Forest conservation and protection of livelihoods in a changing world

Wed, 20/02/2013

Banco Mundial

El Banco Mundial trabaja en el sector forestal porque los bosques son el hogar de algunos de los habitantes más pobres y vulnerables del mundo. Las personas, la economía y el medio ambiente pueden prosperar si se ayuda a los países a mejorar la gestión de este sector, se hacen cumplir las leyes, y se garantiza que los residentes locales participen en las decisiones.

Cientos de millones de habitantes del mundo dependen directamente de los bosques para obtener ingresos y subsistir, incluidas muchas personas que viven en pobreza extrema. Los recursos forestales contribuyen con el entorno natural del que depende la producción de alimentos. Los bosques cubren cerca de un tercio de la superficie terrestre y en conjunto absorben cerca del 15% de las emisiones de gases de efecto invernadero del planeta. Además protegen cuencas hidrográficas vitales –zonas en las que el agua drena a un solo punto, como un río, lago o mar– y reducen el riesgo de desastres naturales, tales como inundaciones y deslizamientos de tierra.

Los bosques cumplen un papel central a medida que el mundo se enfrenta a los desafíos del cambio climático, la escasez de alimentos y la mejora de los medios de subsistencia para una creciente población. Si las predicciones son correctas, el planeta deberá albergar, alimentar, vestir, y proporcionar medios de sustento a 2.000 millones más de personas para 2050. Esto representa un reto abrumador, especialmente si se tiene en cuenta la nueva investigación (i) del Banco Mundial que muestra que las temperaturas mundiales podrían aumentar 4°C este siglo, afectando la disponibilidad de agua y la agricultura y causando severos fenómenos meteorológicos. Para 2025, dos tercios de todas las naciones se enfrentarán a un insuficiente abastecimiento hídrico, y 2.400 millones de habitantes vivirán en países que no podrán proveer suficiente agua para la salud básica, la agricultura y las actividades comerciales.

El Banco Mundial
y los bosques

• El Banco Mundial es la mayor fuente individual de financiamiento de la comunidad multilateral para proyectos forestales. Entre 2002 y 2011 se aprobaron 289 proyectos en 75 países.

• Mediante el respaldo a la Iniciativa para la aplicación de las leyes de ordenación forestal y la gestión de los bosques (FLEG) en diferentes partes del mundo, el Banco Mundial y sus asociados han ayudado a abrir el espacio para dialogar e implementar reformas en muchos países que tienen recursos forestales.

• El Programa sobre los Bosques (PROFOR), auspiciado por el Banco Mundial, ha dado prioridad a la gestión forestal, ofreciendo asistencia técnica para mejorar el control de las actividades en este sector y ayudar a crear consenso y voluntad política en torno a las reformas fundamentales.

Los bosques del mundo son un recurso crítico y en peligro a la hora de abordar estos desafíos.

Durante siglos, los bosques han servido como una especie de red natural de protección social para las comunidades en tiempos de hambruna o eventos de otro tipo que afectan la agricultura y la producción de alimentos dado que proporcionan frutas, hojas, resina, nueces, madera y leña para combustible. Los bosques proveen de alimentos a las personas y a los animales, y posiblemente dependen de ellos para el comercio o la comida cuando las cosechas son malas.

Al mismo tiempo, muchos de los bosques que quedan en el planeta se encuentran cada vez más amenazados por las actividades humanas y el cambio climático. Aunque el ritmo de deforestación ha disminuido en algunas regiones, el mundo aún pierde cerca de 14,5 millones de hectáreas de bosques cada año. En algunas zonas de la selva amazónica el aumento de las temperaturas y los cambios en el régimen de precipitaciones están relacionados con el incremento del riesgo de una catastrófica extinción (i) con peligrosas consecuencias locales, regionales y mundiales. En la Cuenca del Congo, un reciente análisis de tendencias de deforestación (i) publicado por el Banco Mundial, pone de relieve la intensa presión que suponen la expansión agrícola, la explotación minera, las crecientes necesidades energéticas, y una mejor red de transporte para la estabilidad de esta inmensa zona selvática.

