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Introducción

Economía del agua

Escasez de agua en la agricultura

Escasez de agua y desertización

 

Definición y causas

 

Dónde se produce

 

Cómo se produce

 

Consecuencias

El consumo de agua en España

 

Reservas de agua

 

Desalación de aguas

 

Uso de agua desalada

Referencias bibliográficas

Otros documentos


Desertificación y desertización, consecuencia de la escasez

Desertización y desertificación en literatura científica hacen referencia a procesos distintos. El término desertización alude a los procesos de formación del desierto que tienen causas puramente naturales y el término desertificación para los procesos que tienen causas de origen humano. En algunos países se puede oír el término aridización para expresar lo mismo. La desertización es un proceso por el cual una biocenosis pierde su humedad natural y se desencadenan largos períodos de sequía, de tal manera que la aridez provoca la desaparición de las especies presentes y surgen especies con menos exigencias de agua o, en su caso, se extinguen por completo en favor del desierto.

La desertización puede verse acelerada por intervención humana directa. La existencia de un bosque garantiza la humedad en el ambiente y evita la desertización. El suelo funciona como una «esponja» de tal manera que mantiene el agua de lluvia durante mucho tiempo, y las plantas pueden usarla. Sin él el agua corre rápidamente sin posibilidad de aprovechamiento. La destrucción de la cubierta vegetal por incendios, aclaramiento del bosque para pastos y la actividad agrícola, aceleran los procesos de desertización, puesto que sin ella se pierde el suelo y se desencadenan los procesos de aridez.

La pérdida de las especies vegetales hace que el agua de lluvia primero, y el viento después, arrastre los nutrientes del suelo inutilizándolo para el desarrollo de las plantas. Según las estimaciones, 24 billones de toneladas de suelo fértil desaparecen cada año y durante los últimos 20 años se ha perdido una superficie equivalente a la superficie agrícola de los Estados Unidos. Aproximadamente, un tercio de las tierras del planeta se encuentra amenazado por la desertificación. Dicho de otro modo, la desertificación afecta hoy en día a un cuarto de la superficie total del globo.

La Convención de las Naciones Unidas para la Lucha contra la Desertificación define la desertificación como: “la degradación de las tierras en las zonas áridas, semiáridas y subhúmedas secas resultante de diversos factores tales como las variaciones climáticas y las actividades humanas” (Artículo 1º de la Convención). La desertificación es un proceso dinámico que se observa en los ecosistemas secos y frágiles. Incluye áreas terrestres (suelo, subsuelo, acuíferos), poblaciones animales y vegetales, y los establecimientos humanos y sus servicios como terrazas y represas, por ejemplo.

Las causas

Las causas de la desertización son todas aquellas que impliquen suprimir la cantidad de agua disponible para las plantas en una zona determinada. La causa natural primera es la prolongación de los períodos de sequía debido al calentamiento global. En las regiones del mundo próximas a zonas áridas esta incidencia de mayores ciclos áridos es mucho más acusada que en el resto del mundo. Así, todas las regiones que están en torno a los grandes desiertos, como las de clima mediterráneo y las sabanas, son las que corren un mayor riesgo de desertización.

La Convención de las Naciones Unidas para la Lucha contra la Desertificación atribuye el origen de la desertificación tanto a variaciones climáticas como a actividades humanas. La Convención insiste en el hecho de que “la desertificación es causada por interacciones complejas entre factores físicos, biológicos, políticos, sociales, culturales y económicos”. Las variaciones climáticas: cuando la temperatura aumenta y permanece alta durante varios meses y las lluvias son raras e irregulares, la vegetación crece con dificultad. Se trata de la sequía, término que designa al fenómeno natural que se produce cuando las lluvias han sido significativamente menores a los niveles normales registrados, y que produce graves desequilibrios hidrológicos que perjudican a los sistemas de producción agrícolas.

En los países donde la mayor parte de los recursos económicos dependen de la explotación agrícola, existen pocas o ninguna fuente alternativa de ingresos. Los suelos se empobrecen debido a su utilización excesiva y al abandono o disminución del período de barbecho, necesario para mantener la productividad de la tierra. Esto conlleva la pérdida de materia orgánica, que a su vez limita el crecimiento de las plantas. Todo ello ocasiona una reducción de la cobertura vegetal, dejando los suelos desnudos, que son más vulnerables a la erosión. Cuando el suelo se degrada y es arrastrado por vientos violentos o por crecidas repentinas de los cursos de agua, las cosechas son más pobres, el ganado sufre y se no se desarrolla como debería.

