Methane emissions are not climate or latitudinal pattern
Thu, 28/06/2012
Desde la revolución industrial, y especialmente en el período de 1950 a 1990, la concentración en la atmosfera de los gases de efecto invernadero ha aumentado sensiblemente debido a la acción del ser humano. El metano (CH4) es un gas de efecto invernadero con un potencial de calentamiento global 25 veces mayor al del CO2, aunque su concentración atmosférica es casi 300 veces menor que el dióxido de carbono.
Aproximadamente el 60% de la emisión global de metano se debe a actividades antropogénicas como la quema de combustible fósil, la fermentación digestiva del ganado, la descomposición del estiércol, los cultivos de arroz y los vertederos. Las zonas húmedas son la principal fuente de emisión natural de metano, casi el 40% de la emisión total. Esto es así porque en los suelos inundados existen unas condiciones anaerobias -sin oxígeno- que favorecen la proliferación de las bacterias responsables de la descomposición de la materia orgánica, en cuyo proceso se libera metano.
Un estudio, publicado en la revista Atmospheric Environment y realizado por científicos del Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN-CSIC), ha permitido comparar las emisiones de metano a escala mundial en cinco tipos de ecosistemas acuáticos (estuarios, lagos, océanos, ríos y humedales), a partir de datos cuantitativos extraídos de la literatura científica.
Variaciones estacionales en las emisiones
"Para un conocimiento más preciso de la dinámica de este gas a nivel global, habría que medir las emisiones en zonas áridas y semiáridas, así como en zonas tropicales, en las que hasta la fecha se han realizado pocos estudios. También habría que investigar más sobre los factores principales que controlan las emisiones en océanos y ríos" explica María Josefa Ortiz Llorente, autora principal del estudio e investigadora en el MNCN-CSIC.
Según el trabajo, existe una gran variabilidad en las emisiones de metano, que no parecen seguir un patrón climático o latitudinal, aunque sí se aprecian variaciones estacionales. Los máximos de emisión se han detectado cuando aumenta la temperatura del suelo y disminuye el nivel de agua, cuando tiene lugar un incremento en la actividad de las bacterias productoras de metano.
Para los investigadores, el hecho de que no se observe una relación lineal entre la emisión de metano y la temperatura del suelo a escala mundial, sugiere que las condiciones locales son muy importantes en el control de las emisiones de metano.
"Eltrabajo contribuirá a un mejor conocimiento de las emisiones de metano a escala global y facilitará la mejora de los modelos existentes y de las herramientas de mitigación de este gas de efecto invernadero", concluye Ortiz Llorente.
Aproximadamente el 60% de la emisión global de metano se debe a actividades antropogénicas como la quema de combustible fósil, la fermentación digestiva del ganado, la descomposición del estiércol, los cultivos de arroz y los vertederos. Las zonas húmedas son la principal fuente de emisión natural de metano, casi el 40% de la emisión total. Esto es así porque en los suelos inundados existen unas condiciones anaerobias -sin oxígeno- que favorecen la proliferación de las bacterias responsables de la descomposición de la materia orgánica, en cuyo proceso se libera metano.
Un estudio, publicado en la revista Atmospheric Environment y realizado por científicos del Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN-CSIC), ha permitido comparar las emisiones de metano a escala mundial en cinco tipos de ecosistemas acuáticos (estuarios, lagos, océanos, ríos y humedales), a partir de datos cuantitativos extraídos de la literatura científica.
Variaciones estacionales en las emisiones
"Para un conocimiento más preciso de la dinámica de este gas a nivel global, habría que medir las emisiones en zonas áridas y semiáridas, así como en zonas tropicales, en las que hasta la fecha se han realizado pocos estudios. También habría que investigar más sobre los factores principales que controlan las emisiones en océanos y ríos" explica María Josefa Ortiz Llorente, autora principal del estudio e investigadora en el MNCN-CSIC.
Según el trabajo, existe una gran variabilidad en las emisiones de metano, que no parecen seguir un patrón climático o latitudinal, aunque sí se aprecian variaciones estacionales. Los máximos de emisión se han detectado cuando aumenta la temperatura del suelo y disminuye el nivel de agua, cuando tiene lugar un incremento en la actividad de las bacterias productoras de metano.
Para los investigadores, el hecho de que no se observe una relación lineal entre la emisión de metano y la temperatura del suelo a escala mundial, sugiere que las condiciones locales son muy importantes en el control de las emisiones de metano.
"Eltrabajo contribuirá a un mejor conocimiento de las emisiones de metano a escala global y facilitará la mejora de los modelos existentes y de las herramientas de mitigación de este gas de efecto invernadero", concluye Ortiz Llorente.