Si los países pueden seguir estrategias de crecimiento ecológicas e inclusivas que superen algunas de las más serias soluciones de compromiso entre el crecimiento y la protección de los bosques, la deforestación que ha acompañado históricamente el desarrollo en muchos países podría ser más lenta, contribuyendo así de manera importante a la mitigación del cambio climático.

Si el mundo puede enfrentar los desafíos de la mitigación y la adaptación al cambio climático, satisfaciendo a la vez las demandas de una población mundial en rápido crecimiento, es vital que encontremos el equilibrio entre la conservación y regeneración de las áreas forestales, y el crecimiento económico para reducir la pobreza.

Este es el objetivo del trabajo del Banco Mundial en materia de bosques.

Enfoque forestal del Banco Mundial

Hace poco más de 10 años, la estrategia forestal del Banco Mundial fue revisada para reflejar mejor la realidad de que un bosque no es simplemente un bien físico que se puede desmontar, talar o proteger. De hecho, un bosque afecta -–y es afectado por– vínculos con una serie de otras actividades y sectores, en particular la agricultura y el agua, además de la energía, la minería y el transporte a nivel local, nacional e incluso mundial. En su estrategia forestal (i) de 2002, el Banco Mundial explicó con detalle este punto de vista y se comprometió a respaldar a los países en sus esfuerzos para aprovechar el potencial de los bosques con el fin de reducir la pobreza, integrar mejor la silvicultura en sus economías y proteger y fortalecer el papel ambiental que cumplen los bosques, a nivel local y mundial.

Estos tres objetivos sirvieron de base para el trabajo del Banco Mundial con los Gobiernos, las comunidades y la empresa privada en todos los sectores relacionados con la silvicultura. En total, el Banco aprobó 289 proyectos en 75 países entre 2002 y 2011. Los ejemplos que se presentan a continuación entregan una visión global de algunos de los resultados obtenidos en tres áreas temáticas durante ese tiempo.

Paisajes integrados con mayor capacidad de adaptación para reducir la pobreza

Durante siglos, el mundo ha experimentado enormes pérdidas de bosques debido a la expansión de la agricultura y el crecimiento demográfico. Para revertir las prácticas de deforestación se requiere un cambio en las políticas y las leyes, las instituciones, y los incentivos, dentro y fuera del sector forestal. Este enfoque del “paisaje” abarca actividades como la recuperación de los terrenos forestales degradados, el aumento de la productividad agrícola, la realineación de los incentivos agrícolas y forestales para impedir que los bosques sean convertidos en tierras de cultivo, la introducción de árboles en las granjas y ranchos, y la participación de las comunidades locales de manera más directa en el diseño y la supervisión de la gestión forestal.


Ejemplos de nuestros proyectos


En Brasil, los proyectos del Banco Mundial han colaborado en la protección de cerca de 24 millones de hectáreas de bosques amazónicos, equivalentes a la superficie del Reino Unido. Los esfuerzos del Banco han ayudado además a clasificar unos 45,4 millones de hectáreas de la Amazonia como tierras indígenas y apartar 2,1 millones de hectáreas en reservas especiales para el uso sostenible y gestionado por la comunidad.



En Camerún, un análisis de 10 años sobre la participación en el sector forestal demostró que las reformas produjeron logros importantes, tales como la mejora de las prácticas de gestión en una industria forestal reestructurada y el reconocimiento creciente de los derechos consuetudinarios y los aportes de los bosques al bienestar social.



En México, un exitoso programa gubernamental cofinanciado por el Banco Mundial ha ayudado a las comunidades a obtener más valor y crear más puestos de trabajo a partir de los recursos forestales que gestionan.

El Banco Mundial también hace hincapié en los beneficios de la integración de diferentes enfoques de la agricultura –que incluyen la producción de cultivos, la ganadería y el cultivo de árboles– en una sola área, para diversificar los medios de subsistencia, aumentar la capacidad de adaptación a las crisis económicas y climáticas, y capitalizar las sinergias naturales, por ejemplo en los ciclos del agua, el carbón y los nutrientes.

