Aguas de Barcelona ... and may stay Aguas de Valencia
Thu, 29/11/2012
Las interpretaciones acerca del sentido de la compra del Banco de Valencia por parte de Caixabank conducían ayer al pulso accionarial vivido en el seno de Aguas de Valencia. La adjudicación aprobada por el Frob deja en minoría al actual presidente de la concesionaria, Eugenio Calabuig.
Pese a que algunos mecanismos estatutarios le permitirían soportar la presión durante un tiempo, su situación se ha complicado de forma ostensible en la medida en que la gobernabilidad de la compañía resultará casi imposible si no pacta con su nuevo socio.
A eso se suma un cambio de iniciativa. Por razones estatutarias, Calabuig tiene que ofrecer su parte al Banco de Valencia si quiere vender, lo cual le cierra la puerta a negociaciones paralelas con otros interesados.
En definitiva, está obligado a pactar con Caixabank, socio de Aguas de Barcelona, ya que la alternativa es una compañía potencialmente ingobernable sin otro posible comprador de sus acciones que ésta. Dicho de otro modo, si no tiende puentes, el valor de los títulos manos de Calabuig se desploma tras la venta del Banco de Valencia a Caixabank.
Lo que conduce a otra derivada como consecuencia de ésta: la valencianía de Aguas de Valencia ha saltado por los aires.
Para entender la complejidad de este pulso conviene situarse. El accionariado de Aguas de Valencia se repartía, hasta ahora, en dos bloques: de un lado, los socios locales, es decir, el castellonense Eugenio Calabuig (Fomento Urbano de Castellón, Fucsa) y el Banco de Valencia, propietarios del 67% de la concesionaria a través de la sociedad Inversiones Financieras Agval; y de otro lado, Suez Environement, dueño del 33% de Aguas de Valencia y máximo accionista de Aguas de Barcelona, con el 75,74%, a través de Hisusa Holding de Infraestructuras y Servicios Urbanos.
Caixabank está presente en el capital de Hisusa, con el 24,26%, de modo que tiene serios intereses en Aguas de Barcelona. A partir de ahora controlará también el 49,9% de Inversiones Financieras Agval, donde Eugenio Calabuig ha pasado a ostentar el 42%, tras ver cómo el juez de la Audiencia Nacional Santiago Pedraz le embargaba un 7,9% de las acciones, en manos de un administrador judicial.
Sin embargo, pasar de contar con una mayoría accionarial en Inversiones Financieras Agval, el La asociación de pequeños accionistas ProBanco Valencia consideró ayer «positiva» la adjudicación del Banco de Valencia a Caixabank. La entidad valoró que la compra «permitirá reactivar la actividad financiera, consolidar una entidad de referencia en el Arco Mediterráneo y aprovechar las sinergias para conseguir que fluya el crédito hacia las unidades de negocio y familias valencianas. «Consideramos que Caixa Bank establecerá unas condiciones lo más favorable posibles para los más de 47.000 accionistas del Banco de Valencia, que a su vez son clientes e impositores de la entidad», afirmó.
Banco de Valencia no puede imponer determinadas actuaciones sin pactar con Calabuig porque así se previó en los estatutos sociales de la compañía. Fue la fórmula que establecieron el ex director general del Banco de Valencia, Domingo Parra, y el presidente de Fucsa para evitar que éste pudiera ser arrollado por la entidad financiera en caso de quedarse en una situación de inferioridad. Según esos estatutos, redactados por Garrigues, para tomar una serie de decisiones en la junta de accionistas es necesario el 60% de los votos, porcentaje que ningún socio ostenta en solitario.
El Frob ha buscado vías para romper esos estatutos y previsiblemente Caixabank seguirá sus pasos en adelante.
La cuestión es que si Calabuig se resiste a ceder el poder, tampoco él podrá imponer ninguna decisión, lo que conducirá a una parálisis insostenible de Inversiones Financieras Agval y, por extensión, de Aguas de Valencia.
A eso se suma otra circunstancia. Fucsa ha impedido que Aguas de Barcelona entre en el consejo de administración de Aguas de Valencia alegando que eso supondría compartir información estratégica con un competidor. Ese argumento será difícil de sostener ahora que la propia Aguas de Barcelona, a través de Caixabank, está representada en el accionariado de Inversiones Financieras Agval.
Compleja situación a la que se ve abocado Eugenio Calabuig, imputado en la causa penal abierta en la Audiencia Nacional por la gestión del Banco de Valencia.
A su favor pueden jugar las presiones políticas, un terreno en el que Caixabank suele optar por soluciones pactadas. Aguas de Barcelona quiere convertir a Aguas de Valencia en la punta de lanza para dominar el mercado español, con la adjudicación del Canal Isabel II en el horizonte. Una solución que permita ese objetivo y respete la valencianía de la compañía que gestionará el agua de la ciudad de Valencia durante 75 años, con o sin Eugenio Calabuig, es posible.
