Rain with denomination of origin
Mon, 23/04/2012
La sierra de Guadarrama no solo es la patria chica de especies como el águila imperial o el buitre negro. Con una longitud de 80 kilómetros y techo en Peñalara a 2.428 metros, la barrera montañosa es el laboratorio natural donde se produce un curioso fenómeno atmosférico, el efecto föhn, nombre alemán de un peculiar viento del norte de los Alpes, también conocido como efecto Chinook, en alusión a una tribu de las Montañas Rocosas de América del Norte. "El viento que llega, con componente norte o norte-noroeste, lo hace con una concentración de humedad muy alta y choca contra la sierra, lo que provoca que esa masa de aire, al ascender, haga que se vaya condensando en vapor de agua rápidamente y dé lugar a lluvias orográficas, aunque muchas veces las nubes no descargan", explica Francisco Cubillo, subdirector de I+D+i del Canal de Isabel II.
La Comunidad de Madrid estudia cómo aprovechar esa reserva de agua mediante el bombardeo de las nubes cargadas de líquido "con el menor impacto posible". Y sin la preocupación de estar robando las nubes más golosas a las regiones autonómicas vecinas, lo que provocaría las inevitables broncas políticas. "Estas nubes tienen denominación de origen, son madrileñas porque se forman en nuestra sierra así que no se las quitaríamos a nadie. Además, sus especiales características, como su temperatura relativamente elevada en invierno, de ocho grados bajo cero en su punto más bajo y menos 25 en el más alto, y su espesor de 2.000 metros, las convierte en unas nubes potencialmente idóneas para incrementar artificialmente sus precipitaciones acelerando el proceso con yoduro de plata u otras sustancias más inocuas que estamos estudiando", apunta Cubillo, que recuerda que el proyecto se encuentra "en fase de investigación".
La experiencia israelí, que recurre a esta tecnología desde hace décadas, captó la atención de Esperanza Aguirre en su viaje a Tierra Santa en el verano de 2006. "Por la experiencia de esos días grises, plomizos, pesados y de bochorno en los que no acaba de descargar", decía entonces la presidenta regional. O para capear sequías como la de este invierno, el menos lluvioso del que se tiene constancia. "Este sistema permitiría provocar la lluvia sobre un embalse, lo que sería la mejor forma de garantizar su uso", reflexionaba el gerente del Canal, Ildefonso de Miguel.
Aun así, y pese a su elevado coste frente a una efectividad del 18% de generar lluvia sin ninguna danza, los diluvios de última generación interesaron al Gobierno autonómico, que en febrero adjudicó un contrato de 118.500 euros a la empresa alemana Radiometer Physics para aumentar las precipitaciones mediante la "estimulación controlada de las nubes".
"Es cierto que la zona occidental de la sierra es particularmente húmeda, al revés que la parte oriental, más seca por el efecto Chinook, pero en WWF partimos del principio de la precaución porque no conocemos el impacto de este tipo de tecnologías en el ecosistema", sostiene Alberto Fernández, técnico del programa de agua de la organización medioambiental. "Es lógico que la Administración quiera aumentar los activos hídricos, pero con el bombardeo con yoduro de plata se me ocurren mil problemas", añade.
"Por esa misma razón llevamos seis años realizando trabajos de investigación orientados a incrementar el conocimiento sobre la fase atmosférica en el sistema montañoso del norte de la Comunidad para evaluar la factibilidad, conveniencia y posible impacto de una eventual estimulación controlada de las nubes que incremente la precipitación", alegan en el Ejecutivo de Aguirre. El estudio que dirige la división de I+D+i del Canal se encuentra incluido desde 2009 en el proyecto TEcoAgua del Ministerio de Economía y Competitividad (Ciencia e Innovación en el anterior Gobierno). Con una subvención estatal de un millón de euros, su objetivo es el desarrollo de tecnologías sostenibles para la generación de recursos hídricos alternativos.
"La primera valoración es que hemos identificado en el sistema montañoso de Madrid una zona donde se forman y se diluyen nubes que no interfieren en el ciclo de creación de nubes de otras regiones", valora Cubillo, que descarta espolvorear yoduro de plata o derivados con aviones: "Queremos conseguir precipitaciones en un territorio muy pequeño, para que discurra desde los ríos a los embalses de la sierra. Y para eso habría que afinar mucho y hacerlo desde tierra".
"Somos contrarios a la geoingeniería, modificar los ciclos de la naturaleza desconociendo los efectos secundarios nos parece una idea megalómana... Deberíamos apostar por un modelo de vida sostenible en consonancia con el cambio climático", entiende Pablo Cotarelo, de Ecologistas en Acción. "Los planes del Gobierno de Esperanza Aguirre entroncan con el mito ancestral del control de la lluvia", advierte.
