cosas fáciles. Además de los elevados costes que suponen las instalaciones y el combustible, ahora hay que añadir la revalorización que está adquiriendo la materia prima. En opinión del presidente del APPA, residuos como los alpechines se están revalorizando en demasía e incluso se están llegando a exportar a otros países europeos como Alemania, ya que allí el precio que pagan es mayor.
Las más afianzadas (eólica, hidráulica, biomasa y térmica) ya lo están haciendo, pero no en la medida deseada'. Según datos del Instituto para la Diversificación y Ahorro de Energético (Idae), su aportación al consumo de energía primaria en 2003 fue cercano al 7%, cifra aún escasa teniendo en cuenta que las previsiones de crecimiento fijadas en el Plan de Fomento de Energías Renovables y en el Libro Blanco de la UE hablaban de una aportación del 12%, aún lejana.
A pesar de ello, la concienciación con el medioambiente por parte de las empresas y de las instituciones públicas es cada vez mayor. De hecho, en los últimos años han empezado a despertar otro tipo de energías limpias gracias a la investigación. Este es el caso de la llamada energía del hidrógeno, aún en fase experimental, pero que puede ser la energía del futuro, según expertos del sector. Otro ejemplo son los biocarburantes que a partir del refino de productos vegetales pretenden sustituir a la gasolina o gasóleo. Este combustible, más extendido en otros países del entorno como Alemania, Francia o Austria, apenas representa un 0,6% de la energía consumida en nuestro país.
De las renovables más desarrolladas, la hidráulica es la que más aporta a al consumo de energía primaria (2,6%) pero es la eólica la que más crece y la única, que según han asegurado en Appa, alcanzará los objetivos del Plan de Energías Renovables. Según los datos ofrecidos por esta organización, la aportación de las renovables al total de la producción fue de 56.683 Megawatios/hora frente a los 36.443 del año precedente. De esta cifra, las instalaciones eólicas generaron 11.670 MW/h (un 5% de la demanda) cuando las previsiones del plan apuntaban a los 13.000. España es el segundo país de la UE por potencia instalada de eólica, después de Alemania, con 200 parques funcionando. 'El resto de las energías no llegarán a alcanzar los objetivos', aseguran los productores, 'si no cambia la normativa'. Los obstáculos que detectan los productores son variados.
Respecto a la hidráulica, uno de los inconvenientes son las duras trabas administrativas que tienen que superar las comunidades autónomas para autorizar las instalaciones.
Según ha señalado Vélez, algunos expedientes tardan años en resolverse, entre otras cosas, por la obligación de realizar estudios de impacto medioambiental u arqueológicos, que, a juicio de los productores, son muy largos y costosos.
Además, fuentes de la citada asociación aseguran que en muchas ocasiones son las grandes compañías eléctricas las que tienen la mayoría de las licencias, y de hecho, la mayoría de ellas tienen parte del negocio eólico en España.
A la biomasa, que obtiene energía a partir del tratamiento de residuos forestales o agrícolas, como los restos de las aceitunas tras su tratamiento en las almazaras, tampoco se le están poniendo las cosas fáciles. Además de los elevados costes que suponen las instalaciones y el combustible, ahora hay que añadir la revalorización que está adquiriendo la materia prima. En opinión del presidente del APPA, residuos como los alpechines se están revalorizando en demasía e incluso se están llegando a exportar a otros países europeos como Alemania, ya que allí el precio que pagan es mayor.