Ice the service of water

Fri, 30/11/2012

Diario de Jerez

Hielo para el agua. Tan sencillo como parece. Exactamente, granizado para los conductos de abastecimiento. Es la base del sistema que acaba de llegar al sector de la gestión del agua para mejorar la eficacia y la eficiencia en los procesos de mantenimiento de redes. Parece simple pero el avance es un importante paso que conlleva ahorro de costes, reducción del impacto medioambiental y, sobre todo, un mínimo perjuicio para los usuarios.

El nuevo método de limpieza de tuberías de agua mediante hielo líquido ha sido bautizado como ice pigging y es propiedad de la firma Aqualogy, del grupo Agbar. Ayer fue presentado en Huelva, en el marco de la jornada técnica Tecnología avanzada en la gestión de redes de abastecimiento y saneamiento, organizada por el Grupo Joly, empresa editora de este diario, y patrocinada por Aquagest Andalucía, también perteneciente a Agbar, Unicaja y Caja de Granada y accionista, entre otras, de Aguas de Huelva.

Andrés Álvarez, product manager de Aqualogy en tecnologías sin zanja y limpieza de redes, explicó en una charla en la sede de la Federación Onubense de Empresarios (FOE) que el sistema es fruto de una investigación en la Universidad de Bristol, en Inglaterra, en colaboración con la firma Bristol Water del grupo barcelonés, ofreciendo una solución óptima a una problemática habitual en las redes británicas.

Desde hace unos meses, el ice pigging ha llegado a España y se ha aplicado con éxito en distintas zonas, incluida Andalucía. El método se aplica a través de dos camiones especiales de diferentes dimensiones para intervenir en redes de distintas características. En ambos es común la existencia de un depósito para el agua, un sistema de fabricación de hielo e inyección posterior y un analizador del sistema para supervisar el proceso. A estos elementos se une un grupo electrógeno que da autonomía al sistema para actuar en las condiciones menos favorables.

La mecánica, aparentemente, es sencilla. El agua recogida en el depósito es transformada en hielo pero en unos niveles próximos a su licuación para garantizar su manejabilidad y adaptabilidad a la red. Para ello, previamente, se le añade una pequeña dosis de sal que ayuda a alcanzar ese estado, de aspecto granizado, pero con la consistencia necesaria para su finalidad.

Posteriormente se inyecta a través de entradas propias de las canalizaciones. Así se forma un tapón que, al ser impulsado por el agua que corre por la conducción, arrastra los sedimentos y produce un efecto desincrustante en las paredes de las tuberías hasta mil veces superior al de los procedimientos habituales, y con garantías de no dañar los materiales. Todo ello a una velocidad de 0,3 metros por segundo, suficiente para rascar la superficie interna sin dañarla.

Es la forma en la que se lleva óxido, impurezas de todo tipo, incluidas bacterias, según los casos, dejando las redes en perfectas condiciones en un plazo de hasta 2 años.

Andrés Álvarez explicó que el agua utilizada para el hielo es potable y se trata, además, con pequeñas aportaciones de cloro, que garantizan su correcto uso, sin perjuicio para el consumo en ningún momento. Más allá, Álvarez destacó que se trata de un sistema 'barato, desechable y respetuoso con el medio ambiente'. Aseguró que es 'imposible que se atasque', porque basta esperar a que se licue completamente para que desaparezca el tapón. Muy simple. Lo suficiente para disminuir considerablemente los trabajos de mantenimiento de redes. Y, mejor aún, para no interrumpir el servicio más allá de tres horas en la actuación sobre una conducción de cinco kilómetros.

En abril pasado entró en funcionamiento un camión de dos toneladas para tramos de 400 metros y tuberías de diámetro pequeño, manejable para actuar en ciudad. Y ahora lleva pocas semanas funcionando el de 10 toneladas, para conductos de más de 2 kilómetros y diámetros de entre 200 y 500 milímetros, propios de grandes avenidas y polígonos.

En Huelva se hizo una demostración del sistema en las proximidades del muelle Ingeniero Juan Gonzalo, en el Puerto Exterior, como también ha sido ensayado ya en Granada y en Torremolinos. Aunque la prueba más espectacular de su eficacia fue en la limpieza de la conducción submarina entre Santa Pola y la isla Tabarca, en Alicante, de 5.380 metros.