Environment stops work to expand the capacity of Rosarito
Wed, 14/12/2011
El Ministerio de Medio Ambiente ha tumbado la última propuesta de la Confederación Hidrográfica del Tajo para garantizar el abastecimiento de agua a los regantes del río Tiétar. El ministerio ha emitido una declaración de impacto ambiental (DIA) negativa a la construcción de dos grandes balsas junto al embalse de Rosarito. Esto hace inviable el proyecto, que los agricultores de la zona veían como una solución a las restricciones que sufren en verano y a las inundaciones que afectan a sus explotaciones cuando llueve abundantemente.
El ministerio considera que la propuesta de la Confederación del Tajo causaría "previsiblemente" efectos negativos sobre el medio ambiente. Entre esos daños cita la eliminación de 311 hectáreas de terrenos protegidos, ya que las dos balsas ocuparían una superficie de 450 hectáreas (el equivalente 450 campos de fútbol). En este sentido, el Gobierno apunta que el organismo promotor no "ha analizado adecuadamente las repercusiones negativas que tendría sobre los espacios de la Red Natura" y, por tanto, sobre las especies que habitan el paraje --algunas en peligro de extinción, como el águila imperial ibérica o la cigüeña negra--. Tampoco que el lugar puede ser util para la reintroducción del lince ibérico.
Pero el ambiental no es el único argumento que esgrime el ministerio. La Confederación del Tajo justificaba el proyecto por la necesidad de incrementar los recursos hídricos en la cuenca del río Tiétar (en concreto para los regadíos de las comarcas extremeñas de La Vera y el Campo Arañuelo, la principal zona de producción de tabaco de todo el país) y el abastecimiento urbano de los municipios de la zona. Para ello se apoyaba en cálculos que elevaban la demanda hasta los 206 hectómetros cúbicos anuales en los próximos 20 años en el caso de la agricultura (frente a los 183 actuales) y de 8,4 hectómetros en las zonas urbanas (ahora 6,8 hectómetros cúbicos). Además alegaba que las obras reducirían el riesgo de avenidas de agua en la cuenca de este afluente, al aumentar la capacidad del Rosarito de los 98 hectómetros cúbicos actuales a los 132 que tendría con las dos nuevas balsas complementarias (situadas en la provincia de Toledo).
Medio Ambiente, sin embargo, considera que los cálculos de incremento de la demanda no están "suficientemente justificados" y que el riesgo de daños graves por avenidas son limitados, sobre todo teniendo en cuenta que, según el ministerio, las inundaciones en la zona son "escasas y de poca afección".
La Confederación del Tajo ya había descartado otras alternativas (como el trasvase del Rosarito al embalse manchego de Navalcán; la construcción de represas en las gargantas de La Vera, la ampliación del Rosarito o la creación de una gran pesa en Arenas de San Pedro). Por su parte, organizaciones de tabaqueros, cooperativas agrarias y ayuntamientos extremeños habían presentado alegaciones a favor de esta obra, que consideraban necesaria para poner fin a las inundaciones que sufren las explotaciones más próximas al Tiétar en épocas de crecidas y porque garantizaría el agua en una de las zonas de regadío más importantes de España.
El ministerio considera que la propuesta de la Confederación del Tajo causaría "previsiblemente" efectos negativos sobre el medio ambiente. Entre esos daños cita la eliminación de 311 hectáreas de terrenos protegidos, ya que las dos balsas ocuparían una superficie de 450 hectáreas (el equivalente 450 campos de fútbol). En este sentido, el Gobierno apunta que el organismo promotor no "ha analizado adecuadamente las repercusiones negativas que tendría sobre los espacios de la Red Natura" y, por tanto, sobre las especies que habitan el paraje --algunas en peligro de extinción, como el águila imperial ibérica o la cigüeña negra--. Tampoco que el lugar puede ser util para la reintroducción del lince ibérico.
Pero el ambiental no es el único argumento que esgrime el ministerio. La Confederación del Tajo justificaba el proyecto por la necesidad de incrementar los recursos hídricos en la cuenca del río Tiétar (en concreto para los regadíos de las comarcas extremeñas de La Vera y el Campo Arañuelo, la principal zona de producción de tabaco de todo el país) y el abastecimiento urbano de los municipios de la zona. Para ello se apoyaba en cálculos que elevaban la demanda hasta los 206 hectómetros cúbicos anuales en los próximos 20 años en el caso de la agricultura (frente a los 183 actuales) y de 8,4 hectómetros en las zonas urbanas (ahora 6,8 hectómetros cúbicos). Además alegaba que las obras reducirían el riesgo de avenidas de agua en la cuenca de este afluente, al aumentar la capacidad del Rosarito de los 98 hectómetros cúbicos actuales a los 132 que tendría con las dos nuevas balsas complementarias (situadas en la provincia de Toledo).
Medio Ambiente, sin embargo, considera que los cálculos de incremento de la demanda no están "suficientemente justificados" y que el riesgo de daños graves por avenidas son limitados, sobre todo teniendo en cuenta que, según el ministerio, las inundaciones en la zona son "escasas y de poca afección".
La Confederación del Tajo ya había descartado otras alternativas (como el trasvase del Rosarito al embalse manchego de Navalcán; la construcción de represas en las gargantas de La Vera, la ampliación del Rosarito o la creación de una gran pesa en Arenas de San Pedro). Por su parte, organizaciones de tabaqueros, cooperativas agrarias y ayuntamientos extremeños habían presentado alegaciones a favor de esta obra, que consideraban necesaria para poner fin a las inundaciones que sufren las explotaciones más próximas al Tiétar en épocas de crecidas y porque garantizaría el agua en una de las zonas de regadío más importantes de España.