En las últimas décadas, Europa se hizo más consciente del hecho de que tiene que responder a su "crisis del agua". Hechos y cifras realmente demuestran claramente que los recursos de agua de Europa están bajo una fuerte presión: el 20% de las aguas superficiales se encuentra en grave riesgo de la contaminación, el 60% de las ciudades sobre-explotan sus recursos de aguas subterráneas, y además de esto, la región tiene que hacer frente a una demanda cada vez mayor de agua. Como respuesta a estas preocupaciones, la región de Europa ha creado nuevas herramientas para administrar y proteger el agua. En particular, la Unión Europea ha adoptado en el año 2000 un nuevo enfoque legislativo a través de la Directiva Marco del Agua (DMA). La Directiva fija una meta ambiciosa a sus Estados miembros: el logro del buen estado de las masas de agua europeas para el año 2015. La identificación de los desafíos (y soluciones) por sus logros tiene que ser reconocido como un objetivo de alta prioridad.