90% of the water that is poured into the Duero Basin is refined
Mon, 24/09/2012
Si hubiera que poner una nota a la depuración de aguas de la Cuenca hidrográfica del río Duero sería de sobresaliente. Casi todas las aguas residuales llegan a los ríos en las condiciones exigidas de limpieza, pero faltan dos puntos para alcanzar la matrícula de honor. El primero es la depuración de aguas en los pequeños municipios que, en Castilla y León debido a su dispersión geográfica, supone un gran reto de inversiones e infraestructuras. En segundo lugar, hay que seguir trabajando para que todo lo que se depure cumpla con los estándares marcados por la normativa nacional y la europea.
El 10% de aguas sin depurar que faltan para completar el total corresponden a pequeños vertidos de localidades con pocos centenares de habitantes.
Según el comisario de Aguas de la Confederación Hidrográfica del Duero, Julio Pajares, «el nivel de depuración está bastante bien porque hay un porcentaje de agua depurada del 90%, pero faltan muchas poblaciones pequeñas, que todavía no tienen depuradora». Los deberes para llegar al 100% se están haciendo y la institución encargada de asegurar que se cumple tiene sede en Bruselas. Es la Unión Europea y ha fijado, para todos los estados miembros, el año 2015 como límite para que todas las masas de agua estén en buenas condiciones. La crisis económica ha afectado a las inversiones en las costosas infraestructuras de depuración, pero la CHD, según ha explicado el presidente de este organismo, José Valín, cumplirá con ese plazo. «Se están haciendo los deberes y vamos en la buena dirección», ratifica el comisario de Aguas.
Debido a la atomización de la población, Julio Pajares explica que, respecto a otras cuencas hidrográficas, la del Duero tiene un mayor número de vertidos sin depurar, pero al ser de pequeño tamaño, el volumen total de contaminación depurada es mayor y sitúa al Duero en las «primeras posiciones».
En la cuenca del Duero existen actualmente 5.576 vertidos autorizados de aguas residuales al dominio público hidráulico, de ellos, 4.949 son de naturaleza urbana o asimilable, y 627 de naturaleza industrial.
Destaca el porcentaje de vertidos autorizados con tratamiento adecuado que es actualmente del 58 %, con porcentajes que varían significativamente, entre el 38% y el 83%, según la provincia. Ese 58% de vertidos que tienen un tratamiento adecuado no significa, explica el comisario de Aguas, que el resto no se depure, sino que hay que mejorar en ese proceso porque «hay muchas depuradoras que, por falta de mantenimiento o de ampliación, no están funcionando correctamente». Las autorizaciones son el instrumento fundamental a través del que se realiza el control efectivo sobre los vertidos y exige una depuración suficiente con unas condiciones o límites de emisión, de forma que su repercusión en el cauce, sea compatibles con los objetivos de calidad establecidos. El organismo competente para otorgar estas autorizaciones de vertido es la Confederación Hidrográfica del Duero. El proceso, por ejemplo, para un vertido de una nueva industria, explica Pajares, arranca antes de solicitar la licencia al municipio correspondiente. Una vez que la CHD contesta que sí se puede autorizar, se saca a información pública, se solicita información a las consejerías de Sanidad y Fomento y Medio Ambiente y, si todo el proceso es correcto, se le concede la autorización, pero con una serie de condiciones, que recogen, entre otros, los plazos de ejecución de las obras y los límites del vertido al cauce principal, que se comprobarán a lo largo de toda la vida del vertido. Si se incumplen habrá una sanción.
En general, las industrias de Castilla y León «se portan muy bien» en el cumplimiento de la depuración de sus vertidos, «han mejorado mucho», de hecho, añade Pajares. «Las grandes industrias cumplen bien y las pequeñas, como lácteas y mataderos, son las que más problemas dan, pero poco a poco van invirtiendo en depuración y cumpliendo con la autorización», afirma el cargo de la CHD.
En la depuración de aguas hay varios niveles. El habitual es el secundario, en el que se elimina la materia orgánica, pero para determinadas zonas, calificadas como 'sensibles', se sube un peldaño más y se exige una depuración terciaria que elimina también el nitrógeno y el fósforo. Dentro de esta denominación se engloban las aglomeraciones urbanas de más de 10.000 habitantes equivalente que viertan a zonas consideradas como sensibles (en las que la eutrofización de las aguas, es decir la cantidad de nutrientes que tienen, es anormalmente alta y rompe el ecosistema), por ello deben someterse a un tratamiento «más riguroso» en el que se reduzca la aportación de ciertos nutrientes (nitrógeno y fósforo) que favorecen la eutrofización de las aguas de dichas zonas. El límite para cumplir este requisito es siete años después de su designación como zona sensible, una denominación que llega desde la Unión Europea. Esto obligaría a establecer estos tratamientos para el año 2013 para aquellas aglomeraciones urbanas recogidas en la primera declaración de zonas sensibles realizada en el 2006.