En China, el Banco Mundial fue el mayor financiador de un ambicioso plan para incrementar la cubierta forestal (i) después de las devastadoras inundaciones a lo largo del río Yangtsé. Entre 1985 y 2007, el Banco respaldó al sector forestal de China mediante ocho proyectos distribuidos en 21 provincias, lo que resultó en más de 3,8 millones de hectáreas de bosques reforestados (cerca del 12% de la cifra total en el país). Además de mitigar las emisiones de gases de efecto invernadero y reducir la erosión del suelo, el aumento de la cubierta forestal ha tenido un impacto significativo en los medios de subsistencia de las personas. Uno de los proyectos tenía como destinatarias específicamente las zonas pobres de 12 provincias, y capacitó a los agricultores para plantar y cuidar una serie de árboles rentables. Árboles con valor económico como el castaño, el ginkgo y el bambú ayudaron a aumentar el ingreso anual promedio un 150% entre 1998 y 2004.

En Albania, el Banco Mundial colaboró con el Gobierno en un proyecto forestal que mostró los beneficios de este enfoque del paisaje. (i) Mediante la integración de los bosques, los pastizales y la gestión de la agricultura, la iniciativa respaldada por el Banco dio lugar a la reducción de emisiones de carbono, la protección de importantes cuencas hidrográficas, y un aumento de los ingresos provenientes de los bosques y la agricultura de hasta el 50% en algunas áreas. El proyecto contribuyó con éxito a lograr que más de 775.000 hectáreas de tierras fueran administradas por comunidades locales.

En el Gran Valle del Rift de Etiopía, el Banco Mundial se asoció con World Vision para poner a prueba un enfoque tanto integrado como inclusivo que dio lugar a una recuperación del paisaje a gran escala con significativos resultados en cuanto a medios de subsistencia y capacidad de adaptación. (i) Se crearon cooperativas forestales para supervisar la reforestación de la zona de la montaña Humbo mediante el fomento de la regeneración natural y la limitación de la madera, el carbón vegetal y la extracción de forraje. La mejora de la gestión del suelo ha estimulado el crecimiento del pasto, proporcionando forraje para el ganado que se puede cortar y vender como fuente adicional de ingresos. La zona del proyecto recuperada ofrece protección contra peligrosos deslizamientos de tierra y mayor disponibilidad de agua para más de 65.000 personas. Se espera que el proyecto capture más de 880.000 toneladas métricas de dióxido de carbono equivalente durante 30 años, y que el Banco Mundial compre 165.000 toneladas métricas de créditos de carbono a través de su Fondo del Biocarbono.

Estos proyectos apuntan al enorme potencial para mejorar la seguridad física y financiera de las personas mediante la recuperación de tierras forestales degradadas. En todo el mundo se podrían restaurar y rehabilitar unos 2.000 millones de hectáreas de bosques que se han perdido o destruido. Si esos “paisajes de oportunidad” (i) se recuperaran como ecosistemas funcionales y productivos, podrían dar lugar a una “ganancia triple”: mejorar los medios de sustento rural y la seguridad alimentaria, aumentar la capacidad de adaptación al clima y ayudar a reducir los gases de efecto invernadero, además de aliviar la presión sobre los bosques originarios.

Gestión del capital natural para el crecimiento económico

En naciones con abundantes zonas boscosas, la silvicultura puede ser una fuente de crecimiento económico y empleo. Más de 160 millones de personas en todo el mundo encuentran trabajo en empresas forestales. Si se explotan de manera responsable, los bosques son también una fuente renovable de material de construcción, fibras y combustibles; son un patrimonio muy valioso hoy en día cuando el mundo busca reducir del impacto en términos de emisiones de carbono de las actividades humanas. Al mismo tiempo, los bosques son uno de los recursos peor gestionados en muchos países, en parte porque son subvalorados y en parte debido a que la administración deficiente ha permitido la proliferación de actividades ilegales.

