The spoliation of water aggravated the earthquake
Tue, 23/10/2012
La sobreexplotación del acuífero subterráneo para el regadío empeoró los efectos del terremoto de Lorca - En 50 años, su nivel ha bajado unos 250 metros
En ecología es frecuente la alusión a "la tragedia de los comunes". Descrito en 1968 por el ecólogo Garrett Hardin en la revista Science, el dilema describe la situación en la que un grupo de personas movido por el interés personal esquilma un recurso compartido y limitado, algo que finalmente les perjudica a cada uno de ellos. La teoría sirve para recursos naturales limitados, como la pesca, un lago o pastos comunales. En España se ha aplicado con frecuencia a acuíferos. Desde Daimiel al Levante, son pocas las zonas áridas que han conseguido explotar de forma sostenible el agua subterránea. Al dilema se le acaba de añadir un inesperado epílogo, ya que los científicos creen que la sobreexplotación del acuífero del Guadalentín empeoró los efectos del terremoto de Lorca (Murcia) de mayo de 2011. Un estudio publicado en la revista científica Nature Geoscience concluye que el seísmo, que dejó nueve muertos y destruyó barrios enteros de la ciudad, estuvo influido por la extracción excesiva de agua para riego desde el acuífero del Guadalentín. El estudio, en el que participan científicos españoles, relaciona por primera vez el hundimiento del terreno por la pérdida del acuífero con las características el seísmo. "Parece que la extracción de agua controló las características del terremoto", explicó ayer por teléfono José Fernández, del Instituto de Geociencias, un centro mixto del CSIC y la Universidad Complutense de Madrid, y coautor del estudio. Esto no implica que el regadío estuviera en el origen -Lorca está en una zona sísmica-, pero sí que propició que fuera más somero, lo que a su vez lo hizo más destructivo. El acuífero del Guadalentín, una enorme bolsa de agua con una superficie de más de 200 kilómetros cuadrados, ha sido durante décadas sobreexplotado por los regadíos de la zona. En 50 años el agua ha bajado de nivel unos 250 metros. Lo conocen bien los regantes de la comarca, muchos de los cuales han tenido que pasar a cultivos de secano porque el agua ya no es accesible para los frutales. En la zona hay huertos que hace 30 años estaban surcados por caños con agua y que son ahora de secano. Eso, en una zona sísmica como Murcia, ha acabado por provocar efecto imprevisto. El terremoto de mayo de 2011, de magnitud 5,1, empeoró por la extracción de agua. "Allí se han registrado velocidades de hundimiento del terreno de hasta 15 centímetros al año", explica por teléfono Fernández, que desde 2006 estudia la variación de la zona. La comarca era muy conocida por los científicos, lo que ha facilitado el estudio del terremoto. Desde 1990, el suelo ha descendido unos dos metros. Los investigadores han analizado con GPS las alteraciones del terreno antes y después del terremoto de la conocida como falla de Alhama y su relación con la extracción de agua. "Al sobreexplotar el acuífero, varías la carga del terreno, y eso produce un cambio en los esfuerzos que actúan sobre la falla. Los máximos de esa variación coinciden con el lugar donde ha habido deslizamientos en el terremoto", explica Fernández. El modelo utilizado para simular el terremoto apunta a que sin el hundimiento del terreno puede que "la parte más somera del terreno no hubiera roto". Que el terremoto fuera tan superficial -el hipocentro estuvo a solo dos kilómetros de profundidad- fue lo que lo hizo tan dañino. Casi un año y medio después, Lorca es aún una sucesión de solares donde antes había edificios, iglesias apuntaladas y comercios cerrados. Esta es la primera vez que se relaciona una actividad humana directamente con los efectos de un terremoto, aunque los investigadores no dicen que el descenso del nivel freático fuese la causa, sino que influyó en las características. Fernández explica que es un primer paso y que no se puede extrapolar a otros lugares con acuíferos sobreexplotados. "El estudio podría ayudar al desarrollo de mejoras en la cuantificación del riesgo sísmico y complementar los mapas que sirven actualmente para definir la normativa de construcción", precisa Pablo González, de la Universidad de Western Ontario (Canadá) en un comunicado del CSIC. En el estudio participan también investigadores del Instituto Nacional de Geofísica y Vulcanología de