Una de las consecuencias más importantes de esta situación es la disminución de los ingresos de las comunidades rurales. De acuerdo con la Convención, la degradación de las tierras causa la disminución o la desaparición de la productividad de los suelos, de la vegetación, de las tierras cultivadas y del pastoreo, así como de los bosques. En casos extremos, sobrevienen la hambruna y la pobreza, convirtiéndose a su vez en causa y consecuencia de la degradación de la tierra.

Dónde se produce

Superficie de las zonas áridas en el mundo

Casi la mitad de la superficie terrestre está formada por zonas áridas (47% según el Atlas Mundial de la Desertificación, PNUMA 1997), lo cual equivale a unos 6.450 millones de hectáreas, que están distribuidas entre todas las grandes regiones del planeta. Mil millones de hectáreas son hiperáridas, es el caso de los verdaderos desiertos, como el desierto del Sahara. Las regiones áridas, semiáridas y subhúmedas secas ocupan por su parte unos 5.450 millones de hectáreas.

La desertificación se produce en estas áreas del planeta. Estas áreas están habitadas por un quinto de la población mundial, es decir, 1.200 millones de habitantes en el año 2000. Es allí, en estas regiones donde el suelo es particularmente frágil, la vegetación rara y el clima implacable, donde aparece el fenómeno de la desertificación. El proceso de degradación del suelo se observa en todas partes, pero sólo puede ser definido como desertificación cuando se da en las zonas áridas. Aproximadamente el 70% de los 5.200 billones de hectáreas de tierras áridas utilizadas para la agricultura alrededor del mundo se encuentran degradadas. Dicho de otro modo, la desertificación afecta hoy en día prácticamente a un cuarto de la superficie total del planeta

Características de las regiones áridas

Las regiones secas del mundo están particularmente afectadas por la desertificación. En el plano ambiental, estas regiones se caracterizan por: precipitaciones bajas, poco frecuentes, irregulares e impredecibles; grandes variaciones entre la temperatura diurna y la nocturna; suelos pobres en materia orgánica; escasez de agua disponible para el consumo; vegetación y animales adaptados a las condiciones climáticas (resistentes al calor y a la escasez de agua). Las regiones secas comprenden las zonas áridas, semiáridas y subhumédas secas, cuyas diferencias se basan en sus grados de aridez. La aridez es el resultado de la interacción entre diferentes factores climáticos tales como la lluvia, la temperatura, el viento y la evapotranspiración. La combinación de estos factores determina el crecimiento de las plantas y la capacidad de los animales y de los seres humanos para vivir convenientemente en un lugar natural de características hostiles.


Mapa mundial de las zonas de aridez




Cómo se produce

La sobreexplotación de los recursos naturales

La desertificación es el resultado acumulado de un contexto climático difícil (la escasez de agua) y de la utilización inapropiada de la tierra. Cuatro actividades humanas constituyen las causas más directas: el cultivo excesivo que desgasta los suelos, el sobrepastoreo y la deforestación que destruyen la cubierta vegetal que protege el suelo de la erosión, y los drenajes inapropiados de los sistemas de irrigación que provocan la salinización de los suelos.

Adicionalmente, la falta de educación y de conocimientos adecuados, el desplazamiento de refugiados en caso de guerra, las condiciones desfavorables de comercio de los países en desarrollo y otros factores socioeconómicos y políticos contribuyen a amplificar el proceso de desertificación. A ello hay que añadir la construcción de caminos forestales inadecuados, con el objeto de que pasen por ellos vehículos pesados y rápidos para las tareas forestales. Un camino inadecuado puede ser una brecha a través de la cual se comience un proceso acelerado de pérdida de suelo. Como puede observarse, las causas son múltiples e interaccionan de forma muy compleja.

Influencias del cambio climático en la desertificación

El clima del planeta ha variado a lo largo de la historia. Las alternancias entre los climas áridos y húmedos se han observado en la mayor parte de las regiones del globo. Así, lo que hoy es un desierto, pudo haber sido una zona húmeda y fértil en el pasado, y seguirá evolucionando. Asimismo, los bosques actuales se han desarrollado a partir de una vegetación de porte bajo, compuesta de hierbas y arbustos.

Consecuencias del calentamiento global en las zonas áridas

En el transcurso del siglo XX, la temperatura media ha aumentado entre 0.3 °C y 0.6 °C, debido probablemente a los efectos de la industrialización que han incrementado las emisiones de gases de efecto invernadero. Las consecuencias de este aumento llevan a pensar que las temperaturas de las regiones áridas aumentarán entre 2 °C y 5 °C cada vez que la concentración de gases se duplique, fenómeno que se espera que ocurra en la mitad del siglo XXI. Debido al aumento general de las temperaturas, se prevé un aumento de la evapotranspiración, que conllevará una disminución de la humedad del suelo y un incremento de las sequías.

