The worst shortage of rainfall in seven years threatens reservoir levels

Mon, 27/08/2012

Las Provincias

La lluvia que ayer se concentró en las costas valencianas ha actuado como un espejismo en el desierto si se tiene en cuenta la preocupante tendencia que vive la Comunitat Valenciana, donde las precipitaciones acumuladas en el año hidrológico son las más bajas desde el verano de 2005, uno de los ejercicios más duros de la pasada sequía. Es el quinto peor registro desde 1990 y augura un cambio de tendencia tras la bonanza vivida en los últimos años, que ha permitido llenar los embalses hasta alcanzar máximos históricos.

La falta de lluvia ya está teniendo consecuencias entre los usuarios finales del agua, al producirse reducciones en las aportaciones a diferentes comunidades de regantes, una medida preventiva que busca limitar el consumo de las reservas. Y más si se tiene en cuenta que, como consecuencia de la carestía, las entradas de agua en los principales pantanos han bajado hasta cotas alarmantes.

Los problemas se acentúan en algunos municipios del interior, que han recurrido a cubas o pozos privados en busca de agua, y en los campos de secano, donde ya se han echado a perder algunas cosechas.

Tal y como refleja el último informe sobre el estado de las reservas hídricas que elabora periódicamente la Confederación Hidrográfica del Júcar (CHJ), la lluvia acumulada desde el pasado septiembre hasta la actualidad ha sido de 301 litros por metro cuadrado, un valor un 33,8% inferior al del ejercicio pasado, que ya fue seco, y muy alejado de los 510 que se acumularon en el año hidrológico 2009-2010 (-40,9%). Hay que remontarse al citado 2004-2005 para encontrar un nivel más bajo (275 litros).

La escasa lluvia tampoco ha estado bien repartida. El mismo documento constata que los picos de precipitación se produjeron en la zona costera entre Valencia y Alicante, tal y como sucedió ayer. Sin embargo, se trata de un volumen no aprovechable al no quedar almacenado en los embalses, situados en zonas del interior. Falta por ver si en el escaso mes que queda para que termine el año hidrológico hay margen para corregir la carestía. Para ello se precisarían lluvias persistentes en las cabeceras de los ríos.

La principal consecuencia de la falta de lluvia es que se mitiga la aportación del ciclo natural a los pantanos. De hecho, las entradas vienen reduciéndose desde hace dos años al mismo ritmo que las precipitaciones. En el Júcar, la suma de sus embalses da unas entradas de agua de 344,6 hectómetros cúbicos hasta agosto. Un año antes la cifra era de 675,2 (+96%) y en 2009-2010 se llegó a 1. 134,2 (+229%). Por pantanos, los datos sólo han sido positivos en Tous. En cambio, en Alarcón y Contreras -situados en la cabecera- las aportaciones han sido las más bajas de la serie histórica del informe, que se remonta al ejercicio 1980-1981.

Pese la falta de aportaciones no se puede hablar de sequía gracias a los elevados volúmenes almacenados en los embalses de la Confederación, generados en los años precedentes y conservados gracias a una gestión racional. En la actualidad hay 1.316 hectómetros cúbicos, cifra muy superior a la media de los últimos diez años (998,3) aunque un 25% inferior a la reserva de 2011.

Para mantener en todo lo posible los niveles ya se aplican limitaciones. Por ejemplo, los regantes del Turia aceptaron a principios de julio una reducción del 20% del agua a utilizar, un ajuste preventivo que también se trató en otras comisiones de desembalse celebradas a finales del mes pasado.

En municipios del interior con carencia de infraestructuras ya han recurrido este verano a medidas alternativas. Hay ejemplos como el de la Pobla de Benifassà, donde tuvieron que habilitar conexiones con las redes de localidades próximas para tener agua, o el de Todolella, cuyos usuarios han recurrido a pozos privados.

En el Vinalopó, los regantes emplearán desde septiembre el agua del trasvase desde el Júcar, venciendo las reticencias sobre su calidad ante la falta de agua en los acuíferos. El escenario tampoco es halagüeño para los agricultores de la Vega Baja, con la cabecera del TajoSegura en registros mínimos y con una de las principales conducciones del trasvase bloqueada por un desprendimiento en un túnel.