Italia. Hasta ahora había denuncias e investigaciones sobre si la extracción de hidrocarburos mediante la técnica de fractura hidráulica podía disparar terremotos, pero este es un estudio pionero para relacionarlo con la sobreexplotación del acuífero. En un artículo paralelo, Jean-Philippe Avouac, profesor en el California Institute of Technology de Pasadena (EE UU), advierte de que "hay que permanecer alerta a las perturbaciones causadas por la acción humana", ya que "sabemos cómo iniciar terremotos, pero aún estamos lejos de saber cómo controlarlos". El abuso del agua subterránea en España no es un caso aislado. En Jaén, La Mancha, Almería o Valencia es frecuente ver regantes que han extraído más agua de la que de forma natural se recarga anualmente en el acuífero. En algunos casos, como en Jaén para regar el olivar, hay sondeos de hasta 500 metros de profundidad, con tecnología no muy alejadas de las que se usan para extraer petróleo. El efecto sobre los terremotos era imprevisto, pero la sobreexplotación de acuíferos tiene como primera víctima los humedales de la superficie. El Parque Nacional de las Tablas de Daimiel ha sufrido años enteros seco por la sobreexplotación del acuífero 23, que también ha secado los ojos del Guadiana -que asomaron temporalmente en primavera gracias a las extraordinarias lluvias de los años anteriores-. No es el único. El Parque de Doñana está amenazado por los regadíos del entorno para la fresa. El control de las aguas subterráneas no es solo importante por el medio ambiente. Según un reciente estudio del Instituto Geológico y Minero de España (IGME), "el suministro de agua potable a partir de aguas subterráneas, incluyendo las industrias conectadas a la red urbana, es de unos 1.400 millones de metros cúbicos año, lo que supone el abastecimiento del 30% de la población, mientras que los regadíos alcanzan los 4.300 millones de metros cúbicos año, representando el 34% del total del uso agrícola". Frente a la tragedia de los comunes y sus nuevos e inesperados efectos, quedan los casos de uso eficiente de los recursos mediante la "inteligencia colectiva". Elinor Ostrom, premio Nobel de Economía en 2009, recogió casos que incluían el Tribunal de las Aguas de Valencia y Consejo de Hombres Buenos de Murcia, que desde hace siglos controlan el reparto del agua.
En ecología es frecuente la alusión a "la tragedia de los comunes". Descrito en 1968 por el ecólogo Garrett Hardin en la revista Science, el dilema describe la situación en la que un grupo de personas movido por el interés personal esquilma un recurso compartido y limitado, algo que finalmente les perjudica a cada uno de ellos. La teoría sirve para recursos naturales limitados, como la pesca, un lago o pastos comunales. En España se ha aplicado con frecuencia a acuíferos. Desde Daimiel al Levante, son pocas las zonas áridas que han conseguido explotar de forma sostenible el agua subterránea. Al dilema se le acaba de añadir un inesperado epílogo, ya que los científicos creen que la sobreexplotación del acuífero del Guadalentín empeoró los efectos del terremoto de Lorca (Murcia) de mayo de 2011. Un estudio publicado en la revista científica Nature Geoscience concluye que el seísmo, que dejó nueve muertos y destruyó barrios enteros de la ciudad, estuvo influido por la extracción excesiva de agua para riego desde el acuífero del Guadalentín. El estudio, en el que participan científicos españoles, relaciona por primera vez el hundimiento del terreno por la pérdida del acuífero con las características el seísmo. "Parece que la extracción de agua controló las características del terremoto", explicó ayer por teléfono José Fernández, del Instituto de Geociencias, un centro mixto del CSIC y la Universidad Complutense de Madrid, y coautor del estudio. Esto no implica que el regadío estuviera en el origen -Lorca está en una zona sísmica-, pero sí que propició que fuera más somero, lo que a su vez lo hizo más destructivo. El acuífero del Guadalentín, una enorme bolsa de agua con una superficie de más de 200 kilómetros cuadrados, ha sido durante décadas sobreexplotado por los regadíos de la zona. En 50 años el agua ha bajado de nivel unos 250 metros. Lo conocen bien los regantes de la comarca, muchos de los cuales han tenido que pasar a cultivos de secano porque el agua ya no es accesible para los frutales. En la zona hay huertos que hace 30 años estaban surcados por caños con