El deterioro de las condiciones de la superficie de los suelos, como consecuencia de las variaciones de temperatura, lluvias y humedad del suelo, exacerbará el proceso de desertificación. Sin embargo, es muy difícil predecir la evolución de las futuras precipitaciones cualquiera que sea la región del planeta en consideración. Otra Convención, la “Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático” adoptada en 1992, se dedica a buscar soluciones para el calentamiento global.


Mapa de temperatura de la superficie marítima mundial


En esta imagen de Mayo de 2001, los colores rojo y amarillo indican las aguas oceánicas cálidas; los colores azul y violeta representan las aguas frías y el verde indica las aguas templadas. Es relevante la zona cálida que se extiende por aguas de la costa Este de África hasta Cabo de Buena Esperanza. Source: NASA 2001b

Mapa de temperatura de la superficie terrestre mundial



Esta imagen muestra las temperaturas más elevadas de la superficie terrestre tomadas entre 2003 y 2005. Como se puede apreciar, África es uno de los países más cálidos del mundo. Las zonas más cálidas se indican en color rosa y corresponden en su mayor parte a zonas áridas y desérticas que son propias de África, Sur de Asia, Australia y zonas del Norte y Sur de América. Las áreas de vegetación densa son más frescas y aparecen indicadas en color violeta. Fuente: Nasa 2006

Consecuencias de la desertización

Ambientales

Erosión o desaparición del suelo: El suelo, cobertura de nuestro planeta, se constituye muy lentamente, pero puede ser destruido con una rapidez aterradora. La formación de unos pocos centímetros de suelo puede durar varios siglos, en cambio, cuando es maltratado o degradado, puede perderse en pocas estaciones. Por ello, actualmente la tierra corre el riesgo de desaparecer inexorablemente de la superficie del planeta que lleva su nombre.

Aunque animales y plantas son capaces de adaptarse a las regiones y condiciones áridas, la desertificación tiene serias consecuencias sobre el medio ambiente. Según tipo de técnica agrícola utilizada, las formas de degradación de la tierra pueden ser diferentes:

• pérdida de materia orgánica o nutritiva debido a la sobreexplotación agrícola;
• pérdida de la superficie de los suelos debido a la erosión producida por los vientos y las lluvias, particularmente a causa de la desaparición de la vegetación (ver estudio de caso de España);
• deslizamientos de tierra debidos a la acción del agua y a los efectos de la pérdida de vegetación (ver estudio de caso de Kenia);
• incremento en la salinidad y acidificación de los suelos debido a los sistemas de irrigación inadaptados
contaminación de los suelos por el exceso de fertilizantes. Las lluvias torrenciales causan además la pérdida de las capas superficiales de los suelos, que son arrastrados y lavados por las lluvias. Cuando estos suelos se secan de nuevo, se produce una capa dura impermeable que reduce enormemente la infiltración del agua.

Socioeconómicas

Consecuencias de la desertificación sobre las poblaciones humanas La desertificación conduce a la pobreza con todas sus consecuencias sociales, económicas y culturales. A su vez, la pobreza fuerza a las poblaciones a sobreexplotar los recursos naturales disponibles, provocando un círculo vicioso que acelera el proceso de degradación de la tierra. La pobreza es pues a la vez en causa y consecuencia de la desertificación.

La desertificación afecta los modos de vida de unos mil millones de individuos en el planeta. La pobreza debilita las poblaciones e instituciones, volviéndolas más sensibles a los factores económicos mundiales. La caída de los ingresos resultante de la baja productividad provocada por la desertificación tiene consecuencias nefastas en la capacidad del gobierno para reembolsar su deuda externa y desarrollar programas nacionales de desarrollosocioeconómico.

La persistencia de la sequía y la desertificación reduce la producción agrícola nacional, aumentando la necesidad de recurrir a productos extranjeros, la importación o la ayuda alimentaria. Pero la ayuda alimentaria puede generar a su vez una reducción de la producción agrícola local, sobre todo si ésta es más costosa que la importación de productos distribuidos gratuitamente. La sequía y la disminución de la fertilidad de los suelos estimulan la migración y el desplazamiento de la población rural, lo que crea problemas en las zonas urbanas o rurales que no han sido afectadas aún por la desertificación, que se enfrentan a los problemas que plantea la presencia de los recién llegados.

