"For every kilo of meat consumed is spent around 15,000 liters of water"

Thu, 14/06/2012

El Diario Montañés

El agua fue el hilo conductor de la jornada de ayer en el Cantabria Campus Nobel. El agua como recurso, como energía y como pilar del Medio Ambiente. Y a falta de una sección acuática en el Premio Nobel, la Universidad de Cantabria y la UIMP presentaron «a su principal equivalente»: el Premio Estocolmo del Agua en 2002, Ignacio Rodríguez Iturbe. «Probablemente, el hidrólogo más destacado del mundo», señaló el director de Investigación del Instituto de Hidráulica de Cantabria, Íñigo Losada.

Rodríguez Iturbe ofreció primero una conferencia sobre Hidrología y Biodiversidad y después participó en la mesa redonda sobre Sostenibilidad. La principal conclusión del encuentro fue que «los países no pueden ser autosuficiente». Hay que empezar por entender que, en el sistema global que forman hoy en día todas las naciones del mundo, el agua se ha convertido en un producto «virtual». Más allá de los trasvases entre cuencas, «hay un comercio de alimentos mundial que provoca una importación y exportación de agua virtual».

El venezolano, profesor de Ingeniería Civil y Ambiental en la Universidad de Princeton, puso un ejemplo muy gráfico: «Por cada kilo de carne que se consume, se gasta una media de 15.000 litros de agua» en el pasto que sirve de alimento a la res. Y dependiendo del tipo de agua que se utilice, verde si es de lluvia o azul si es de riego, «los costes varían mucho entre las distintas regiones».

¿Qué significa esto? Básicamente, que el agua virtual es «una gran ventaja competitiva». Rodríguez Iturbe dejó claro que la nación, o la región de dentro de un país, que no tiene agua no debe malgastarla en la producción alimenticia. «En lugar de sacarla de donde no la hay, deberían importar la comida. Es mucho más económico». Algo que, según el académico, no hizoArabia Saudí. Un país sin agua que se empeñó en cultivar trigo a base de explotar acuíferos, «que no se renuevan de forma natural», y que llegó a exportar grano hace un par de años. «Los costes son prohibitivos», concluyó Rodríguez Iturbe en su alegato contra la utopía de la autosuficiencia.

El académico matizó que eso no significa abandonar la productividad agrícola en los países del tercer mundo. «Se están buscando mejoras con medidas relativamente sencillas, como obtener semillas que generen cultivos resistentes a las pestes, pero eso ya no depende del agua sino de las infraestructuras».

La conferencia sobre 'La alerta temprana de los puntos de inflexión climáticos' fue pronunciada por Tim Lenton, «uno de los impulsores del estudio del sistema terrestre como un todo» y defensor de la teoría Gaia, que interpreta la tierra como un organismo único donde todos sus elementos están interrelacionados.

Lenton utilizó el ejemplo de la capa de hielo del Ártico, para explicar que «hay señales del Medio Ambiente que permiten detectar signos de alerta sobre el cambio climático y cómo interpretarlas para tratar de atajarlo». Rodríguez Iturbe también hizo un inciso en este sentido y destacó que «en ciertas regiones de África y del sur de España, la vegetación ya muestra señales de alerta de desertificación».

El profesor de la Universidad de Exeter (Reino Unido), Tim Lenton, admitió que en Europa se están dando «pasos importantes» para desarrollar una tecnología y un entorno más saludable. «En ese sentido estoy contento, pero hay que actuar con mayor firmeza en cuanto al dióxido de carbono y los gases que generan el efecto invernadero». Lenton no quitó mérito a la «autorregulación del ser humano». «Pero si vamos a tener éxito o no en el futuro, es algo para lo que no tengo respuesta».

Menos satisfecha se mostró la exsecretaria de Estado de Cambio Climático, Teresa Ribera, que instó a todos los países a dar una respuesta «urgente» a los retos ambientales, y confió en que la «presión social» oriente las decisiones políticas para que los valores ambientales «vuelvan a ser una prioridad inmediata».

El Premio Rey Jaime I a la Protección del Medio Ambiente, Sixto Malato, pidió controles más «rigurosos» en España: «Tenemos que ser responsables con los vertidos o nos meteremos esos contaminantes en la boca».