"Todos compartimos nuestro respeto por el medio ambiente", apunta Cubillo, que señala que lo ideal sería conseguir precipitaciones en forma de nieve. "Sería como una reserva natural que no se pierde durante el invierno, y que a medida que avanza la primavera se va fundiendo en agua lentamente". Fernández incide en los efectos del calentamiento global: "En los últimos 30 años, la nieve en la sierra ha descendido un 40%".
La Comunidad de Madrid estudia cómo aprovechar esa reserva de agua mediante el bombardeo de las nubes cargadas de líquido "con el menor impacto posible". Y sin la preocupación de estar robando las nubes más golosas a las regiones autonómicas vecinas, lo que provocaría las inevitables broncas políticas. "Estas nubes tienen denominación de origen, son madrileñas porque se forman en nuestra sierra así que no se las quitaríamos a nadie. Además, sus especiales características, como su temperatura relativamente elevada en invierno, de ocho grados bajo cero en su punto más bajo y menos 25 en el más alto, y su espesor de 2.000 metros, las convierte en unas nubes potencialmente idóneas para incrementar artificialmente sus precipitaciones acelerando el proceso con yoduro de plata u otras sustancias más inocuas que estamos estudiando", apunta Cubillo, que recuerda que el proyecto se encuentra "en fase de investigación".
La experiencia israelí, que recurre a esta tecnología desde hace décadas, captó la atención de Esperanza Aguirre en su viaje a Tierra Santa en el verano de 2006. "Por la experiencia de esos días grises, plomizos, pesados y de bochorno en los que no acaba de descargar", decía entonces la presidenta regional. O para capear sequías como la de este invierno, el menos lluvioso del que se tiene constancia. "Este sistema permitiría provocar la lluvia sobre un embalse, lo que sería la mejor forma de garantizar su uso", reflexionaba el gerente del Canal, Ildefonso de Miguel.
Aun así, y pese a su elevado coste frente a una efectividad del 18% de generar lluvia sin ninguna danza, los diluvios de última generación interesaron al Gobierno autonómico, que en febrero adjudicó un contrato de 118.500 euros a la empresa alemana Radiometer Physics para aumentar las precipitaciones mediante la "estimulación controlada de las nubes".
"Es cierto que la zona occidental de la sierra es particularmente húmeda, al revés que la parte oriental, más seca por el efecto Chinook, pero en WWF partimos del principio de la precaución porque no conocemos el impacto de este tipo de tecnologías en el ecosistema", sostiene Alberto Fernández, técnico del programa de agua de la organización medioambiental. "Es lógico que la Administración quiera aumentar los activos hídricos, pero con el bombardeo con yoduro de plata se me ocurren mil problemas", añade.
"Por esa misma razón llevamos seis años realizando trabajos de investigación orientados a incrementar el conocimiento sobre la fase atmosférica en el sistema montañoso del norte de la Comunidad para evaluar la factibilidad, conveniencia y posible impacto de una eventual estimulación controlada de las nubes que incremente la precipitación", alegan en el Ejecutivo de Aguirre. El estudio que dirige la división de I+D+i del Canal se encuentra incluido desde 2009 en el proyecto TEcoAgua del Ministerio de Economía y Competitividad (Ciencia e Innovación en el anterior Gobierno). Con una subvención estatal de un millón de euros, su objetivo es el desarrollo de tecnologías sostenibles para la generación de recursos hídricos alternativos.
"La primera valoración es que hemos identificado en el sistema montañoso de Madrid una zona donde se forman y se diluyen nubes que no interfieren en el ciclo de creación de nubes de otras regiones", valora Cubillo, que descarta espolvorear yoduro de plata o derivados con aviones: "Queremos conseguir precipitaciones en un territorio muy pequeño, para que discurra desde los ríos a los embalses de la sierra. Y para eso habría que afinar mucho y hacerlo desde tierra".
"Somos contrarios a la geoingeniería, modificar los ciclos de la naturaleza desconociendo los efectos secundarios nos parece una idea megalómana... Deberíamos apostar por un modelo de vida sostenible en consonancia con el cambio climático", entiende Pablo Cotarelo, de Ecologistas en Acción. "Los planes del Gobierno de Esperanza Aguirre entroncan con el mito ancestral del control de la lluvia", advierte.
"Todos compartimos nuestro respeto por el medio ambiente", apunta Cubillo, que señala que lo ideal sería conseguir precipitaciones en forma de nieve. "Sería como una reserva natural que no se pierde durante el invierno, y que a medida que avanza la primavera se va fundiendo en agua lentamente". Fernández incide en los efectos del calentamiento global: "En los últimos 30 años, la nieve en la sierra ha descendido un 40%".