El crecimiento acelerado de las zonas urbanas conduce a una reducción del presupuesto del Estado dirigido al desarrollo rural, lo cual a su vez acentúa el éxodo rural e incrementa la inseguridad alimentaria. Las poblaciones rurales pierden sus posesiones y bienes durante las sequías extremas.

Flora y fauna

Adaptación de las plantas a la sequía Las plantas de las zonas áridas presentan características adquiridas a lo largo del tiempo que les permiten sobrevivir a altas temperaturas y a la escasez de agua, evitando la desecación. Para combatir la falta de agua, las plantas han reducido la superficie y el número de las hojas, desarrollando espinas y escamas. La pérdida de hojas durante las estaciones secas y muy calientes también permite a las plantas ahorrar agua. Otras estrategias de las plantas que les permiten ahorrar agua son orientar las hojas hacia la sombra, tener hojas redondeadas o acolchadas, o desarrollar reservas de agua en órganos específicos como tallos gruesos (es el caso de los cactus y las plantas carnosas) o troncos enormes (como en los baobab).

Las plantas optimizan la absorción de agua extendiendo sus raíces horizontalmente para cubrir una gran superficie debajo de la planta, o hundiendo sus raíces profundamente en busca de fuentes de agua subterránea. En ciertos suelos salinos de determinadas zonas áridas sólo se pueden encontrar plantas altamente especializadas, llamadas halófilas, que son capaces de tolerar la alta salinidad presente en el suelo. Además de las adaptaciones al calor y la salinidad, las plantas han desarrollado elaborados sistemas de protección contra los animales herbívoros. Adaptaciones de los animales en zonas áridas

En los ecosistemas áridos, los animales y las plantas se enfrentan a dos problemas mayores: resistir al calor y a la escasez o ausencia de agua. El calor y la sequía son factores limitantes del desarrollo de las poblaciones animales. Por ello, las especies animales que habitan en los ecosistemas áridos presentan diversas adaptaciones morfológicas, fisiológicas y de comportamiento que les permiten compensar el efecto negativo de estos factores.

La mayoría de las especies animales viven al nivel del suelo, donde la temperatura es mucho más elevada (como numerosos invertebrados, reptiles, roedores, etc.) pudiendo alcanzar temperaturas de unos 57 °C (los animales no pueden sobrevivir a temperaturas mayores a los 42 °C). Gracias a las siguientes adaptaciones y al desarrollo de órganos especializados, algunos animales resisten al calor y logran sobrevivir.

Durante la estación seca, algunos vertebrados que habitan en zonas áridas pueden perder cerca del 30% de su peso corporal en forma de agua (dromedarios y roedores), y ciertos anfibios (ranas, sapos, etc.) entre el 40% y el 50%. Estos animales compensan este fenómeno reduciendo la transpiración (gracias a su piel impermeable), y produciendo orina muy concentrada y heces muy secas. También colectan y beben agua de la niebla de la noche y de las paredes húmedas de sus madrigueras.

Ciertas especies pueden sobrevivir sin beber diariamente (dromedarios o cabras) o transforman el almidón presente en los granos en agua (roedores). Todas estas adaptaciones, definidas por características genéticas heredadas durante un largo período de evolución en estos medios permiten a los animales sobrevivir en ambientes áridos y hostiles. La coexistencia de plantas y animales adaptados a los ecosistemas áridos es la base de un equilibrio que permite la vida en estos ambientes áridos y que procura los recursos esenciales a las poblaciones que habitan en ellos. La conservación de la fauna y la flora de estos ambientes particulares es de gran importancia, ya que ellos constituyen un bien muy valioso para el desarrollo de estas regiones tan particulares del planeta.

Estrés hídrico

En las zonas áridas, la disponibilidad de agua es, más que en otros lugares del mundo, una necesidad vital. El acceso y la disponibilidad del agua condicionan también la vida doméstica, el desarrollo del pastoreo y ciertos productos agrícolas. Las zonas áridas se caracterizan por su alta tasa de evaporación, debido a la cual los cuerpos de aguas superficiales (lagos y ríos) tienden a desaparecer con cierta rapidez. Por ello, se han desarrollado distintos medios de acceder a las fuentes subterráneas de agua (acuíferos) y de desviar el flujo natural del agua hacia áreas que lo requieren, generalmente oasis o zonas de cultivo. El agua de lluvia que penetra el suelo reconstituye las reservas subterráneas de los acuíferos. La presencia de árboles y arbustos facilita la penetración del agua en el suelo y limita la escorrentía.