We have to adjust the value and price of water, according to the expert Peter Rogers
Tue, 22/05/2012
La desalinización y la recuperación de las aguas negras hasta convertirlas en potables son algunas de las propuestas que presenta en Madrid el catedrático de la universidad estadounidense de Harvard Peter Rogers ante la crisis de este valioso, "pero complicado recurso", que necesita "un ajuste de precio".
En una entrevista con EFEverde, el investigador británico manifestó que es difícil determinar a quién pertenece el agua, en un momento en el que su demanda se duplica cada 20 años por el crecimiento de la población y su cada vez mayor necesidad de alimento.
A diferencia del petróleo u otros bienes naturales, explicó, el agua es un bien común, es de todos, pero su gestión y su mantenimiento debe costearse.
"Mientras no tenga un precio que se ajuste a los beneficios asociados a su uso, se mantendrá el desequilibrio que perjudica a quienes más la necesitan", señaló el profesor Roger, asesor del "Global Water Partnership", de la Organización de Naciones Unidas, y del Banco Mundial.
La agricultura, dijo, es la actividad humana que más agua requiere y donde se generan los principales "puntos de fricción" de un conflicto que se repite en todo el mundo a lo largo de las principales fuentes de agua dulce: los ríos.
Si solo se recuperara un 10 por ciento del agua de irrigación, que representa entre el 75 y el 90% de toda el agua que se consume en un país, se atenderían sin problemas los recursos hídricos que requieren servicios e industria, aseguró Rogers.
"No es que haya escasez de agua, es que se gestiona mal", sostuvo el experto, que formó parte del equipo que en 1955 estableció el Harvard Water Program para mejorar la planificación y gestión del agua como recurso.
A la pregunta que plantea su conferencia de hoy en la Real Academia de Ciencias "Are we running out of water?" (¿Se nos acaba el agua?), contesta optimista que no, pero que hay que cuidar la que tenemos, mientras solo el 3% de todo el agua del planeta sea potable.
Aunque su ciclo natural la renueve cada año, el agua es un recurso fijo, recordó Rogers, que apuesta en sus estudios por los avances tecnológicos para garantizar agua en las próximas décadas, incluso con el crecimiento de la población y de la riqueza.
La tarea difícil para evitar una crisis global del agua es conseguir que se implementen las políticas necesarias para que la tecnología adecuada llegue adonde se necesitan soluciones.
"No es falta de dinero ni falta de capacidad, es cuestión de voluntad política y de entendimiento", enfatizó Rogers, dispuesto, a sus 75 años, a continuar su trabajo por acercar a emprendedores y gestores.
Es una tarea en la que es necesaria la participación de la academia y la empresa privada, subrayó Rogers, invitado por el Observatorio del Agua de la Fundación Botín, que depende del Banco de Santander, y Casa Asia, foro estatal que promueve el diálogo y análisis sobre temas de interés de esa zona geográfica.
Rogers, que es también profesor invitado en el Centro Asia Global de la Universidad de Singapur, insiste en la necesidad de implantar modelos mas eficaces del uso del agua, de la que un ciudadano medio de un país desarrollado consume entre 17 y 20 litros diarios, que, si se suman al año, serían suficiente para llenar una piscina olímpica.
En zonas de agricultura primaria, en cambio, el agua se desperdicia en el campo, se contamina y se vierte indiscriminadamente al mar, apuntó.
Según Rogers, la peculiar condición del agua, como recurso renovable, pero finito, conduce a confusiones. "Todo el agua se usa, pero la que se contamina cuesta más trabajo y dinero volverla a introducir en el ciclo productivo y no se puede producir más de la que hay", enfatizó.
Además, la invasión del agua salada por el cambio climático y la explotación desmesurada del recurso, interfieren en la proyección adecuada de este bien en el futuro, precisó.
En el mar, apuntó, puede estar la solución a largo plazo, pero la de hoy "está en nuestras manos, hay que saber cerrar el grifo".
En una entrevista con EFEverde, el investigador británico manifestó que es difícil determinar a quién pertenece el agua, en un momento en el que su demanda se duplica cada 20 años por el crecimiento de la población y su cada vez mayor necesidad de alimento.
A diferencia del petróleo u otros bienes naturales, explicó, el agua es un bien común, es de todos, pero su gestión y su mantenimiento debe costearse.
"Mientras no tenga un precio que se ajuste a los beneficios asociados a su uso, se mantendrá el desequilibrio que perjudica a quienes más la necesitan", señaló el profesor Roger, asesor del "Global Water Partnership", de la Organización de Naciones Unidas, y del Banco Mundial.
La agricultura, dijo, es la actividad humana que más agua requiere y donde se generan los principales "puntos de fricción" de un conflicto que se repite en todo el mundo a lo largo de las principales fuentes de agua dulce: los ríos.
Si solo se recuperara un 10 por ciento del agua de irrigación, que representa entre el 75 y el 90% de toda el agua que se consume en un país, se atenderían sin problemas los recursos hídricos que requieren servicios e industria, aseguró Rogers.
"No es que haya escasez de agua, es que se gestiona mal", sostuvo el experto, que formó parte del equipo que en 1955 estableció el Harvard Water Program para mejorar la planificación y gestión del agua como recurso.
A la pregunta que plantea su conferencia de hoy en la Real Academia de Ciencias "Are we running out of water?" (¿Se nos acaba el agua?), contesta optimista que no, pero que hay que cuidar la que tenemos, mientras solo el 3% de todo el agua del planeta sea potable.
Aunque su ciclo natural la renueve cada año, el agua es un recurso fijo, recordó Rogers, que apuesta en sus estudios por los avances tecnológicos para garantizar agua en las próximas décadas, incluso con el crecimiento de la población y de la riqueza.
La tarea difícil para evitar una crisis global del agua es conseguir que se implementen las políticas necesarias para que la tecnología adecuada llegue adonde se necesitan soluciones.
"No es falta de dinero ni falta de capacidad, es cuestión de voluntad política y de entendimiento", enfatizó Rogers, dispuesto, a sus 75 años, a continuar su trabajo por acercar a emprendedores y gestores.
Es una tarea en la que es necesaria la participación de la academia y la empresa privada, subrayó Rogers, invitado por el Observatorio del Agua de la Fundación Botín, que depende del Banco de Santander, y Casa Asia, foro estatal que promueve el diálogo y análisis sobre temas de interés de esa zona geográfica.
Rogers, que es también profesor invitado en el Centro Asia Global de la Universidad de Singapur, insiste en la necesidad de implantar modelos mas eficaces del uso del agua, de la que un ciudadano medio de un país desarrollado consume entre 17 y 20 litros diarios, que, si se suman al año, serían suficiente para llenar una piscina olímpica.
En zonas de agricultura primaria, en cambio, el agua se desperdicia en el campo, se contamina y se vierte indiscriminadamente al mar, apuntó.
Según Rogers, la peculiar condición del agua, como recurso renovable, pero finito, conduce a confusiones. "Todo el agua se usa, pero la que se contamina cuesta más trabajo y dinero volverla a introducir en el ciclo productivo y no se puede producir más de la que hay", enfatizó.
Además, la invasión del agua salada por el cambio climático y la explotación desmesurada del recurso, interfieren en la proyección adecuada de este bien en el futuro, precisó.
En el mar, apuntó, puede estar la solución a largo plazo, pero la de hoy "está en nuestras manos, hay que saber cerrar el grifo".