The UCO highlights the risk posed by catfish for water quality
Fri, 16/12/2011
Un pez voraz, insaciable y que puede afectar a la calidad de las aguas de los embalses en los que se encuentra debido a que no son las condiciones propias de un ecosistema de ribera. La confinación de los siluros a los pantanos y su posterior paso a corrientes de agua como sería en este caso el Genil o el Guadalquivir es algo que preocupa mucho a los expertos, pues la llegada de estos peces a las marismas del Guadalquivir sería algo fatal para la biodiversidad de este entorno. En cualquier caso, desde que el pasado 25 de julio llegara al Departamento de Zoología de la Universidad de Córdoba la primera captura oficial de un siluro en las aguas del pantano de la Subbética preocupa el efecto que puede tener el pez en la calidad de las aguas. Del primer informe, al que ha tenido acceso El Día, se deduce que 'el siluro también puede afectar a la calidad del agua en embalses a través de procesos de cascada trófica', explica la UCO a través de distintos estudios de expertos. Pero ¿qué es la cascada trófica. La cascada trófica se sustancia en la serie de efectos que por acción indirecta provocan los grandes depredadores, como es el caso del siluro, en la biomasa de un determinado espacio. Esto se simplificaría en que si el siluro ataca a toda la fauna que se sitúa por debajo en la cadena alimentaria, ésta se fragmentaría y no habría un normal desarrollo de la cobertura vegetal que se desarrolla en el medio acuático, lo que al final incide negativamente en la calidad de las aguas. El siluro ataca igualmente a la fauna autóctona y hay un dato especialmente llamativo, no sólo fija sus presas entre los peces, sino que suele capturar aves y pequeños mamíferos en las riberas de los ríos y de los pantanos en los que se encuentra.
Fuentes de Medio Ambiente aseguran que su voracidad es tal que en Zaragoza, donde el siluro puede verse al haber pasado del embalse de Mequinenza al Ebro, se han llegado a grabar vídeos de los siluros atacando a las palomas que se acercaban a beber agua al río. En cualquier caso, según recoge el informe de la UCO, el impacto del siluro sobre la biodiversidad nativa es todavía poco conocido, aunque se considera probable una elevada influencia de control y descenso de las poblaciones de ciprínidos -carpas y barbos, por ejemplo- en los ríos y embalses de la provincia. Así, también destaca el citado estudio, que está firmado por el catedrático de Zoología de la UCO Carlos Fernández-Delgado, la población de las citadas especies y de anátidas -patos salvajes- es 'considerablemente menor' en aquellos embalses en los que hay una mayor población de siluros, lo que es una evidencia más del considerable impacto que supone su presencia.
El primer siluro capturado en Iznájar que se conoce de forma oficial es un ejemplar de poco tiempo. Pese a ello ya pesaba casi un kilo y medía medio metro. El siluro encontrado pertenece a la especie Silurus glanis, cuya distribución natural se establece en las cuencas del Mar del Norte, Báltico, Negro, Caspio y Aral. El tamaño máximo conocido de esta especie es de 5 metros de longitud y 300 kilos de peso, aunque lo normal, según el informe de la UCO, es encontrar ejemplares de alrededor de dos metros y 80 kilos de peso.
La Consejería de Medio Ambiente ha iniciado una serie de medidas para la desaparición de esta especie, que haría un daño 'irreparable'. Según dijo el pasado miércoles en Sevilla el consejero del ramo, José Juan Díaz Trillo, tras haber notificado a la Fiscalía de Delitos Ambientales del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía (TSJA) este hecho para que sea investigada la 'posible comisión de delito contra el Patrimonio Natural y la Biodiversidad', la Administración andaluza ha tomado una serie de medidas para su desaparición del embalse de Iznájar.
Así y como acción disuasoria y de control de la pesca intencionada de siluros, se ha prohibido la pesca deportiva de grandes peces en la modalidad de carpfishing en este embalse. Asimismo, la Consejería ha mantenido reuniones con las organizaciones de pescadores de la zona, pues 'hay que hacer un trabajo conjunto'. Estas medidas se han tomado para evitar que se produzca un efecto llamada de pescadores que suelen ir a capturar ejemplares de esta especie, como ha ocurrido en otras zonas de España donde ha aparecido el siluro.
Fuentes de Medio Ambiente aseguran que su voracidad es tal que en Zaragoza, donde el siluro puede verse al haber pasado del embalse de Mequinenza al Ebro, se han llegado a grabar vídeos de los siluros atacando a las palomas que se acercaban a beber agua al río. En cualquier caso, según recoge el informe de la UCO, el impacto del siluro sobre la biodiversidad nativa es todavía poco conocido, aunque se considera probable una elevada influencia de control y descenso de las poblaciones de ciprínidos -carpas y barbos, por ejemplo- en los ríos y embalses de la provincia. Así, también destaca el citado estudio, que está firmado por el catedrático de Zoología de la UCO Carlos Fernández-Delgado, la población de las citadas especies y de anátidas -patos salvajes- es 'considerablemente menor' en aquellos embalses en los que hay una mayor población de siluros, lo que es una evidencia más del considerable impacto que supone su presencia.
El primer siluro capturado en Iznájar que se conoce de forma oficial es un ejemplar de poco tiempo. Pese a ello ya pesaba casi un kilo y medía medio metro. El siluro encontrado pertenece a la especie Silurus glanis, cuya distribución natural se establece en las cuencas del Mar del Norte, Báltico, Negro, Caspio y Aral. El tamaño máximo conocido de esta especie es de 5 metros de longitud y 300 kilos de peso, aunque lo normal, según el informe de la UCO, es encontrar ejemplares de alrededor de dos metros y 80 kilos de peso.
La Consejería de Medio Ambiente ha iniciado una serie de medidas para la desaparición de esta especie, que haría un daño 'irreparable'. Según dijo el pasado miércoles en Sevilla el consejero del ramo, José Juan Díaz Trillo, tras haber notificado a la Fiscalía de Delitos Ambientales del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía (TSJA) este hecho para que sea investigada la 'posible comisión de delito contra el Patrimonio Natural y la Biodiversidad', la Administración andaluza ha tomado una serie de medidas para su desaparición del embalse de Iznájar.
Así y como acción disuasoria y de control de la pesca intencionada de siluros, se ha prohibido la pesca deportiva de grandes peces en la modalidad de carpfishing en este embalse. Asimismo, la Consejería ha mantenido reuniones con las organizaciones de pescadores de la zona, pues 'hay que hacer un trabajo conjunto'. Estas medidas se han tomado para evitar que se produzca un efecto llamada de pescadores que suelen ir a capturar ejemplares de esta especie, como ha ocurrido en otras zonas de España donde ha aparecido el siluro.