Pese a que algunos mecanismos estatutarios le permitirían soportar la presión durante un tiempo, su situación se ha complicado de forma ostensible en la medida en que la gobernabilidad de la compañía resultará casi imposible si no pacta con su nuevo socio.
A eso se suma un cambio de iniciativa. Por razones estatutarias, Calabuig tiene que ofrecer su parte al Banco de Valencia si quiere vender, lo cual le cierra la puerta a negociaciones paralelas con otros interesados.
En definitiva, está obligado a pactar con Caixabank, socio de Aguas de Barcelona, ya que la alternativa es una compañía potencialmente ingobernable sin otro posible comprador de sus acciones que ésta. Dicho de otro modo, si no tiende puentes, el valor de los títulos manos de Calabuig se desploma tras la venta del Banco de Valencia a Caixabank.
Lo que conduce a otra derivada como consecuencia de ésta: la valencianía de Aguas de Valencia ha saltado por los aires.
Para entender la complejidad de este pulso conviene situarse. El accionariado de Aguas de Valencia se repartía, hasta ahora, en dos bloques: de un lado, los socios locales, es decir, el castellonense Eugenio Calabuig (Fomento Urbano de Castellón, Fucsa) y el Banco de Valencia, propietarios del 67% de la concesionaria a través de la sociedad Inversiones Financieras Agval; y de otro lado, Suez Environement, dueño del 33% de Aguas de Valencia y máximo accionista de Aguas de Barcelona, con el 75,74%, a través de Hisusa Holding de Infraestructuras y Servicios Urbanos.
Caixabank está presente en el capital de Hisusa, con el 24,26%, de modo que tiene serios intereses en Aguas de Barcelona. A partir de ahora controlará también el 49,9% de Inversiones Financieras Agval, donde Eugenio Calabuig ha pasado a ostentar el 42%, tras ver cómo el juez de la Audiencia Nacional Santiago Pedraz le embargaba un 7,9% de las acciones, en manos de un administrador judicial.
Sin embargo, pasar de contar con una mayoría accionarial en Inversiones Financieras Agval, el La asociación de pequeños accionistas ProBanco Valencia consideró ayer «positiva» la adjudicación del Banco de Valencia a Caixabank. La entidad valoró que la compra «permitirá reactivar la actividad financiera, consolidar una entidad de referencia en el Arco Mediterráneo y aprovechar las sinergias para conseguir que fluya el crédito hacia las unidades de negocio y familias valencianas. «Consideramos que Caixa Bank establecerá unas condiciones lo más favorable posibles para los más de 47.000 accionistas del Banco de Valencia, que a su vez son clientes e impositores de la entidad», afirmó.
Banco de Valencia no puede imponer determinadas actuaciones sin pactar con Calabuig porque así se previó en los estatutos sociales de la compañía. Fue la fórmula que establecieron el ex director general del Banco de Valencia, Domingo Parra, y el presidente de Fucsa para evitar que éste pudiera ser arrollado por la entidad financiera en caso de quedarse en una situación de inferioridad. Según esos estatutos, redactados por Garrigues, para tomar una serie de decisiones en la junta de accionistas es necesario el 60% de los votos, porcentaje que ningún socio ostenta en solitario.
El Frob ha buscado vías para romper esos estatutos y previsiblemente Caixabank seguirá sus pasos en adelante.
La cuestión es que si Calabuig se resiste a ceder el poder, tampoco él podrá imponer ninguna decisión, lo que conducirá a una parálisis insostenible de Inversiones Financieras Agval y, por extensión, de Aguas de Valencia.
A eso se suma otra circunstancia. Fucsa ha impedido que Aguas de Barcelona entre en el consejo de administración de Aguas de Valencia alegando que eso supondría compartir información estratégica con un competidor. Ese argumento será difícil de sostener ahora que la propia Aguas de Barcelona, a través de Caixabank, está representada en el accionariado de Inversiones Financieras Agval.
Compleja situación a la que se ve abocado Eugenio Calabuig, imputado en la causa penal abierta en la Audiencia Nacional por la gestión del Banco de Valencia.
A su favor pueden jugar las presiones políticas, un terreno en el que Caixabank suele optar por soluciones pactadas. Aguas de Barcelona quiere convertir a Aguas de Valencia en la punta de lanza para dominar el mercado español, con la adjudicación del Canal Isabel II en el horizonte. Una solución que permita ese objetivo y respete la valencianía de la compañía que gestionará el agua de la ciudad de Valencia durante 75 años, con o sin Eugenio Calabuig, es posible.