La ineficacia de las captaciones obliga a crear un nuevo plan contra la sequía
Lun, 14/11/2011
Los gestores del agua, las compañías públicas como Amvisa, el Consorcio de Aguas BilbaoBizkaia, o la agencia del Gobierno vasco URA, siguen traumatizados por la famosa sequía de los años 1989-90 que evidenció la fragilidad y la escasa fiabibilidad del sistema de abastecimiento del País Vasco y estuvo a punto de colapsar la industria local. Cada vez que la «indigencia pluviométrica», en palabras del experto Víctor Peñas, aparece en el horizonte, tiemblan las juntas de todas las tuberías. Han pasado 20 años de aquel gravísimo problema pero los técnicos, con más experiencia, siguen buscando soluciones a posibles períodos sin lluvias que no sean tan costosas, «porque dependemos de un elemento, el clima, que nunca es seguro», afirma Ángel Llamazares, de Amvisa. El nuevo plan de emergencias contra situaciones de sequía está actualmente en la cocina de las administraciones. Se estudian y perfilan las nuevas soluciones técnicas, captaciones y manantiales más seguros, mientras se busca el difícil consenso de todas la administraciones con competencias en la gestión del agua, desde la Confederación Hidrográfica del Ebro a URA, pasando por la Diputación, el Ayuntamiento de Vitoria, Iberdrola o el Consorcio de Aguas Bilbao-Bizkaia. De las 8 tomas de emergencia que se utilizaron en Álava en 1990 y que aportaron 37 hectómetros a la sedienta red, buena parte de ellas están inservibles o tienen serios problemas de funcionamiento. Y los diversos estudios realizados estos años demuestran que si se produce una situación similar hay algunas captaciones que aportarían agua. Se ha comprobado, por ejemplo, que las captaciones del río Uyar, que vierte a la cuenca del Arakil -hacia Navarra- y las del Ega, en Maeztu, no servirían para un episodio sin lluvias. Algo parecido ocurre en el manantial Iturriotz o Nacedero de Araia y en el bombeo del Zayas, en las inmediaciones de Larrinoa. Sin embargo, las tomas de La Torca, en Nanclares de la Oca, son seguras gracias al generoso acuífero de Subijana. «El problema es que reventó la tubería de emergencia al construirse encima de la red una urbanización. Estamos en contacto con el Ayuntamientro de Iruña de Oca para llevar fuera del casco urbano la tubería», aseguró Ángel Llamazares, director gerente de Amvisa. Hay redes de tubería que están obsoletas y necesitarían una fuerte inversión para su reparación. El túnel de Laminoria del antiguo tren Vasco Navarro sirvió de conducto para traer agua del Ega «pero el deterioro de la galería y los hundimientos son de tal magnitud que ese agua se perdería por el camino». «Estamos en mejor situación que en 1989 porque gastamos menos agua y conocemos mucho mejor los ciclos de los acuíferos. Por eso se buscan soluciones efectivas y que cuesten menos dinero», indica Llamazares. Las obras de 1991 tuvieron un coste equivalente a 30 millones de euros para sólo aportar 37 hectómetros. :: VITORIA. Veinte años después del último episodio largo sin lluvias que vació los embalses, las administraciones buscan manantiales
Los gestores del agua, las compañías públicas como Amvisa, el Consorcio de Aguas BilbaoBizkaia, o la agencia del Gobierno vasco URA, siguen traumatizados por la famosa sequía de los años 1989-90 que evidenció la fragilidad y la escasa fiabibilidad del sistema de abastecimiento del País Vasco y estuvo a punto de colapsar la industria local. Cada vez que la «indigencia pluviométrica», en palabras del experto Víctor Peñas, aparece en el horizonte, tiemblan las juntas de todas las tuberías. Han pasado 20 años de aquel gravísimo problema pero los técnicos, con más experiencia, siguen buscando soluciones a posibles períodos sin lluvias que no sean tan costosas, «porque dependemos de un elemento, el clima, que nunca es seguro», afirma Ángel Llamazares, de Amvisa.
El nuevo plan de emergencias contra situaciones de sequía está actualmente en la cocina de las administraciones. Se estudian y perfilan las nuevas soluciones técnicas, captaciones y manantiales más seguros, mientras se busca el difícil consenso de todas la administraciones con competencias en la gestión del agua, desde la Confederación Hidrográfica del Ebro a URA, pasando por la Diputación, el Ayuntamiento de Vitoria, Iberdrola o el Consorcio de Aguas Bilbao-Bizkaia.