Por lo tanto, es una prioridad fundamental ayudar a los Gobiernos a mejorar las políticas económicas y la gestión y el buen gobierno del sector forestal. El punto de partida del Banco Mundial consiste en preguntar cómo se pueden reformar las prácticas que a menudo han llevado a una importante degradación forestal, evasión fiscal y corrupción, para que los bosques aporten más ingresos al Estado, produzcan más y mejores empleos, y den lugar a un desarrollo más sostenible.

La no adopción de medidas puede tener graves costos. A nivel mundial, el hecho que los Gobiernos no cobren regalías por el uso legal de los bosques, les cuesta unos US$5.000 millones al año en pérdida de ingresos. La tala ilegal cuesta otros US$10.000 a US$15.000 millones cada año en países en los que se necesita cada dólar de ingreso estatal para reducir la pobreza. Esta suma es más de ocho veces superior a la cantidad de dinero disponible de la asistencia oficial para el desarrollo (AOD) destinada a la gestión sostenible de los bosques.

Las causas de la tala ilegal y otros delitos forestales son complejas y, a menudo, se encuentran fuera del sector forestal. La gestión de gobierno deficiente, incluidas políticas y legislaciones poco claras o inexistentes sobre el uso de los recursos forestales, es una cuestión clave. La debilidad de las estructuras institucionales y la incapacidad de controlar y hacer cumplir los reglamentos también obstaculizan el progreso en muchos países. Estas deficiencias son difíciles de abordar políticamente, ya que los grupos de interés bien conectados tienden a beneficiarse del statu quo y se resisten al cambio.



En China, un programa de desarrollo forestal sostenible a largo plazo contribuyó a una disminución significativa de la pobreza en las zonas del proyecto, del 40% en 1998 al 17,5% cuando el proyecto se cerró en 2005. Una evaluación de este proyecto mostró dramáticos cambios ambientales y sociales. En seis años –de 1998 a 2004– el ingreso promedio anual per cápita aumentó un 150%.

Sin embargo, en la última década, el Banco Mundial, la Unión Europea y otros asociados han hecho grandes progresos en cuanto a la apertura de un espacio para el diálogo y la reforma, al respaldar los procesos de la Iniciativa para la aplicación de las leyes de ordenación forestal y la gestión de los bosques (FLEG, por sus siglas en inglés) (i) en diferentes partes del mundo. El Programa sobre los Bosques (PROFOR, por sus siglas en inglés), (i) auspiciado por el Banco Mundial, también ha dado prioridad a la gestión forestal, (i) ofreciendo asistencia técnica para mejorar el seguimiento de las actividades en el sector y ayudar a crear consenso y voluntad política en torno a las reformas prioritarias.

El diálogo y compromiso con los países en desarrollo ha permitido avanzar en el modo de asignar derechos forestales. Por ejemplo, en Camerún, las reformas legales y reglamentarias (i) que formaban parte de un esfuerzo más amplio de reforma sobre concesiones dieron como resultado el primer reconocimiento legal de los bosques comunitarios en África occidental. En la República Democrática del Congo, una revisión legal de las concesiones condujo a una reducción significativa del área bajo gestión de concesiones, de 43,5 millones de hectáreas en 2002 a 9,7 millones de hectáreas en 2008. Al mismo tiempo, se tomaron medidas para que las comunidades participaran en el proceso de toma de decisiones en la gestión forestal, para aclarar los derechos de los usuarios tradicionales del bosque, y para desarrollar nuevos modelos de pago por servicios ambientales. Y en Gabón, se cancelaron concesiones forestales de cerca de 4,7 millones de hectáreas, creando la oportunidad de desarrollar nuevas estrategias para la gestión forestal sostenible.

