The Board still does not fulfill the agreement with Ecija one year after the flood

Sun, 04/12/2011

ABC

Hace ahora justo un año, Écija centró los informativos y las páginas de periódico por la tremenda inundación del 5 al 6 diciembre. Vecinos en barca, montañas de lodo, militares, desalojos... y la lógica presencia masiva de políticos con botas de agua en los días siguientes para reclamar o prometer. Pasados doce meses, no obstante, la triste tradición se cumple y la distancia entre lo anunciado por las administraciones y lo que realmente se ha hecho es grande. Tanto en las compensaciones a los afectados como en lo relativo a las infraestructuras que se deben realizar para que la desgracia no vuelva a cebarse. Y en ese aspecto, la Junta de Andalucía, que carga con más encomiendas, se lleva la palma.

La Administración regional ha asumido el arreglo de los motores y las bombas que deben lanzar el agua acumulada al Genil, además de la limpieza del cauce soterrado del arroyo Argamasilla, el gran causante de los problemas al atravesar Écija bajo el suelo y provocar que revienten las alcantarillas cuando ya no pueden desalojar más. Como ocurrió en aquel puente de diciembre del año pasado. Pero tiene también encargada la obra más importante de todas, la del desvío del propio cauce del Argamasilla para que bordee la población y muera en el Genil evitando el núcleo urbano. Y en ese apartado las previsiones no son tan buenas como se vendieron. Es más, el desvío no estará activado ni este invierno ni tampoco el siguiente, lo que supone un importante riesgo para la localidad, que lleva años esperando «quitarse de encima» el arroyo, más nocivo que el mismo río Genil.

La obra está dirigida po rel ente autonómico Egmasa,de la Consejería de Medio Ambiente, y tiene un plazo de ejecución teórico de 30 meses. Los trabajos se iniciaron en 2010,como se reiteró desde Medio Ambiente a este periódico, «y debe estar acabada a mediados de 2012, para que el próximo invierno funcione», ya que «no se ha visto afectada por la reprogramación» -eufemismo usado para hablar de recortes presupuestarios-. Pero el plazo «real», con el que se trabaja en el canal y que no se ha hecho público, es marzo de 2013. Como poco.

Ciertamente, a la UTE que acomete el trabajo -Gea 21-Ferrovial- no se le ha comunicado (aún) por parte de la Junta una variación de plazos, aunque la obra en sí ya comenzó más tarde de lo previsto por trabajos geotécnicos y los problemas de cobro se acumulan. De hecho, las constructoras están tardando más del doble de tiempo estipulado en cobrar, pues al vencimiento de los pagarés, de 120 ó150 días, serecibe un confirming que vence otros 120 días más tarde, con lo que ya hay unos 5 ó 6 millones de euros «enelaire», segúnfuentesdela propia obra, que en breve podría paralizarse del todo si no se solucionan las crecientes trabas económicas. Medio Ambiente insiste en que los trabajos «están enplazo»,pero el retraso es obvio y,además, Egmasa ya ha anunciado a los constructores del resto de obras públicas que tiene asignadas que no podrá cumplir su compromiso. Con el Argamasilla aún no lo ha hecho, posiblemente por su significación política y el enorme riesgo «mediático». Pero... Tiempo.

La Junta sí ha hecho más evidente su incumplimiento en un apartado quizás más sensible, las ayudas directas por la riada. Los daños en infraestructuras se cuantificaron según los técnicos municipales en 8,1 millones de euros -los de familias afectadas se sitúan en torno a los 30 millones-, de los que el Gobierno central puso en primavera 1,5 millones. La Diputación dispuso 100.000 euros.

De los 7 millones restantes, José Antonio Griñán prometió al Ayuntamiento que el ejecutivo andaluz pondría unos 3,5, la mitad aproximadamente. Esto se lo trasladó a la anterior corporación, liderada por el PSOE, pero las municipales cambiaron el color político del Ayuntamiento y el actual equipo, del PP, aún espera que la Junta aporte su dinero. Ha colocado las bombas de agua, pero de las ayudas no ha habido novedad y, a cuentade esa promesa de Griñán, el Gobierno municipal sobrevive casi en plena ruina arrastrando las cantidades de los «gastos por las inundaciones» que la Administración autonómica no pagó. Écija espera. Y mira al cielo de reojo.