In Uruguay, the wind blows water
Mon, 02/06/2014
BID Banco Interamericano de Desarrollo
Bajo el liderazgo de su gobierno, Uruguay se está convirtiendo en un líder en la generación de electricidad por energía eólica. Siendo un país pequeño, nunca podrá superar a China o a Alemania en capacidad instalada en términos absolutos, pero sí lo hará en términos relativos: pretende instalar una capacidad igual al 110% de su consumo medio de electricidad, tal como explicó Ramón Méndez, Director Nacional de Energía de Uruguay en el Foro Internacional de Energías Renovables que se llevó a cabo en Rivera Maya, México, los días 19 y 20 de mayo.
Pero lo más especial de este plan no es solo su tamaño, sino el hecho de que Uruguay está adoptando una estrategia revolucionaria para implementarlo.
Desde la creación en el siglo XX de las redes eléctricas, el modelo convencional de generación de electricidad consiste en una combinación de centrales eléctricas “de base” (que operan 24 horas al día), “de punta” (que se pueden arrancar y parar rápidamente) e intermedias. Este modelo obedece al hecho de que la electricidad no se puede almacenar (o, más exactamente, las tecnologías para su almacenamiento son todavía demasiado costosas) y, por tanto, debe generarse en el momento en que se consume. Dado que la demanda varía a lo largo del día, la generación debe variar también para poder ajustarse a la demanda.
Muchas de las tecnologías de generación de electricidad a partir de energías renovables, tales como la eólica y la solar, dependen de la presencia de un recurso natural que no se puede controlar y caen fuera de las categorías antes descritas.
En la medida en que estas tecnologías intermitentes o no controlables representen un porcentaje relativamente pequeño de la capacidad total de generación de un sistema eléctrico (digamos un 10% o 20%), éste podrá seguir operando de manera convencional. Sin embargo, para lograr porcentajes de penetración mayores, será necesario cambiar la manera de operar del sistema eléctrico.
Uruguay tiene una propuesta clara al respecto: para ajustar la curva de generación a la demanda, el país está modificando la operación de sus centrales hidroeléctricas para aumentar su flexibilidad y cubrir los huecos que deja el viento. Usará con el mismo fin su capacidad de generación por biomasa y por gas natural (que son relativamente pequeñas), así como sus interconexiones con Brasil y Argentina. En el nuevo paradigma, la energía eólica ocupará el lugar de la generación de base y las demás tecnologías proveerán la flexibilidad. El Dr. Méndez lo explica claramente: “el viento es la nueva base”.
IDB_energygeneration Simon Müller, de la Agencia Internacional de Energía, lo explica de otra manera en su presentación en el Foro de la semana pasada: “Las renovables intermitentes son como trabajadores de tiempo parcial, unos trabajadores eficientes, pero que llegan a trabajar y se van a la hora que quieren”. Müller, coautor de un estudio reciente de la Agencia Internacional de Energía sobre este tema, añade: “Si ustedes tienen una empresa y quieren contratar a estos trabajadores, lo que necesitan para complementarlos no son trabajadores con jornadas convencionales de horarios fijos, sino unos trabajadores muy flexibles, que pueden ponerse a trabajar cuando uno los llama”.
Uruguay mostrará a América Latina y al mundo cómo lograr este cambio. El país no puede modificar la manera en que sopla el viento, pero sí la manera en que el sistema eléctrico lo utiliza.
Pero lo más especial de este plan no es solo su tamaño, sino el hecho de que Uruguay está adoptando una estrategia revolucionaria para implementarlo.
Desde la creación en el siglo XX de las redes eléctricas, el modelo convencional de generación de electricidad consiste en una combinación de centrales eléctricas “de base” (que operan 24 horas al día), “de punta” (que se pueden arrancar y parar rápidamente) e intermedias. Este modelo obedece al hecho de que la electricidad no se puede almacenar (o, más exactamente, las tecnologías para su almacenamiento son todavía demasiado costosas) y, por tanto, debe generarse en el momento en que se consume. Dado que la demanda varía a lo largo del día, la generación debe variar también para poder ajustarse a la demanda.
Muchas de las tecnologías de generación de electricidad a partir de energías renovables, tales como la eólica y la solar, dependen de la presencia de un recurso natural que no se puede controlar y caen fuera de las categorías antes descritas.
En la medida en que estas tecnologías intermitentes o no controlables representen un porcentaje relativamente pequeño de la capacidad total de generación de un sistema eléctrico (digamos un 10% o 20%), éste podrá seguir operando de manera convencional. Sin embargo, para lograr porcentajes de penetración mayores, será necesario cambiar la manera de operar del sistema eléctrico.
Uruguay tiene una propuesta clara al respecto: para ajustar la curva de generación a la demanda, el país está modificando la operación de sus centrales hidroeléctricas para aumentar su flexibilidad y cubrir los huecos que deja el viento. Usará con el mismo fin su capacidad de generación por biomasa y por gas natural (que son relativamente pequeñas), así como sus interconexiones con Brasil y Argentina. En el nuevo paradigma, la energía eólica ocupará el lugar de la generación de base y las demás tecnologías proveerán la flexibilidad. El Dr. Méndez lo explica claramente: “el viento es la nueva base”.
IDB_energygeneration Simon Müller, de la Agencia Internacional de Energía, lo explica de otra manera en su presentación en el Foro de la semana pasada: “Las renovables intermitentes son como trabajadores de tiempo parcial, unos trabajadores eficientes, pero que llegan a trabajar y se van a la hora que quieren”. Müller, coautor de un estudio reciente de la Agencia Internacional de Energía sobre este tema, añade: “Si ustedes tienen una empresa y quieren contratar a estos trabajadores, lo que necesitan para complementarlos no son trabajadores con jornadas convencionales de horarios fijos, sino unos trabajadores muy flexibles, que pueden ponerse a trabajar cuando uno los llama”.
Uruguay mostrará a América Latina y al mundo cómo lograr este cambio. El país no puede modificar la manera en que sopla el viento, pero sí la manera en que el sistema eléctrico lo utiliza.