En México, donde un 80% de los bosques pertenece a los indígenas y otras comunidades, el Banco Mundial ayudó a financiar un proyecto para fortalecer la silvicultura comunitaria mediante la mejora de los planes de gestión forestal. El respaldo, que se desplegó en fases desde 1997, ayudó a aumentar la contribución de los bosques al desarrollo local. Por ejemplo, una evaluación del proyecto determinó que entre 2003 y 2008, el empleo había aumentado un 27% en las comunidades y ejidos seleccionados, mientras que el valor neto de los bienes y servicios forestales que producían aumentó un 36%. En 2011, la cobertura de este respaldo se extendió a los 32 estados de México.



En el Gran Valle del Rift de Etiopía, el Banco Mundial se asoció con World Vision para poner a prueba un programa tanto integrado como inclusivo que ha dado lugar a una recuperación del paisaje a gran escala y mejorado los ingresos de las personas muy pobres. La regeneración del paisaje proporciona protección contra peligrosos deslizamientos de tierra y mayor disponibilidad de agua para más de 65.000 personas.

En Liberia, un país de África occidental con abundantes zonas boscosas, donde la madera se utilizaba para comprar armas e impulsar una devastadora guerra civil, la reforma de la política forestal ha permitido poco a poco que el país reanude actividades de tala selectiva en un marco legal mejorado en el que se reconocen formalmente principios de gestión forestal sostenible, derechos de la comunidad, y necesidades de conservación. En 2010-11, a través del Programa sobre los Bosques, el Banco Mundial intervino para cofinanciar la puesta en marcha de un sistema de “cadena de custodia” (i) que realiza un seguimiento de la madera desde el bosque de origen hasta el punto de exportación a través de códigos de barras y formularios de datos. Este sistema ayudó a conseguir más de US$27 millones en concepto de ingresos fiscales netos para el Estado en el periodo 2008-12. Aunque quedan muchos desafíos en materia de implementación, estas reformas han beneficiado al país mediante la creación de una mayor transparencia en cuanto a los ingresos por la tala y una plataforma para que las partes interesadas exijan cambios más eficaces.

A través de la institución que se dedica al sector privado, la Corporación Financiera Internacional (IFC), (i) el Grupo del Banco ha alentado además las inversiones empresariales responsables en la cadena de suministro de productos forestales, y ha colaborado para crear un campo de juego más nivelado para las empresas legítimas del sector forestal que adoptan prácticas de gestión forestal sostenible. Por ejemplo, IFC comenzó a invertir en 2003 en una firma que produce productos de aglomerado de alta calidad para la industria de la construcción. Esta empresa ha obtenido la certificación del Consejo de Administración Forestal para su concesión de 230.000 hectáreas en Rusia, mientras que alienta a otros proveedores para que cumplan con las prácticas de gestión forestal sostenible.

Valoración y preservación de servicios ambientales

Los bosques proporcionan muchos servicios ambientales esenciales, como la absorción y el almacenamiento de carbono que de otro modo contribuiría al cambio climático, la regulación de los ciclos del agua, servir de albergue del 80% de la biodiversidad terrestre (incluidos los polinizadores que son cruciales para la seguridad alimentaria), el mantenimiento de la calidad del suelo, y la reducción de los riesgos de desastres naturales como las inundaciones, en un momento en que muchos de estos sistemas se encuentran bajo una enorme presión. Si bien ha sido difícil cuantificar y valorar estos servicios en el pasado, las nuevas investigaciones sobre la contabilidad del capital natural, (i) los enfoques innovadores del mercado, y la conciencia política han contribuido a una creciente apreciación de la preservación de los recursos naturales.



En Albania, la devolución de la gestión de la tierra y los bosques a las comunidades locales fue clave para el éxito de un proyecto integrado para la restauración del paisaje que detuvo la deforestación y aumentó los medios de subsistencia.

El desafío para los encargados de formular políticas es llevar estos valores a los mercados, a las decisiones que afectan a más de un sector, y a las políticas macroeconómicas y de desarrollo en general. En la última década, el Banco Mundial ha colaborado con sus asociados para aumentar el financiamiento de la conservación y protección forestal, y ha participado en el desarrollo de mercados eficaces para los servicios ambientales que proporcionan los bosques, entre otros, la protección de la biodiversidad, la captura de carbono y la gestión de las cuencas hidrográficas.