De las 8 tomas de emergencia que se utilizaron en Álava en 1990 y que aportaron 37 hectómetros a la sedienta red, buena parte de ellas están inservibles o tienen serios problemas de funcionamiento. Y los diversos estudios realizados estos años demuestran que si se produce una situación similar hay algunas captaciones que aportarían agua.
Se ha comprobado, por ejemplo, que las captaciones del río Uyar, que vierte a la cuenca del Arakil -hacia Navarra- y las del Ega, en Maeztu, no servirían para un episodio sin lluvias. Algo parecido ocurre en el manantial Iturriotz o Nacedero de Araia y en el bombeo del Zayas, en las inmediaciones de Larrinoa.
Sin embargo, las tomas de La Torca, en Nanclares de la Oca, son seguras gracias al generoso acuífero de Subijana. «El problema es que reventó la tubería de emergencia al construirse encima de la red una urbanización. Estamos en contacto con el Ayuntamientro de Iruña de Oca para llevar fuera del casco urbano la tubería», aseguró Ángel Llamazares, director gerente de Amvisa.
Hay redes de tubería que están obsoletas y necesitarían una fuerte inversión para su reparación. El túnel de Laminoria del antiguo tren Vasco Navarro sirvió de conducto para traer agua del Ega «pero el deterioro de la galería y los hundimientos son de tal magnitud que ese agua se perdería por el camino».
«Estamos en mejor situación que en 1989 porque gastamos menos agua y conocemos mucho mejor los ciclos de los acuíferos. Por eso se buscan soluciones efectivas y que cuesten menos dinero», indica Llamazares. Las obras de 1991 tuvieron un coste equivalente a 30 millones de euros para sólo aportar 37 hectómetros.
Los gestores del agua, las compañías públicas como Amvisa, el Consorcio de Aguas BilbaoBizkaia, o la agencia del Gobierno vasco URA, siguen traumatizados por la famosa sequía de los años 1989-90 que evidenció la fragilidad y la escasa fiabibilidad del sistema de abastecimiento del País Vasco y estuvo a punto de colapsar la industria local. Cada vez que la «indigencia pluviométrica», en palabras del experto Víctor Peñas, aparece en el horizonte, tiemblan las juntas de todas las tuberías. Han pasado 20 años de aquel gravísimo problema pero los técnicos, con más experiencia, siguen buscando soluciones a posibles períodos sin lluvias que no sean tan costosas, «porque dependemos de un elemento, el clima, que nunca es seguro», afirma Ángel Llamazares, de Amvisa.
El nuevo plan de emergencias contra situaciones de sequía está actualmente en la cocina de las administraciones. Se estudian y perfilan las nuevas soluciones técnicas, captaciones y manantiales más seguros, mientras se busca el difícil consenso de todas la administraciones con competencias en la gestión del agua, desde la Confederación Hidrográfica del Ebro a URA, pasando por la Diputación, el Ayuntamiento de Vitoria, Iberdrola o el Consorcio de Aguas Bilbao-Bizkaia.
De las 8 tomas de emergencia que se utilizaron en Álava en 1990 y que aportaron 37 hectómetros a la sedienta red, buena parte de ellas están inservibles o tienen serios problemas de funcionamiento. Y los diversos estudios realizados estos años demuestran que si se produce una situación similar hay algunas captaciones que aportarían agua.
Se ha comprobado, por ejemplo, que las captaciones del río Uyar, que vierte a la cuenca del Arakil -hacia Navarra- y las del Ega, en Maeztu, no servirían para un episodio sin lluvias. Algo parecido ocurre en el manantial Iturriotz o Nacedero de Araia y en el bombeo del Zayas, en las inmediaciones de Larrinoa.
Sin embargo, las tomas de La Torca, en Nanclares de la Oca, son seguras gracias al generoso acuífero de Subijana. «El problema es que reventó la tubería de emergencia al construirse encima de la red una urbanización. Estamos en contacto con el Ayuntamientro de Iruña de Oca para llevar fuera del casco urbano la tubería», aseguró Ángel Llamazares, director gerente de Amvisa.
Hay redes de tubería que están obsoletas y necesitarían una fuerte inversión para su reparación. El túnel de Laminoria del antiguo tren Vasco Navarro sirvió de conducto para traer agua del Ega «pero el deterioro de la galería y los hundimientos son de tal magnitud que ese agua se perdería por el camino».
«Estamos en mejor situación que en 1989 porque gastamos menos agua y conocemos mucho mejor los ciclos de los acuíferos. Por eso se buscan soluciones efectivas y que cuesten menos dinero», indica Llamazares. Las obras de 1991 tuvieron un coste equivalente a 30 millones de euros para sólo aportar 37 hectómetros.