El 10% de aguas sin depurar que faltan para completar el total corresponden a pequeños vertidos de localidades con pocos centenares de habitantes.
Según el comisario de Aguas de la Confederación Hidrográfica del Duero, Julio Pajares, «el nivel de depuración está bastante bien porque hay un porcentaje de agua depurada del 90%, pero faltan muchas poblaciones pequeñas, que todavía no tienen depuradora». Los deberes para llegar al 100% se están haciendo y la institución encargada de asegurar que se cumple tiene sede en Bruselas. Es la Unión Europea y ha fijado, para todos los estados miembros, el año 2015 como límite para que todas las masas de agua estén en buenas condiciones. La crisis económica ha afectado a las inversiones en las costosas infraestructuras de depuración, pero la CHD, según ha explicado el presidente de este organismo, José Valín, cumplirá con ese plazo. «Se están haciendo los deberes y vamos en la buena dirección», ratifica el comisario de Aguas.
Debido a la atomización de la población, Julio Pajares explica que, respecto a otras cuencas hidrográficas, la del Duero tiene un mayor número de vertidos sin depurar, pero al ser de pequeño tamaño, el volumen total de contaminación depurada es mayor y sitúa al Duero en las «primeras posiciones».
En la cuenca del Duero existen actualmente 5.576 vertidos autorizados de aguas residuales al dominio público hidráulico, de ellos, 4.949 son de naturaleza urbana o asimilable, y 627 de naturaleza industrial.
Destaca el porcentaje de vertidos autorizados con tratamiento adecuado que es actualmente del 58 %, con porcentajes que varían significativamente, entre el 38% y el 83%, según la provincia. Ese 58% de vertidos que tienen un tratamiento adecuado no significa, explica el comisario de Aguas, que el resto no se depure, sino que hay que mejorar en ese proceso porque «hay muchas depuradoras que, por falta de mantenimiento o de ampliación, no están funcionando correctamente». Las autorizaciones son el instrumento fundamental a través del que se realiza el control efectivo sobre los vertidos y exige una depuración suficiente con unas condiciones o límites de emisión, de forma que su repercusión en el cauce, sea compatibles con los objetivos de calidad establecidos. El organismo competente para otorgar estas autorizaciones de vertido es la Confederación Hidrográfica del Duero. El proceso, por ejemplo, para un vertido de una nueva industria, explica Pajares, arranca antes de solicitar la licencia al municipio correspondiente. Una vez que la CHD contesta que sí se puede autorizar, se saca a información pública, se solicita información a las consejerías de Sanidad y Fomento y Medio Ambiente y, si todo el proceso es correcto, se le concede la autorización, pero con una serie de condiciones, que recogen, entre otros, los plazos de ejecución de las obras y los límites del vertido al cauce principal, que se comprobarán a lo largo de toda la vida del vertido. Si se incumplen habrá una sanción.
En general, las industrias de Castilla y León «se portan muy bien» en el cumplimiento de la depuración de sus vertidos, «han mejorado mucho», de hecho, añade Pajares. «Las grandes industrias cumplen bien y las pequeñas, como lácteas y mataderos, son las que más problemas dan, pero poco a poco van invirtiendo en depuración y cumpliendo con la autorización», afirma el cargo de la CHD.
En la depuración de aguas hay varios niveles. El habitual es el secundario, en el que se elimina la materia orgánica, pero para determinadas zonas, calificadas como 'sensibles', se sube un peldaño más y se exige una depuración terciaria que elimina también el nitrógeno y el fósforo. Dentro de esta denominación se engloban las aglomeraciones urbanas de más de 10.000 habitantes equivalente que viertan a zonas consideradas como sensibles (en las que la eutrofización de las aguas, es decir la cantidad de nutrientes que tienen, es anormalmente alta y rompe el ecosistema), por ello deben someterse a un tratamiento «más riguroso» en el que se reduzca la aportación de ciertos nutrientes (nitrógeno y fósforo) que favorecen la eutrofización de las aguas de dichas zonas. El límite para cumplir este requisito es siete años después de su designación como zona sensible, una denominación que llega desde la Unión Europea. Esto obligaría a establecer estos tratamientos para el año 2013 para aquellas aglomeraciones urbanas recogidas en la primera declaración de zonas sensibles realizada en el 2006.