Por ejemplo, el Banco desempeñó un activo papel en la promoción del establecimiento de área protegidas (i) en la Amazonia brasileña. Los equipos del Banco colaboraron durante varios años con las autoridades locales y federales, así como organizaciones no gubernamentales (ONG), incluido el Fondo Mundial para la Naturaleza, con el fin de proteger los bosques amazónicos. Esta región representa un sorprendente 30% de los últimos bosques tropicales del mundo y casi la mitad de todas las especies del planeta, pero ha sido amenazada por el crecimiento de zonas agrícolas y ganaderas y otras actividades de tala. En su primera fase, el Proyecto para Áreas Protegidas de la Región del Amazonas (ARPA, por sus siglas en inglés) ayudó a delimitar aproximadamente 24 millones de hectáreas de nuevas áreas protegidas, que equivalen en tamaño al Reino Unido. Además, el proyecto colaboró en la clasificación de 45,4 millones de hectáreas como tierras indígenas y la reserva de 2,1 millones de hectáreas en partidas especiales para el uso sostenible, gestionado por la comunidad. El proyecto abordó con éxito algunas de las enormes preocupaciones actuales en materia de protección del ecosistema: la aplicación de leyes ambientales en zonas alejadas, las necesidades y aspiraciones de la población rural para mejorar sus medios de subsistencia, y la valoración y el financiamiento de actividades de conservación en un contexto más amplio de la actual explotación de recursos. En su segunda fase, ARPA cubrirá casi 70 millones de hectáreas de selva tropical, con un ahorro de más de 1.100 millones de toneladas de emisiones de CO2 hasta 2050.

El Grupo del Banco ha explorado además una amplia gama de oportunidades para ayudar a los países en desarrollo a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero provenientes de la deforestación y la degradación forestal, y conservar, gestionar de manera sostenible y mejorar las reservas forestales de carbono. Este enfoque, conocido como REDD+ (Reducción de las emisiones debidas a la deforestación y la degradación forestal) probablemente se basará en una combinación compleja de asistencia multilateral y bilateral, acciones de la sociedad civil, iniciativas del sector privado y mercados de carbono. El enfoque del Banco consistió en la elaboración y prueba de diferentes iniciativas de REDD+ a través de asociaciones.

El Banco actúa como Depositario y como la Secretaría del Fondo Cooperativo para el Carbono de los Bosques (FCPF, por sus siglas en inglés), (i) una alianza mundial que ayuda a los países a prepararse para los futuros sistemas de incentivos financieros para REDD+ y otorgará pagos de carbono a los países que cumplan determinados objetivos. El Banco es además el organismo ejecutor, junto con otros bancos multilaterales de desarrollo, del Programa de Inversión Forestal (FIP, por sus siglas en inglés), (i) y está financiando inversiones piloto para reforestación y carbono del suelo a través del Fondo del Biocarbono, (i) una iniciativa público-privada que moviliza recursos para proyectos innovadores que produzcan reducción de las emisiones, mientras fomenta la conservación de la biodiversidad y la mitigación de la pobreza. Esas intervenciones, combinadas con actividades más convencionales de financiamiento del Banco Mundial, están convergiendo para crear un cambio transformador en el área forestal y en el sector rural en general, en lugares como la República Democrática del Congo y México.

Estas alianzas son fundamentales para garantizar que el mundo tenga los fondos necesarios para enfrentar la amplia gama de desafíos en la protección y mejor gestión de los bosques. Aunque el Banco Mundial es actualmente la mayor fuente individual de financiamiento de la comunidad multilateral para proyectos forestales, sus préstamos y donaciones son solo una fracción de lo que se necesita para encontrar las soluciones de compromiso entre la protección de los bosques y el crecimiento económico y asegurar un planeta próspero y sostenible para las futuras generaciones