agua y que son ahora de secano. Eso, en una zona sísmica como Murcia, ha acabado por provocar efecto imprevisto. El terremoto de mayo de 2011, de magnitud 5,1, empeoró por la extracción de agua. "Allí se han registrado velocidades de hundimiento del terreno de hasta 15 centímetros al año", explica por teléfono Fernández, que desde 2006 estudia la variación de la zona. La comarca era muy conocida por los científicos, lo que ha facilitado el estudio del terremoto. Desde 1990, el suelo ha descendido unos dos metros. Los investigadores han analizado con GPS las alteraciones del terreno antes y después del terremoto de la conocida como falla de Alhama y su relación con la extracción de agua. "Al sobreexplotar el acuífero, varías la carga del terreno, y eso produce un cambio en los esfuerzos que actúan sobre la falla. Los máximos de esa variación coinciden con el lugar donde ha habido deslizamientos en el terremoto", explica Fernández. El modelo utilizado para simular el terremoto apunta a que sin el hundimiento del terreno puede que "la parte más somera del terreno no hubiera roto". Que el terremoto fuera tan superficial -el hipocentro estuvo a solo dos kilómetros de profundidad- fue lo que lo hizo tan dañino. Casi un año y medio después, Lorca es aún una sucesión de solares donde antes había edificios, iglesias apuntaladas y comercios cerrados. Esta es la primera vez que se relaciona una actividad humana directamente con los efectos de un terremoto, aunque los investigadores no dicen que el descenso del nivel freático fuese la causa, sino que influyó en las características. Fernández explica que es un primer paso y que no se puede extrapolar a otros lugares con acuíferos sobreexplotados. "El estudio podría ayudar al desarrollo de mejoras en la cuantificación del riesgo sísmico y complementar los mapas que sirven actualmente para definir la normativa de construcción", precisa Pablo González, de la Universidad de Western Ontario (Canadá) en un comunicado del CSIC. En el estudio participan también investigadores del Instituto Nacional de Geofísica y Vulcanología de Italia. Hasta ahora había denuncias e investigaciones sobre si la extracción de hidrocarburos mediante la técnica de fractura hidráulica podía disparar terremotos, pero este es un estudio pionero para relacionarlo con la sobreexplotación del acuífero. En un artículo paralelo, Jean-Philippe Avouac, profesor en el California Institute of Technology de Pasadena (EE UU), advierte de que "hay que permanecer alerta a las perturbaciones causadas por la acción humana", ya que "sabemos cómo iniciar terremotos, pero aún estamos lejos de saber cómo controlarlos". El abuso del agua subterránea en España no es un caso aislado. En Jaén, La Mancha, Almería o Valencia es frecuente ver regantes que han extraído más agua de la que de forma natural se recarga anualmente en el acuífero. En algunos casos, como en Jaén para regar el olivar, hay sondeos de hasta 500 metros de profundidad, con tecnología no muy alejadas de las que se usan para extraer petróleo. El efecto sobre los terremotos era imprevisto, pero la sobreexplotación de acuíferos tiene como primera víctima los humedales de la superficie. El Parque Nacional de las Tablas de Daimiel ha sufrido años enteros seco por la sobreexplotación del acuífero 23, que también ha secado los ojos del Guadiana -que asomaron temporalmente en primavera gracias a las extraordinarias lluvias de los años anteriores-. No es el único. El Parque de Doñana está amenazado por los regadíos del entorno para la fresa. El control de las aguas subterráneas no es solo importante por el medio ambiente. Según un reciente estudio del Instituto Geológico y Minero de España (IGME), "el suministro de agua potable a partir de aguas subterráneas, incluyendo las industrias conectadas a la red urbana, es de unos 1.400 millones de metros cúbicos año, lo que supone el abastecimiento del 30% de la población, mientras que los regadíos alcanzan los 4.300 millones de metros cúbicos año, representando el 34% del total del uso agrícola". Frente a la tragedia de los comunes y sus nuevos e inesperados efectos, quedan los casos de uso eficiente de los recursos mediante la "inteligencia colectiva". Elinor Ostrom, premio Nobel de Economía en 2009, recogió casos que incluían el Tribunal de las Aguas de Valencia y Consejo de Hombres Buenos de Murcia, que desde hace siglos controlan el reparto del agua.